Brasil se mueve con ritmo propio
La teoría de las "velocidades diferentes" y la mala experiencia de la CAN
Desde los 90, el Mercosur y la Unión Europea (UE) intentan avanzar en un acuerdo comercial que facilite el intercambio. Empero, las políticas comerciales defensivas en el sector industrial del Mercosur (liderado por Brasil) y la reticencia de liberalizar el sector agrícola de los europeos han obstaculizado cualquier acuerdo. En términos políticos, fue el Mercosur quien mostró en los últimos 15 años poco entusiasmo en avanzar hacia un posible acuerdo. En otras palabras, la Argentina y Brasil percibían más costos que beneficios.
La tradicional postura defensiva de Brasil y el hecho de que el acuerdo se planteó bloque a bloque han servido como un cómodo refugio para la Argentina. Cabe recordar que el péndulo comercial (liberalización vs. protección) se inclinó en los últimos años hacia este último. La "liberalización comercial" no es una lema que la Argentina defienda en sus relaciones con el mundo.
Ahora bien, los pilares en los cuales se refugió el país se han desmoronado. En primer lugar, desde mediados de la primera década del siglo XXI la UE decidió cambiar la estrategia negociadora y avanzar en acuerdos con miembros puntuales de los procesos de integración regional. El caso de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) es emblemático. El acuerdo con Perú y Colombia firmado en 2012 fue el corolario de un proceso negociador que dejó afuera a los reticentes Bolivia y Ecuador. La libertad de acción que se otorgaron los miembros de la CAN para firmar acuerdos comerciales con terceros países provocó el ocaso de la integración andina.
En segundo lugar, y más importante aún, es el cambio de la postura brasileña. En los últimos días, la Cámara de Comercio Exterior de Brasil aprobó una propuesta en la cual prevé la eliminación del 87% de las tarifas de importación cobradas a productos europeos. Por pedido de la presidenta Rousseff, mañana, los ministros Fernando Pimentel y Luiz Alberto Figueiredo viajarán a Bruselas para entregar la propuesta brasileña y avanzar en un cronograma definitivo.
Recientemente, el vicepresidente de la Comisión Europea y responsable de Industria, Antonio Tajani, estuvo en Brasilia para ultimar detalles de las negociaciones. Desde Brasil hablan de "velocidades diferentes" dado el reconocimiento de que la Argentina está lejos de aceptar una liberalización de un universo tan grande de productos.
Según Daniel Rittner, del diario brasileño Valor Económico, "la decisión brasileña es ir para adelante, independientemente del grado de ambición de la Argentina".
Esta situación provoca un fuerte dolor de cabeza para la Argentina, traducido en una encrucijada. Acompañar a Brasil en su propuesta significa costos internos elevados debido a que parte mayoritaria del sector industrial se ha mostrado contrario a abrirse al mercado europeo. Asimismo, significaría un giro importante en materia de política comercial al suscribir un acuerdo de libre comercio. Por su parte, dejar que Brasil avance solo en un acuerdo representa, independientemente de la evaluación económica, un fuerte golpe político para el Mercosur y pone sobre el tapete las importantes divergencias entre Brasilia y Buenos Aires en sus modelos de desarrollo e inserción internacional. El escaso pronunciamiento del gobierno nacional es una señal del malestar y las disyuntivas que el tema provoca. Las mutaciones en materia económica y geopolíticas de Brasil han puesto a la Argentina, una vez más, en una situación incómoda. Salir de ese atolladero es un gran desafío para el Gobierno.
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