Contra reloj. EE.UU., Canadá y México negocian la ratificación del tratado de comercio
Los países intentan incorporar las propuestas demócratas al acuerdo para desbloquear su aprobación antes de la campaña electoral estadounidense
El proceso de ratificación del tratado de libre comercio de Estados Unidos con México y Canadá (T-MEC) sigue atascado cuando se cumple un año de su firma. Los negociadores demócratas en el congreso estadounidense aseguran que el compromiso con la Casa Blanca está por concretarse, mientras se resuelven algunos detalles. Pero los republicanos están impacientes, porque temen que el bloqueo se mantenga hasta el inicio de las primarias demócratas, lo que complicará aún más su adopción.
El representante de Comercio Exterior de Estados Unidos, Robert Lighthizer, recibió la semana pasada al subsecretario de Exteriores mexicano, Jesús Seade, para tratar de pactar un apéndice que acompañará el tratado con los cambios planteados por los demócratas al T-MEC y responder así sus inquietudes con vistas a superar cuanto antes los últimos escollos. La viceprimera ministra canadiense, Chrystia Freeland, también se incorporó a la trilateral.
El negociador mexicano dijo al salir del encuentro que están "llegando a entendimientos" y que se "converge hacia un acuerdo". Evitó, sin embargo, especular sobre plazos concretos. Seade aclaró en este sentido que va a examinar "con cuidado" las propuestas planteadas por Lighthizer y ver si son necesarios algunos ajustes antes de dar su bendición.
El texto legislativo que reflejará la estructura del tratado trilateral, una vez consensuado con los demócratas, deberá someterse al voto de las dos cámaras parlamentarias. La líder de la mayoría en la Cámara de los Representantes, Nancy Pelosi, dijo hace dos semanas que el acuerdo era "inminente". Eso hizo pensar en la posibilidad de que pueda votarse antes de acabar el año. En el Senado será un mero trámite.
Pero el calendario es muy ajustado y la recta final de la negociación coincide en plena tormenta política en Washington por el proceso de impeachment contra Trump. El presidente estadounidense no oculta su enfado con el retraso, porque ve que su principal logro en política comercial puede quedar en el limbo. El lunes acusó a Pelosi de ser "incapaz" de avanzar hacia un acuerdo. Es más, dijo que "será culpa suya" si alguno de los socios acaba retirándose.
Patrón para futuros tratados
El viejo acuerdo (Nafta, por sus siglas en inglés), en principio, debería seguir en vigor hasta la ratificación del nuevo T-MEC. México lo aprobó en junio y Canadá quiere hacerlo en tándem con Estados Unidos. Los demócratas buscan que el texto legislativo que se adopte sirva de patrón para futuros tratados, al reforzar las disposiciones laborales para evitar la fuga de empleos, en materia de medio ambiente y en el sector farmacéutico. Ahí es donde se concentra el bloqueo.
"Todo el mundo sabe que es un gran acuerdo", insiste Trump, al tiempo que acusa a Pelosi de estar bajo las órdenes de los sindicatos. La demócrata responde que los trabajadores "esperan más que un cambio de lenguaje" en el T-MEC. El borrador del Nafta 2.0, insiste, carece de mecanismos de aplicación "concretos y efectivos" que garanticen que "no se convierta en una lista de promesas sobre el papel".
Robert Lighthizer lleva negociando desde hace meses con un grupo de nueve demócratas, liderados por el congresista Richard Neal. Pero cualquier cambio al tratado debe ser aceptado antes por Canadá y México para que se pueda finalizar el texto legislativo que se someterá a votación. La reunión en la víspera del día de Acción de Gracias debía servir, por tanto, para bendecir las nuevas provisiones.
Los republicanos ven la ratificación del T-MEC como una victoria política, más que económica. Y con las elecciones llamando a la puerta, quieren que se apruebe sin esperar más. Mitch McConnell, el líder de la mayoría en el Senado, acusó a Nancy Pelosi de "obstruir" el proceso al negarse a permitir el voto. "Cada vez que la administración trata de encontrar un punto intermedio", lamentó, "ella mueve la portería".
México también expresó abiertamente su preocupación por la falta de compromiso. El presidente Andrés Manuel López Obrador escribió una carta a los demócratas en la que se comprometía a adoptar las reformas laborales dirigidas a elevar los salarios de los empleados mexicanos. "Hemos hecho todo lo que se ha requerido", dijo este lunes Jesús Seade. Aún así el subsecretario mexicano comentó que la aportación demócrata contribuye a "mejorar" el acuerdo original.
Presión de los sindicatos
La batalla política interna en Estados Unidos crea incertidumbre entre las empresas, por la confusión. Canadá y México son los dos principales mercados hacia los que exporta Estados Unidos, con un volumen combinado que el pasado año rondó los US$565.000 millones. La National Association of Manufacturers insiste en que un acuerdo comercial más moderno beneficia a los empleados.
Los sindicatos, sin embargo, creen que los cambios introducidos al viejo tratado son cosméticos y no van lo suficientemente lejos para evitar que se exporte mano de obra hacia México. Pero entre más avance la campaña electoral, más complicada será su adopción. Trump insiste, ante esta situación, que los demócratas deberían explicar a sus votantes por qué el T-MEC sigue "bajo agua" un año después.
Los demócratas abrazaron el Nafta pese a la oposición de los sindicatos y eso les costó el respaldo en el viejo cinturón industrial en Pensilvania, Wisconsin y Michigan. El temor si no se ratifica antes de las primarias, por tanto, es que los electores presten más atención a los puntos más conflictivos y eleve el criticismo de candidatos como Elizabeth Warren, Bernie Sanders o Joe Biden, que piden cambios.