Brasil: la otra cara del real barato
Acumula una devaluación del 48% y la Argentina una de 40%; los analistas no descartan que la moneda brasileña pueda seguir depreciándose lo que siempre deriva en una mayor presión industrial por colocar su producción en nuestro país
Los argentinos que opten por Brasil para estas vacaciones tendrán algo de respiro en sus finanzas personales porque necesitarán menos dólares para costear sus vacaciones: el real afianza su devaluación y cada dólar equivale a 4 reales.
La cara menos feliz de este verano es la que muestra el comercio exterior argentino porque siempre la devaluación de la moneda local incentiva las exportaciones. Y la Argentina es plaza de preferencia para los productos brasileños por cercanía, complementariedad de cadenas productivas y por las preferencias arancelarias.
Brasil acumula una devaluación del 48% y la Argentina una de 40%; para ambos importar es más caro, pero nuestro principal socio comercial compra aquí el 6% de lo que necesita, mientras que Brasil representa para la Argentina el 20% de la demanda total
"El real está teniendo una caída muy importante frente al dólar y es nuestro principal socio comercial. La Argentina no tiene blindaje ante esta situación", señaló Miguel Ángel Boggiano, CEO de Carta Financiera y profesor de la Maestría en Finanzas de la Universidad de San Andrés en diálogo con LA NACION.
"Brasil ahora no importa, y el desequilibrio comercial se va a potenciar porque es el destino del 20% de nuestras exportaciones. Esto va a afectar más al sector automotriz y al de autopartes, porque es lo principal que exportamos a Brasil", indicó.
Boggiano agregó que "nada indica que haya terminado la tendencia (devaluatoria) porque los fenómenos políticos son los más difíciles de predecir, al no ser una variable económica", manifestó. Como ejemplo, destacó que cuando Dilma cambió su ministro de Economía, en un mismo día el real se devaluó un 4%.
"El importador brasileño debe destinar 4 reales por cada dólar cuando hace un año necesitaba 2,70, o sea que importar le cuesta un 48% más", explicó desde San Pablo Gustavo Segré, CEO de Center Group y profesor de la Universidad Paulista.
La dimensión del fenómeno comercial y sus implicancias a ambos lados se explica en el dato de que Brasil sólo compra "un 6% de todas sus importaciones en la Argentina", pero esas importaciones representan, vistas desde la Argentina, el 20% de los embarques al exterior.
"Es la política (el problema). Cuando se pierde el grado de inversión de parte de dos de las tres calificadoras de riesgo, los fondos de inversión están obligados por su estatuto a retirarse de ese mercado, lo que generó un aumento importante de la demanda de dólares", indicó Segré, tras aclarar que no obstante Brasil tiene "una gran cantidad de reservas, aproximadamente US$ 369.000 millones". "El Banco Central no recurrió a las reservas y dejó que el dólar se reacomode solo", amplió.
La amenaza de la "invasión brasileña" siempre está latente porque Brasil, si quisiera exportar a terceros mercados (como Europa) debería resignar de ganar entre un 10 y un 14 por ciento debido a los aranceles. Con la Argentina no tiene barreras comerciales.
Por otro lado, el fin del cepo implica que hay dólares "liberados" para los importadores, partícipes necesarios si llegara a darse el aluvión paulista de mercaderías. "El peso también sufrió una devaluación del 40%, por lo que se nivelaron las ventajas", agregó Segré.
Si bien es cierto que un dólar a $ 14 es más caro que a aquellos $ 9,80 que hacían falta, es también cierto que el ideario importador presupuestaba operaciones a un dólar que se acercaba más al blue que al oficial.
"La Argentina también tiene los mismos incentivos para exportar con este dólar y Brasil es un mercado que ofrece preferencias arancelarias. Si hay una buena estrategia comercial, la Argentina podría recuperar el terreno perdido, es decir, lograr el desvío del comercio: que Brasil importe desde la Argentina lo que antes hacía desde terceros mercados", concluyó Segré.
Así las cosas, lo que terminará definiendo todo será el mayor o menor intervencionismo y lobby bilateral que históricamente generaron las trabas pararancelarias que frenaron o impulsaron un comercio bilateral tan integrado como protegido.