Ariel Barraud: “La realidad muestra que las economías cerradas no generan desarrollo”
El economista analizó el freno que le provocan al crecimiento una visión proteccionista y las trabas que rigen para el intercambio comercial
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CÓRDOBA.- “La relación con Brasil es clave porque es el principal comprador y vendedor de la Argentina por cercanía; es crucial también porque en el bloque regional tiene liderazgo. Tiene que ver con la visión negociadora que responde a una distinta de la nuestra”, dice el economista Ariel Barraud, docente de Macroeconomía en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y director del Instituto de Investigaciones Económicas de la Bolsa de Comercio de Córdoba.
En diálogo con LA NACION, subrayó que hoy la Argentina ve a las exportaciones “como fuente de dólares y a las importaciones como sinónimo de algo negativo”. En el resto del mundo el intercambio es visto como positivo: “Las exportaciones no solo son tomadas como fuente de dólares, sino como una posibilidad de integrarse a las cadenas de valor globales. Nosotros no tenemos una política fuerte para consolidar las nuevas oportunidades, las que van por fuera de los sectores tradicionales”.
El economista analizó que la Argentina tiene una lógica mercantilista de la economía, “la prefiere más cerrada e insiste en cuestiones que fracasaron, que no van más. La realidad demostró que las economías cerradas no generan desarrollo; hay que abrir y no buscar conformarnos con mercados cautivos”.
-¿Cómo ve parada hoy a la Argentina en materia de comercio exterior?
-Es una materia donde es clave todo lo relacionado a las políticas aperturistas o de cierre que se instrumentan. Hoy la Argentina ve a las exportaciones como fuente de dólares y a las importaciones como sinónimo de algo negativo. En el resto del mundo el intercambio es visto como positivo; las exportaciones no solo son tomadas como fuente de dólares, sino como una posibilidad de integrarse a las cadenas de valor globales. Hasta ahora, nosotros no tenemos una política fuerte para consolidar las nuevas oportunidades, las que van por fuera de los sectores tradicionales. Por el lado de las importaciones, se toman decisiones para quitarles incentivo y eso también daña a las exportaciones. La visión debe ser obligatoriamente más estratégica, tiene que apuntar a cómo insertar al país en las cadenas globales; incluso el comercio internacional es analizado más hacia el Mercosur y no hacia el resto de mundo como lo hacen nuestros vecinos, Brasil, Uruguay, Paraguay.
-¿Esa mirada responde a una cuestión de coyuntura, de falta de dólares, o va más allá?
-Esta es una visión que se denomina mercantilista y está impregnada en la cultura económica argentina desde la época de la sustitución de importaciones y salvo las experiencias fines de los ‘70 y de la Convertibilidad, no hubo muchas más en la historia argentina. Incluso hay asociaciones que se realizaron con los cambios estructurales de la economía y que generaron desempleo en los sectores protegidos, entonces se identificaron esos cambios como etapas de alto desempleo. Si hay apertura comercial irrestricta puede pasar porque la modificación estructural hace que, en el camino, se genere desempleo. Ese es el efecto de corto plazo y se siente rápido, sobre todo en aperturas hechas con velocidad cuando sectores que estaban protegidos tienen que competir con lo que viene de afuera. Hasta que esos segmentos se readaptan se puede generar desocupación y eso puede haber determinado esa visión de que la apertura provoca pérdida de puestos de empleo antes de que la fuerza laboral se reconvierta. El sector exportador por excelencia de la Argentina, el agro, no es muy intensivo en uso de mano de obra, entonces es bueno apuntar los cañones a las nuevas oportunidades que abre el mundo. Hay potencial en biotecnología, en economía del conocimiento…pero es todo de largo plazo, no hay un aumento de un día para el otro.Nos hemos ido haciendo cada vez más cerrados.
-¿Más tiempo con estas políticas genera daño a largo plazo?
-Cuando uno se va cerrando y estructuralmente no apunta sus capacidades productivas a las cadenas de valor globales, reinsertarse en ese mundo es más complejo. Ya no existe que cada país se especialice en una producción; hay cadenas globales y cada país se inserta donde es más competitivo. Si se aleja mucho tiempo de esa dinámica y no adapta su estructura, queda rezagado, con un esquema más tradicional y viejo. Ni qué hablar de lo que pasa en la Argentina, a donde además, se dificultan las operaciones de comercio exterior con trabas burocráticas y problemas macroeconómicos.
-¿Por dónde se empieza a destrabar el entramado de problemas?
-La primera traba a desanudar, aunque no es fácil, es el acceso a las divisas. El mercado de divisas es el que termina transmitiendo precios y que sea transparente, abierto y libre de restricciones es la clave. Hoy, en la Argentina, es difícil pensar cuáles son los precios internos porque ese mercado está alterado. Después hay cuestiones más de largo plazo, como es la adaptación de las normas locales a las internacionales que es importante para no quedarnos atrás en los desarrollos. Hay que adaptar las reglas al nuevo comercio que es entre bloques y también intrabloques. Por ejemplo, con la Unión Europea hay diferencias que van desde las cuestiones ambientales a las compras públicas; todo eso forma parte de las negociaciones. No es lo primero para lo productivo, pero también hace al comercio internacional. Insisto en que la necesidad más urgente de resolver, de atacar, tiene que ver con el mercado cambiario.
-¿Primero estabilizar? ¿O primero eliminar el cepo?
-La estabilización es clave, pero van juntas las medidas. Lo que pasa con el dólar se traslada a precios y con un sistema de precios relativos tan desajustados pasa que no hay señales de a dónde debe dedicar la producción un sector, aunque sean estrategias para exportar toda la incertidumbre se transmite vía mercado cambiario. Las cosas debieran ir juntas, una situación más normal del mercado cambiario debe tener por detrás una política monetaria consolidada. No se puede tener un desorden máximo en el plano cambiario y tomar decisiones comerciales o de producción.
- Hay empresarios que piden remover trabas a las importaciones, pero también son muchos los que reclamaron durante años que no se abriera el ingreso de productos…
-Es así. Por un lado hay empresarios que prefieren, en lo posible, no competir con productos que tienen menores precios relativos. Por ejemplo, los que vienen de China que tiene reglamentaciones laborales más laxas, con menos costos laborales y hace que sea difícil competir por costos. En el desorden macroeconómico que se vive hubo incentivos para el empresario local importador por un dólar artificialmente más bajo; eso provoca una distorsión de las decisiones de importación y hay un comportamiento especulador. Es pura lógica de expectativa económica y de lo que podría pasar. Ya sabemos, a nivel local, que el dólar en la Argentina siempre es más caro mañana que hoy.
-A nivel de bloque regional, ¿Brasil sigue siendo una relación clave?
- La relación con Brasil es clave porque es el principal comprador y vendedor de la Argentina por cercanía; es crucial también porque en el bloque regional tiene liderazgo. Tiene que ver con la visión negociadora que responde a una distinta de la nuestra. Brasil lleva la batuta de Sudamérica, tiene una capacidad negociadora importante. Entiende que el comercio exterior es crucial para el desarrollo; sumarnos a esa visión será clave. La apertura, está demostrado en el mundo, afecta positivamente el desarrollo. Hay que tratar de ver cómo aunar estructuras productivas a las cadenas de valor, sumarnos en conjunto y no como competidores; hay que hacerlo aprovechando la fuerza de Brasil. Hay más ventajas en esa estrategia que en ver cómo podemos hacer para rapiñarle algo o sustituir algún segmento de los que atienden ellos. Las economías van en conjunto, con una estructura similar de ventas al exterior. Ya vemos que Brasil tomó la delantera en mercados en donde la Argentina era potencia; somos economías bastantes suplementarias y tenemos que buscar actuar más como bloque y menos como rivales que es lo que surge y vemos en algunas de las rondas de comercio que existen.
-¿Un caso es la discusión del acuerdo con la Unión Europea?
-No hubo una estrategia conjunta; hay visiones divididas por la política internacional. Es muy clara la orientación de Brasil y de Uruguay que incluso plantearon que el Mercosur les funciona como un corset que no les permitía hacer acuerdos por fuera del bloque. El tratado fundacional del Mercosur no se ha actualizado y hay necesidades de cambio vinculadas con el aggiornamiento a la nueva realidad económica que no es la del Tratado de Asunción. Hoy hay productos globales, servicios globales. Hay que actuar para evitar la primarización de las exportaciones; la Argentina tiene capacidades para explotar. Los socios están buscando una vuelta distinta y avanzan en acuerdos unilaterales y nosotros nos quejamos de algo que tendría más beneficios para aprovechar. La Argentina tiene una lógica mercantilista de la economía, la prefiere más cerrada e insiste en cuestiones que fracasaron, que no van más. La realidad demostró que las economías cerradas no generan desarrollo; hay que abrir y no buscar conformarnos con mercados cautivos.
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