América latina podría convertirse en una alternativa a China
Sin embargo, esto sucederá solo si no interfieren las políticas proteccionistas de algunos funcionarios de la región
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Las economías de América latina están sacudidas por la pandemia. Ninguna otra región sufrió una caída mayor de su PBI en 2020 ni una tasa de mortandad más elevada. Aún antes de que llegara el coronavirus las economías latinas más grandes iban a la zaga de países del mundo emergente exitosos en Asia y Europa. Se vieron trabadas por malos gobiernos, dependencia excesiva de commodities y proteccionismo. En cuanto a lo elevado de sus barreras al comercio la región sólo es superada por el África subsahariana. Entre 1995 y 2015 su participación en las cadenas globales de producción subió sólo 0.1%, en el resto del mundo el comercio de las cadenas de producción dio un salto del 19%.
Pero las Américas ahora tienen una oportunidad de avanzar. Lo caprichoso de los entes reguladores chinos, el Estado enredado del comercio global y la tendencia hacia traer de vuelta la producción a los países o a otras naciones cercanas está llevando a firmas en los Estados Unidos a reevaluar donde deben construir fábricas e invertir su dinero. Con las políticas adecuadas los países latinoamericanos podrían ser locaciones atractivas para nuevas plantas que proveyeran a Estados Unidos y a los países de la región. Esta es la mejor oportunidad en décadas para promover una política de integración económica regional.
Que ello ocurra dependerá en parte del presidente Joe Biden. Distintos gobiernos latinoamericanos ya están siendo cortejados para que participen en la asociación de Biden Reconstruir un Mundo Mejor, un programa de inversión en infraestructura que busca contrarrestar la iniciativa China. Pero por más que tenga buenas intenciones al plan de Biden le falta ambición.
Además de promover la construcción de infraestructura Biden debiera urgir a sus vecinos a que bajen sus barreras comerciales, armonicen las cláusulas de cientos de acuerdos comerciales que ya atraviesan la región y eliminar procedimientos aduaneros onerosos.
Nadie debiera subestimar lo difícil que será superar el escepticismo de América Latina de los mercados. Grandes economías como la de Brasil y la Argentina han sido proteccionistas por mucho tiempo, con altas barreras comerciales en favor de firmas locales. El resultado de acuerdos comerciales pasados a veces ha sido una desilusión.
Sigue habiendo errores en la política. Líderes de izquierda tales como Andrés Manuel López Obrador de México, quieren menos capital privado en la economía, no más. Perú recientemente eligió un líder de extrema izquierda, Pedro Castillo, que ha estado buscando calmar la aprehensión del mercado respecto de sus políticas económicas, con éxito limitado.
En parte como resultado de ello, América latina no ha logrado transformarse económicamente como lo ha hecho Asia oriental en la última generación. Desde que el acuerdo de comercio libre de América del Norte entró en vigor en 1994, el ingreso per cápita real en México, medido por el poder de compra, se ha retrasado aún más frente al de Estados Unidos. Sin embargo se pueden encontrar señales de apertura. Uruguay está buscando nuevos acuerdos comerciales con China y, como parte de un agrupamiento regional, Corea del Sur. En Ecuador Guillermo Lasso, el presidente y ex banquero, está batallando valientemente contra el populismo. Países que han estado abiertos al comercio, como Chile y Costa Rica, han crecido más que sus pares latinoamericanos que miran hacia adentro.
Incluso México muestra signos esperanzadores. En años recientes sus exportadores compitieron directamente con los de China en industrias que China llegó a dominar. Ahora los mexicanos se han adaptado. Aunque el crecimiento general del país ha sido desilusionante, sus fabricantes han pasado de textiles de bajo valor a industrias como la automotriz, la aeroespacial y la de semiconductores, que se beneficiarán de estar cerca de Estados Unidos y lejos de China.
Biden podría ayudar uniendo el acceso a inversiones muy necesitadas a través de Reconstruir un Mundo Mejor con un impulso a la liberalización del comercio. En septiembre miembros de la administración Biden visitaron Colombia, Ecuador y Panamá, para medir el interés en la iniciativa, que también podría fortalecer las defensas de América latina frente al cambio climático.
La alternativa a la integración es muy negativa. Si continúa el estancamiento económico en América Latina los gobiernos tendrían muchas dificultades para cubrir los costos crecientes del cambio climático. La falta de empleo y de crecimiento irritaría a sus ciudadanos cada vez más frustrados, muchos de los cuales han salido a las calles a protestar en los últimos años.
Similarmente, un mayor giro hacia el encierro en América latina no serviría a la seguridad y los intereses comerciales de los Estados Unidos. Como mínimo sería una oportunidad perdida de expandir los mercados para las firmas de los países. Biden tiene la oportunidad de ayudar a crear una región más próspera. Debiera aprovecharla.
Traducción de Gabriel Zadunaisky
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