Cómo creció una empresa que empezó con pruebas en una cocina y hoy está en 25 países
Es pionera en la elaboración de insumos para el sector. Tiene oficinas en España, Estados Unidos y Perú
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CÓRDOBA.- El laboratorio surgió a fines de los ‘80 como elaborador de materias primas cosméticas y poco después comenzó a producir algunas cremas básicas para el mercado profesional. Fundado por los hermanos Héctor y Víctor Lo Riggio, Biocosmética EXEL está presente hoy en unos 25 países del mundo, fabrica alrededor de 250 referencias, incluyendo los desarrollos a terceros; tiene su laboratorio en San Justo e institutos de formación en CABA, Miami y Arequipa (Perú). Alrededor del 30% de su producción va a mercados externos.
Víctor Lo Riggio estudiaba Ingeniería Química cuando comenzó a experimentar formulaciones cosméticas en la cocina de la casa familiar, mientras que Héctor tenía experiencia en el ámbito comercial. Cuando Víctor se recibió aunaron esfuerzos y fundaron la empresa. Siempre con la mirada puesta en poder vender también afuera de la Argentina.
En el arranque los clientes eran institutos de belleza de CABA y el Gran Buenos Aires, hasta que empezaron a comercializar en el interior del país, a donde incluso les resultó más simple ganar mercado. En 1994 ya tenían un lugar ganado en el país y los hermanos decidieron encarar el proceso de internacionalización; viajaron a Uruguay y Paraguay y pudieron cerrar acuerdos con distribuidores. Poco después, por un viaje de un conocido, surgió la posibilidad de ofrecer la línea en Estados Unidos.
Mariana Bianchin, Export Manager de la empresa, explica a LA NACION que en todos estos años se transformaron tanto la industria de la cosmética como el consumidor, al que califica del “nuevo formulador” por las demandas que plantea. “Para exportar estamos siempre muy atentos al cambio, vamos siguiendo las nuevas exigencias -comenta-. Por ejemplo, cuando en Estados Unidos se estableció que no se podían usar derivados del petróleo en los productos, lejos de retirarnos nos adaptamos y eso nos permitió adelantarnos a lo que después pidieron otros países”.
Comenta que el mercado estadounidense fue el primero en ordenar que los protectores solares debían tener protección para la radiación UVA además de para la UVB, “una tecnología que no pedían otros y que encarecía el producto, modificamos la formulación y cumplimos”. Además, debieron sumar inscripciones en el envase como “usar cada dos horas”; la anécdota es que a nivel local “hubo quien dudaba de su efectividad por esa leyenda, cuando ahora es lo habitual”.
En los comienzos el laboratorio elaboraba cremas básicas, nutritivas, de limpieza, hidratantes, pero el portafolio fue creciendo “acompañando lo que los distintos importadores van demandando”. Bianchin señala que la empresa se caracteriza y se “diferencia” por su área de investigación y elaboración de materias primas para la industria farmacéutica y cosmética “bajo estrictas normas de calidad internacional”.
Cuenta con una división especializada en el desarrollo de principios activos de última generación. “Siempre hemos apostado a la innovación y al continuo desarrollo; creamos el primer liposoma de fosfolípidos de lecitina de soja, fuimos los primeros en usar activos basados en la yerba mate, en incluir el ADN como ingrediente activo”, apunta la ejecutiva quien aclara que todos los activos deben estar registrados en el International Nomenclature Cosmetic Ingredient (INCI). Hace unos meses certificaron una línea dermovegana.
“Es muy valorado que incorporemos activos naturales de la Pampa, de la Patagonia, de la yerba mate misionera -agrega-. Una Pyme que trabaja seriamente, que aplica las certificaciones de parámetros internacionales tiene posibilidades de salir y crecer en el mundo”.
La marca está posicionada en Estados Unidos y en Europa (tiene oficinas en Barcelona), llega a Latinoamérica y a Australia; ha tenido presencia en India, en Omán, en Arabia Saudita. Bianchin precisa que, además de afrontar los cambios internos, también deben lidiar con los de cada destino. En el caso de India donde estuvieron dos años comercializando los productos, el cambio de gobierno implicó una suba de impuestos muy fuerte para la cosmética importada, lo que les quitó competitividad. Después del brexit, encararon un proceso de adaptación a las nuevas normas del Reino Unido.
Señala que es un “desafío” salir a ganar mercados por las exigencias que “cada vez son más; se globalizó la bioseguridad; cada vez más restrictivo el esquema de exigencias”. Aunque nacieron como una línea profesional, también eso se modificó conforme a las normativas y regulaciones de cada destino.
En el 2002 la marca abrió su “instituto” con el objetivo de “acercarse” a los consumidores. Esos establecimientos son “la casa de la marca; ayudan a construir la identidad y a reforzar un vínculo con el profesional, comunicar la imagen y las características de los productos, además de capacitar”.
El año pasado la empresa ganó el premio de Innovación a la exportación otorgado por la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional (AAICI) junto a la Cancillería. En la firma están convencidos de que hay espacio para seguir innovando. “El mundo de la belleza es muy dinámico y nosotros contamos con profesionales que aportan al desarrollo del producto algo tan de avanzada como los activos y vehículos inteligentes, nanotecnología aplicada a formulaciones de productos con una altísima eficacia por su penetración y calidad de activos que van al mismo núcleo de las células. Una década atrás pensar este concepto era ‘ciencia ficción’, hoy con la biotecnología que contamos y los descubrimientos asombrosos que se dan día a día”, dicen.
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