Cosmética natural: la empresa argentina que llega a Rusia y a Taiwán
Producen en laboratorios locales una línea de calidad premium; sostienen que no los favorece el tipo de cambio
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CORDOBA.- La empresa nació en el Valle de Punilla cordobés, en Los Cocos, hace una década como respuesta a una necesidad familiar. El hijo de los fundadores de Boti-K Puro tiene intolerancia extrema a los productos de origen sintético y, ante la falta de opciones en el mercado local, decidieron crearlos ellos mismos. La firma se convirtió así en pionera de la cosmética e higiene bionatural y hoy exporta sus productos a Rusia y Taiwán.
A los mercados externos llegan con jabones vegetales, jabones fluidos sin sulfatos, bio desodorantes, bio cremas dentales, línea capilar sólida, eco champús, eco acondicionadores y también con muchos de la línea cosmética (bálsamos labiales, eco leches balsámicas, aguas micelares, bio crema antiedad, bio serum facial, cremas faciales, cremas corporales, Oleum vegetales orgánicos) y de aromaterapia (línea oleum 33, oleum essential premium).
Florencia Villamil Delfabro e Ignacio Conde son los fundadores de la compañía que, aseguran, toma la naturaleza como fuente de inspiración y como proveedora de las materias primas para desarrollar sus productos. Es en Los Cocos, donde está su “usina creativa” y la fabricación la realizan en diferentes laboratorios de todo el país. En San Isidro, Buenos Aires, se concentra la logística que permite que el porfolio de la marca llegue a puntos de venta del mercado doméstico y exporte.
“Desde un comienzo pensamos en el mercado global porque es la forma de poder existir y crecer”, señala Conde. La empresa hace cinco años tiene un departamento de Comercio Exterior tanto para importar como para vender afuera. Hoy las operaciones externas representan alrededor del 5% de la facturación.
La marca cuenta con 200 productos de fórmulas exclusivas y el crecimiento de su facturación fue del 200% en los últimos dos años, cuando las ventas tomaron impulso. En diálogo con LA NACION, Conde cuenta que una de las claves pasa por una estrategia comercial intensiva en el mercado interno, donde están en unos 300 locales, además de la venta online.
En lo que hace a las exportaciones, Conde admite que las operaciones comenzaron porque hay “mucha demanda internacional” y hay importadores de todo el mundo que llegan a Latinoamérica y a la Argentina buscando productos naturales. Los vínculos con Rusia y Taiwán comenzaron en 2018 y 2019, respectivamente.
La empresa rusa que los contactó les pidió diez productos y, en ese momento, pudieron cumplir solo con uno: “Tuvimos que hacer cambios de fórmulas para ingresar y poder cumplir con las reglamentaciones que son muy avanzadas, cuando acá no están desarrolladas”. En el caso de Taiwán, los buscaron por entender que representaban “las montañas sin fin” -como le llaman a los Andes- y por contar con ingredientes autóctonos como rosa mosqueta y jojoba.
La pandemia implicó dificultades en la relación comercial, por las cuarentenas en los destinos. “Todo este tiempo seguimos trabajando, buscando estándares de calidad que exigen allá, por ejemplo tuvimos que hacer cambios de envases, registrarlos en Anmat, modificar estética y web. Lleva a veces entre seis y ocho meses”, añade Conde.
De Rusia los contactaron dos cadenas mayoristas más que venden a la exEuropa del Este; siguen las negociaciones para poder responder una demanda que “puede crecer muy fuertemente”; también desde Taiwan buscan extender la presencia de la marca a toda Asia.
Aunque hoy el tipo de cambio ayuda “más que en años anteriores; hay convulsión en todo el mundo”. En destinos como Dubai, Italia o Francia no pudieron cerrar acuerdos en su momento porque no los favorecía el tipo de cambio; productos fabricados en la Argentina que debían venderse a US$4,5 o US$5 allá se conseguían a la mitad.
El problema ahora es importar insumos, que en un 70% provienen de afuera. “Puertas adentro la inflación complica mucho porque en nuestros productos no podemos retocar inmediatamente los precios, entonces se pierde rentabilidad y a la larga hay descapitalización”, dice Conde.
En Boti-K se definen como una empresa familiar “muy profesional” que incluso busca un socio inversor para poder seguir escalando en el mercado doméstico y afuera: “Es un nicho que tiene flexibilidad incluso de parte de las grandes cadenas donde estamos solo en algunos locales. Incluso algunas de esas compañías nos buscaron por orden de sus casas matrices”.
“A veces en la Argentina el éxito duele -sintetiza-. Son productos exitosos, con demanda internacional pero siempre estamos al borde del precipicio. Seguimos con pasión, porque la respuesta es muy buena”, grafica Conde. Los productos de la marca tienen entre 100% y 99% de producción natural y con una estética de botica antigua que también es atractiva para los mercados internacionales. “Un art noveau que recuerda las fórmulas magistrales de antes de que llegara la cosmética de petróleo”, sintetiza.
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