Crece en el país el interés por estudiar mandarín
Los alumnos son en su mayoría profesionales y empresarios
Claudia Rosales trabaja en el área de importaciones de Carrefour. Una vez a la semana, al terminar sus tareas en la oficina, repasa sus apuntes y asiste al curso de mandarín, organizado por la Cámara de la Producción, la Industria y el Comercio Argentino-China. "Me encantaría hablarles en su idioma. Recién había empezado el curso cuando fui a un supermercado chino cerca de mi casa. Aunque entendí sólo dos palabras, volví con una alegría inmensa y le conté a todo el mundo", relató.
Ni el de Claudia es un caso aislado ni estudiar chino es una extravagancia. Este año, el número de alumnos creció tanto como el interés comercial que despierta el país asiático. Si hasta se habla de mandarín de negocios. Y los números no mienten.
Los cursos de la Escuela de Estudios Orientales de la Universidad del Salvador (USAL) pasaron de un puñado de interesados a treinta, el cupo máximo previsto. La Cámara de Comercio Argentino-China empezó este año con 70 inscriptos; en 2003 apenas tuvo 18 alumnos. Este mes, una nueva serie de clases ya tiene más de 150 anotados.
Hasta ahora, el chino era una lengua exótica que muchos aprendían por un interés puramente cultural. La expectativa comercial -y, consiguientemente, laboral- hizo que las clases se llenasen de profesionales y empresarios que reparten su tiempo en perfeccionar el inglés e incorporar el mandarín.
"Entre fines del año pasado y principios de éste hubo un cambio gigantesco. Ahora, estudiar chino no sólo es un gusto cultural, sino que tiene una veta laboral", explica Constanza Albarracín, profesora de la Cámara que se perfeccionó en Shanghai.
Las primeras clases siempre se dan entre sonrisas. La pronunciación de las sílabas en sus diferentes tonos y la lógica que presenta la composición de los ideogramas resultan graciosas. Así, la risa asoma como la más sana resistencia al choque cultural. Después de alcanzar el status de país elegido entre los destinos turísticos -paso logrado con la reciente visita del presidente Néstor Kirchner a China- para que los ciudadanos del inmenso país puedan visitar estas tierras, Andrea Sommer se prepara para recibirlos. Ella trabaja en el área de Marketing de Constantino Viajes, agencia de turismo que quiere desarrollar ese mercado receptivo. "Creo que todo aprendizaje es una inversión", dice.
En el país, el chino se fue abriendo paso lentamente. Hasta no hace tanto, sólo lo dominaba el profesor Jorge Malena -docente de la USAL y de la Cámara de Comercio mencionada-. Hasta tal punto que, en los años 90, el gobierno nacional recurrió a él para que fuese el traductor oficial en las visitas de funcionarios chinos.
Roger Langery es otro de los adelantados; él no escucha noticias ni música cuando regresa a su casa desde la oficina. Prefiere adecuar el oído con los sonidos de un CD de cuentos chinos que compró en su último viaje a Pekín. Orgulloso, contó que en los últimos días de su viaje se perdió en los suburbios de la capital china y pudo volver a su hotel recurriendo a sus conocimientos. "Esa fue la prueba más linda", reconoció.
Roger, gerente de ventas de una reconocida automotriz de origen alemán, empezó a estudiar en 1995 en la Fundación de Intercambio de Ciencia y Cultura China, con profesores nativos, y desde entonces, aunque con algunas pausas, continúa. Acaba de terminar el cuarto nivel del programa de lenguas extranjeras del gobierno chino. Para este ejecutivo, la gramática no es complicada. Pero a la hora de medir el grado de dificultad que presenta la lengua oriental, Marcela Lavore, licenciada en alimentación que trabaja para Parmalat y también asiste a un curso, advierte: "Ni siquiera tenemos la boca preparada para la pronunciación". A ella le sorprendió que el chino no tuviera conjugaciones verbales. La profesora Albarracín cree que, si se está entusiasmado, un año alcanza para poder comunicarse y orientarse. Y Roger sugiere pensar en la exigencia que tiene una persona china que debe aprender español. "Nosotros podemos asumir el desafío; sólo requiere sacrificio", señala.
Agenda
- Cámara de la Producción, la Industria y el Comercio Argentino-China: 4322-4965.
- Fundación de Intercambio de Ciencia y Cultura China: 4781-7836.
- Escuela de Estudios Orientales de la Universidad Nacional del Salvador: 4811-2270.
Chen Kaixian, el traductor de Borges
"Los lazos bilaterales entre China y la Argentina han venido desarrollándose cada día más rápidamente y con pasos firmes. El comercio bilateral va aumentando año tras año, pero lo que falta es el intercambio cultural entre nuestros dos países, que desempeña un papel sumamente importante, pues la cultura siempre es la base más sólida para el desarrollo tanto político como económico entre los pueblos", explica, desde China, Chen Kaixian, decano de español de la Universidad de Nankín, provincia de Jiangsu, integrante del equipo que tradujo las obras de Jorge Luis Borges al mandarín.
"Sólo con el conocimiento mutuo de sus respectivas culturas, China y la Argentina podrán comprenderse y edificar su edificio de amistad y de desarrollo conjunto con sólidas bases", subraya. Con este objetivo, motivado por el cónsul general de la Argentina en Shanghai, Miguel Velloso, e invitado por el gobierno de Mendoza y la Universidad Nacional de Cuyo, probablemente viaje a Mendoza para establecer un centro de estudios chinos (o casa china). "Mientras tanto, pensamos establecer un Instituto Borges (o Centro Borges o Casa Argentina) en Shanghai. Hay muy buenas perspectivas para las relaciones bilaterales, sobre todo después de la visita del presidente Kirchner", indicó.