Con la venta de Ivetra se cierra el ciclo de Moyano en el puerto
Ivetra cambiaría de manos en los próximos días. Sería comprada por una empresa nacional que les presta servicios a las terminales, a las navieras y a los despachantes de aduana.
Con la adquisición cambiaría toda la gestión y la dirección. Pero las modificaciones irían más allá, a la esencia de la compañía.
La impronta camionera que tenía Ivetra mutaría en un semblante netamente portuario. El enroque sindical caracteriza la nueva etapa.
La pretensión de "más portuarios en el puerto" apunta a borrar la huella de Hugo Moyano y a afianzar a los estibadores del SUPA, liderado por Juan Corvalán, y los guincheros, comandados por Roberto Coria. Garantía, y desafío a la vez, de mantener la paz portuaria entre dos gremios que lucharon durante años por la potestad afiliatoria de los trabajadores portuarios.
Con la desgraciada escisión del principal referente sindical del transporte, el relanzamiento de la gestión de Ivetra, claramente, debería leerse como un acto reflejo a los cambios políticos en el sector, una señal de que los "barcos navegan en la misma dirección". Debe recordarse que una de las primeras medidas, más allá de la creación de un Consejo Consultivo Portuario, fue desplazar a Ivetra, es decir, borrar de la faz del puerto toda traza de la influencia de los camioneros en el puerto.
La conclusión que se fuerza con este cambio es un deseo de redefinición del perfil que se quiere para el puerto: consenso básico para fortalecer el sistema portuario, alineamiento sindical-empresario para armonizar la planificación política y una apuesta por la competitividad orgánica que incluye, por un lado, un marco para allanarles el camino a las inversiones propuestas por los concesionarios y, por el otro, la diversificación para atender cargas de cabotaje y transbordo.
Si el esquema se concreta, Ivetra no desaparecería sino que apuntaría a profesionalizarse, para lo cual deberá despolitizarse.
En el sector se dice que quedaría en manos de gente que nació en un entorno de muelles, contenedores, ventanillas y gates de las terminales, y que quiere dejar atrás el mundo de los ejes y los acoplados.
Si fuera así, el puerto de Buenos Aires se reagruparía, hacia su interior profundo. Debe, de forma urgente, redescubrir su punto de partida hacia los próximos 25 años.
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