Alejandro Vigil: “Tenemos un dólar que está atrasado, por lo que hay productos que no son rentables”
Además de lidiar con la coyuntura, el nuevo presidente de Wines of Argentina busca combinar herramientas digitales con la presencia física en las ferias internacionales
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En el primer tramo del año, las exportaciones de vinos argentinos mostraron números negativos tanto en valor como en volumen, sin embargo, el sector se muestra optimista y apuesta a los nuevos canales de comunicación digital para fortalecer el lugar de las pymes con potencial exportador. Durante el primer trimestre de 2022 ingresaron casi 190 millones de dólares por la venta de poco más de 65 millones de litros, lo que significó un descenso de casi 4 % en valor y más de 17 % en volumen.
En el mismo lapso, el valor del precio promedio del litro de vino llegó a 2,89 dólares, lo que marca un alza del 16,47%, según los datos del Observatorio Vitivinícola Argentino en base a información del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). Además, al analizar los datos de 2021, se destacan las ventas a países de América Latina que ascendieron a US$180 millones, lo que representa el 24% de la participación, en relación al resto del mundo y significa un crecimiento del 21% para el período 2012 - 2021.
En ese sendero, Wines of Argentina (WofA), responsable de la promoción del vino argentino a nivel global, define los lineamientos futuros. “Nuestro país atraviesa hoy un punto de inflexión. Necesitamos seguir articulando los diferentes actores del entramado vitivinícola, generando instancias y estrategias para hacer frente a los desafíos que tenemos por delante para seguir exportando vino argentino al mundo”, definió Alejandro Vigil, enólogo y titular de la institución desde abril de 2022.
“Tenemos una gran oportunidad y desde WofA vamos a trabajar para que la base de bodegas que exportan se amplíe, sumando a los pequeños productores de todo el país. Ese es nuestro objetivo e instancias de intercambio como estas nos permiten aunar criterios, sentar bases comunes y definir los lineamientos para lograrlo”, expresó durante el cierre del seminario “Visualizando el escenario futuro para el #VinoArgentino”, que se enfocó en las oportunidades que se presentan tanto en Estados Unidos, principal comprador de vino argentino, como en países de la región como Brasil y México. Respecto a Europa, se puso la atención en Reino Unido y países escandinavos.
“Hay un camino para recorrer”, planteó Vigil en diálogo con LANACION y reflejó su intención de trazar “políticas de largo plazo con objetivos y plazos definidos”. “Wofa tiene un solo objetivo, y eso es lo bonito de este trabajo, que es promocionar el vino argentino, pero, a la vez, para hacer esa promoción tenemos distintos caminos”, dijo y contó que en su rol de directivo va relanzar la metodología a partir de la nueva cosmovisión del mundo en la pospandemia. “Las herramientas digitales, el ecommerce y el marketing explotaron durante la pandemia, pero tenemos que rever esta forma de comunicar los vinos en general: la gente quiere ver y tocar”, aseveró.
–¿Cuál es la expectativa de producción y exportación para el año?
–Lo que estamos viendo en exportación es una tendencia a la suba en fraccionado, pero en embotellado también hay muchas posibilidades de terminar muy bien en un determinado segmento. Tenemos un dólar atrasado por lo cual hay productos que no son rentables. En donde somos rentables hacia arriba vamos a tener un crecimiento muy bueno, en donde no somos vamos a desaparecer porque nadie va a exportar a pérdida porque desaparece la empresa. Por supuesto que en el granel, hay años que es vedette como en 2021 pero ahora resulta casi imposible. No solamente por las condiciones cambiarias, hay otras condiciones que nos hacen menos competitivos, es una cosecha muy pequeña.
– ¿Las dificultades para importar son otra de las condiciones que restan competitividad?
–Sí, hay una gran cantidad de insumos que importamos. En viñedos tenemos desde tractores a fertilizantes, pero también una gran cantidad de productos sanitarios que se van a ver fuertemente afectados. Además, insumos etnológicos para las bodegas, levaduras y todo lo que es envases, porque la fabricación nacional no da abasto; hay importación de tintas para las etiquetas, corchos… hay importación todo el tiempo, pero lo que hay que entender es que es uno de los pocos productos al que se le suma valor agregado en el país. Tenemos uvas, lo convertimos en vino, lo embotellamos y lo mandamos en una caja con nombre y con región, no es que hacemos un grano de granel, esto tiene un agregado enorme, y esto es parte de la industrialización.
– No llegar o hacerlo tarde puede significar perder un cliente, un destino o todo un mercado.
–Sí, es muy fácil perderlo, pero es muy complejo estar en la carta de un restaurante; el día que te reemplaza perdés toda la inversión, es un retroceso muy grande. La dinámica de nuestra actividad va superando todas las coyunturas, se sigue manteniendo y sigue trabajando siendo líderes en calidad. Hay pocos productos donde logramos esta calidad a nivel internacional con productos con 100 puntos. Salimos a competir al mundo con los mismos que están en Estados Unidos o en Francia y nos ponen en una góndola; es súper complejo que elijan un vino argentino en esta enormidad de universo de productores y lo estamos logrando.
– ¿Cuáles son los principales destinos del vino hoy?
–Estados Unidos es un mercado fundamental, junto con Inglaterra y Brasil. En general Latam es una oportunidad y para eso trabajamos en conjunto con Cancillería y la Agencia de Inversión – Aaici- para poder lograr buenos aranceles para avanzar desde otro lugar. El mundo se ha vuelto a expandir en tamaño por la problemática enorme que hay de logística, entonces, trabajar con mercados cercanos nos puede ayudar a ganar nuevas góndolas.
Tenemos países cercanos como Perú donde hay un gran consumo de vino argentino y podemos profundizarlo, México es un gran destino de nuestro vino. Más allá de los grandes consumidores, podemos llegar a crecer en estos países donde por cultura, cercanía y aprecio mutuo de países podemos hacer diferencia.
–¿Qué es la “premiumización” del mercado?
–Es un concepto que marca que el cambio de hábito en el consumo es muy fuerte en muchos países. No se consume vino todos los días, sino una botella a la semana, pero de mejor calidad.
– ¿Cuánto tiene que ver la cultura y cuánto la herencia en el consumo de vino?
–Las formas de consumo son distintas en las distintas regiones. En el último workshop hemos podido identificarlo fácilmente. Por ejemplo, en la forma de compra, China y Brasil son muy parecidos, y muy distintos a lo que hace Inglaterra y la tendencia que hay en Estados Unidos. Hay que empezar a trabajar para identificar el consumidor de vino y por qué llega. Estamos haciendo ese trabajo para determinar si es la etiqueta, la marca o la región.
- ¿Qué enseñanzas le dejó la pandemia a la industria del vino?
-Por los datos diagnósticos, duros y absolutos que hemos tenido, el comportamiento del consumidor en gran parte del mundo ha sido tan distinto como dispar. Hay lugares donde el incremento ha sido abismal, otros donde ha disminuido. La actividad realmente lo que ha entendido es que con un trabajo serio de comunicación llegamos a gran parte de las mesas de forma directa. Al principio no era tan coordinado, pero entrabas a cualquier red social y se estaba hablando de vinos. En un momento dado pensé que era porque mis redes sociales están abocadas a vinos, pero empecé a ver las redes sociales de mis hijos y no, estábamos ahí. Esto nos hace pensar EN cómo nos vamos a relanzar. Creo que el marketing digital nos ayudó, pero también es muy direccionado a quien tiene muy buena distribución, entonces, tenemos que empezar a revisar esta situación.
-¿En qué se puede sustentar esa nueva comunicación?
-En gran medida a mí me gusta lo que se llaman misiones inversas, donde podés trabajar con distintos actores, porque no solamente estamos generando movimiento en el tema vino sino también en el turismo. Tenemos que empezar a trabajar bien enlazados y fuertes; hacer una movilización no solamente pensando en el consumo en el exterior sino en el consumo en el interior, pero de turistas, que es una exportación muy fuerte y una distribución muy interesante de recursos. Si queremos que crezca la actividad tenemos que volvernos a encolumnar en nuestra bandera que es el malbec y a partir de ahí desarrollar nuestra comunicación. Más allá de todo lo que podamos sumar: la bonarda, el cabernet franc, el semillón, el torrontés.
- Como buen conocedor de cepas y variedades ¿Qué producto sobresale en el exterior?
- Hemos comenzado un movimiento en exportación muy fuerte que no nos tomó por sorpresa. En el año 2000 teníamos 16 hectáreas de malbec y la demanda fue netamente de este tipo. Tuvimos que hacer un cambio estructural que fue plantar; ahora, 20 años después estamos en casi 50 mil hectáreas de malbec. La vitivinicultura tiene este proceso que no es instantáneo, no es que prendés una máquina, apagás otra y listo.
- El consumo en lata ¿es moda? ¿Qué opina de este proceso de industrialización?
- Mi opinión es que es válido todo tipo de forma de consumo. Y necesaria, también. Ahora, si impacta afuera, en términos globales, al parecer no es tan importante, pero muchas veces uno tiene que entender que hay productos que no van a aumentarte la demanda, pero van a hacer que crezca a futuro. Creo que este es uno de los puntos donde hay que pensarlo, que gente que no está cercana al vino se anima y empieza este proceso de conocimiento de la bebida.
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