China quiere mostrarse como un gran importador
Como una estrategia política, el gobierno prepara una gran feria en Shanghai para firmas extranjeras que busquen colocar bienes
SHANGHAI - Enfrentado a las sanciones comerciales de Estados Unidos, el exportador más grande del mundo, China cultiva una nueva imagen como país importador.
Un punto clave de esa estrategia es la decisión del presidente Xi Jinping de desarrollar la Exposición Internacional de Importaciones en noviembre. Para el evento, que ya atrajo a 2800 compañías de 130 países, China promete 160.000 compradores locales y la visita de funcionarios del gobierno.
El interés corporativo refleja el vasto poder de compra que tiene China. Están en la canasta de importaciones desde sistemas avanzados de producción industrial hasta bienes de consumo masivo como alimentos y servicios. Algunos economistas dentro y fuera de China predicen que su apetito por comprar podría sacudir al mundo pronto, tanto como su vasta producción industrial ya lo hizo.
China tiene un superávit comercial de mercaderías con al menos 96 países, según un análisis de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Al mismo tiempo, se lo ve como un país que mantiene sus propios mercados cerrados a las empresas extranjeras, al tiempo que las compañías chinas disfrutan de un fácil acceso a gran parte del mundo. Esta dinámica desigual irrita a los políticos globalmente y ha generado reacciones, como los aranceles impuestos por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a productos chinos por valor de US$250.000 millones. También hay críticas al hecho de que China practique la diplomacia entrampando con grandes deudas a naciones en desarrollo en las que desarrolla proyectos de infraestructura de alto costo.
Pekín defendió su política comercial en una respuesta que dio, a mediados de septiembre, a la acción de la administración Trump, diciendo: "No es intención de China tener un superávit comercial". China dice que ya es el segundo mayor importador del mundo y que gastará US$10 billones comprando bienes y servicios en todo el mundo en los próximos cinco años.
El gigante asiático es sede de unas 4000 ferias comerciales cada año. Pero la feria de importaciones planificada ahora por el presidente busca cambiar la percepción global.
"Están tratando de producir un efecto visual que demuestre su sensibilidad a las preocupaciones", afirma Jacob Parker, vicepresidente con base en Pekín del Consejo de Comercio Estados Unidos-China. Comparado con realizar cambios estructurales, tales como reducir el apoyo del Estado chino para competidores locales, dice Parker, absorber importaciones es "uno de los temas que la comunidad de negocios internacional ha planteado que con más facilidad puede responderse".
Como parte de la estrategia, funcionarios del Ministerio de Comercio chino han recorrido durante meses el mundo, presionando a compañías extranjeras, embajadas y asociaciones comerciales para que envíen delegaciones al evento, diciendo que es uno de los emprendimientos diplomáticos claves de este año.
"Se movieron velozmente y el programa se vendió rápido", dice Carlos J. Valderrama, jefe la sección internacional de la Cámara de Comercio del área de Los Ángeles. Agrega que las compañías de California ven valor en las relaciones públicas que pueden hacer inscribiéndose en un evento que el presidente de China considera una prioridad.
Pese al entusiasmo corporativo por venderle más a China, son pocos los gobiernos extranjeros o las corporaciones multinacionales que se muestran dispuestas a que sus personalidades más representativas apoyen personalmente la exposición, según entrevistas y respuestas a una encuesta de The Wall Street Journal a unos 30 gobiernos, más de una docena de corporaciones multinacionales y varias asociaciones comerciales.
La incertidumbre respecto de cómo se organizará el evento, incluyendo los objetivos políticos de China, hace difícil que participen CEO globales, según entienden varios diplomáticos y ejecutivos, aunque algunos de ellos estarían en la región en el mismo período.
Algunos dicen que una presencia de alto perfil podría interpretarse como un apoyo a la agenda comercial de Xi Jinping, en momentos en que está intercambiando golpes con Trump. Otros dicen que no hay acceso claro a políticos del más alto nivel en China. Dos personas que organizan la participación de sus corporaciones afirman que se les ha pedido una suma de inscripción de alrededor de US$2000, en medio de expectativas de que el mandatario chino podría anunciar algunas medidas de liberalización del mercado para satisfacer a gobiernos extranjeros.
Organizadores de la exposición dicen que 200 de las 500 empresas de Fortune pagaron por tener su espacio en Shanghai. Pero de más de una docena de compañías que respondieron a preguntas de The Wall Street Journal, solo una confirmó que iría un ejecutivo del más alto nivel. Más de dos docenas de gobiernos miembros del G-20 y la OCDE dijeron que sus delegaciones estarían encabezadas por enviados comerciales o económicos, incluyendo importantes socios comerciales tales como Alemania y Brasil. La embajada de Estados Unidos en Pekín ha dicho que Washington no ha decidido quién podría participar.
Un peso pesado de la política que se espera que participe es el director general de la Organización Mundial del Comercio, Roberto Azevedo. Y se prevé la presencia de un pequeño número de jefes de Estado.
Bajo las instalaciones con forma de trébol de 1,43 millones de metros cuadrados de superficie, a partir del 5 de noviembre la exposición mostraría un escenario similar al de la economía mundial, con helicópteros italianos y soja estadounidense, levadura francesa y una máquina molinera alemana.
La empresa Steinway & Sons, por caso, quiere aumentar la visibilidad de sus pianos. Facebook piensa promocionar los aspectos comerciales de su red social, mientras que Ernst & Young demostrará cómo funciona blockchain.
La ciudad de Shanghai está apurando una remodelación que implica una inversión de US$750 millones. Los subtes ya están adornados con la mascota de la exposición y mensajes de bienvenida a los visitantes, y la ciudad planea cerrar las escuelas y oficinas por dos días. Según informes oficiales, el control de seguridad incluye la prohibición de visitas de familiares a prisioneros durante la feria.
Mientras la batalla comercial con Estados Unidos ha amplificado los aspectos políticos de la feria de importaciones, las compañías globales están tratando de calibrar cómo mostrar apoyo a China y sus negocios.
Se ha confirmado la presencia de la presidenta de General Motors, Mary Barra; del presidente de EY, Mark A. Weinberg, y del presidente del fabricante suizo de medicamentos Novartis, Joerg Reinhardt, en una reunión a puertas cerradas con el alcalde de Shanghai, una semana antes de la feria. No se esperan, en cambio, sus presencias en las presentaciones de las compañías durante la exposición.
Traducción de Gabriel Zadunaisky
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