Alejandro Díaz: “Esta es la última chance para nuestra generación”
El CEO de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en la Argentina plantea que este momento es un punto de inflexión para el futuro del país; subraya que hay que revertir las intervenciones arbitrarias del Estado
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CÓRDOBA.- “Es la última oportunidad para revertir la tendencia negativa en que viene el país, de revertir las políticas públicas”. La definición es de Alejandro Díaz, CEO, AmCham Argentina, la Cámara de Comercio de Estados Unidos, quien subraya que era así “cualquiera fuera el ganador” de las elecciones. A lo largo de una charla con LA NACION, el ejecutivo insistió en la necesidad de “normalizar” la macroeconomía, remover restricciones para exportar, ir hacia la unificación del tipo de cambio y permitir la remisión de utilidades a las empresas. “Libertad de empresa”, resume.
Díaz asumió su cargo de director Ejecutivo de AmCham Argentina en 2007. Inició su actividad laboral en Macrosa y su formación lo llevó a desempeñarse luego en la División de Auditoría para Arthur Andersen – Pistrelli, Diaz y Asociados. La AmCham es una “organización no gubernamental, independiente y sin fines de lucro” creada hace 106 años. Nuclea a unas 620 empresas que aportan 19% del PBI de la Argentina y alrededor de 39% de la recaudación, 19% de las importaciones y 23% de las exportaciones del país.
Unos días antes del balotaje, la institución emitió un comunicado con diez propuestas. En esa línea resaltó la necesidad de “introducir rápidamente reformas integrales y de profunda transformación, para hacer de Argentina un país viable. Estas medidas deberán establecer un marco propicio para el incentivo a la inversión privada, el incremento de la producción y los servicios, el aumento del empleo privado formal, la disminución progresiva de los niveles de pobreza y la integración de nuestra sociedad”.
- Los empresarios que integran la AmCham, ¿percibieron la elección de este año como un punto de inflexión para la Argentina?
-Claramente se tomó así, independientemente de cuál hubiera sido el resultado, de quién hubiera sido el ganador. Después de 12 años de decadencia sistémica del país, era así. El único indicador más o menos positivo era el del empleo, todo el resto viene mal. El proceso electoral se percibió, claramente, como un punto de inflexión, como la última oportunidad para revertir la tendencia negativa en que viene el país, de revertir las políticas públicas. También se ve como la última chance de nuestra generación.
-¿Qué políticas públicas se deben cambiar de manera más urgente?
- Hay un desgaste de las políticas intervencionistas -que solo tuvieron un período del gobierno de (Mauricio) Macri en donde no estuvieron-, hay un desgaste de la imposibilidad de ejercer lo que comúnmente se denomina “libre empresa”. Del 2008 al 2015 vivimos esa situación y también en los últimos cinco años. Hemos visto conceptos que son desconocidos en el mundo, como que el Estado defina precios de productos; determine cuál se importa o no; resuelva si se puede acceder al Mercado Único y Libre de Cambios o no; defina valores en programas como el de Precios Justos provocando un desfasaje entre el precio de costo y el de venta. Es larga la lista de estas políticas. Las empresas, en vez de focalizarse en el consumidor, en sus portafolios de productos y servicios, en sus estrategias de comercialización, debieron poner el foco en las situaciones derivadas de estas decisiones. Este cambio que llegó con las elecciones modificará ese mecanismo. Los empresarios entienden la dificultad de salir, el desafío que implica resolver los problemas.
-Pese a ese diagnóstico y a que muchas empresas dejaron la Argentina, es importante el número que resiste y se queda, ¿por qué cree que pasa?
-Es más en una reunión sorprendió esa decisión. Puede ser por la fuerte importancia que tiene la Argentina como mercado para las empresas internacionalizadas y por la potencialidad de sus recursos. Incluso el número de socios de Amcham creció entre 5% y 6% anual en los últimos tres años. La decisión de quedarse y de seguir apostando por el país se debe a múltiples razones, muchas entienden la dificultad que atraviesa la Argentina; hay también muchas compañías lideradas por argentino. Si la tendencia se revierte en el segundo semestre, se van a ahuyentar los riesgos que hoy presenta el país. Este es un tema, el de la importancia de la Argentina, que conversamos con representantes del gobierno de Estados Unidos. Desde la perspectiva geopolítica el país tiene un rol importante en el cono sur y por eso las administraciones estadounidenses vienen ayudando para facilitar el proceso de negociaciones con el FMI para evitar que entre en una crisis mucho mayor.
-Precisamente, ¿la relación entre la Argentina y Estados Unidos terminó dominada por la economía?
-Esta colaboración fue lo que necesitó el país en el corto plazo, fue esa ayuda en el FMI pero no creo que eso haya hegemonizado el vínculo. La Argentina no ha hecho profundizaciones en otros aspectos como pueden ser los cupos para exportar cítricos; las condiciones para vender aluminio y acero y biodiésel. No se establecieron muchos convenios. De hecho, el gobierno anterior cerró su período con la decisión de no aprobar la nueva versión del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea. El predominio de lo económico es una consecuencia de la necesidad de la Argentina, pero lo geopolítico pasa por un tema más amplio, independientemente de quién hubiera sido electo en el país.
-¿Cuáles son las preocupaciones dominantes entre los empresarios de AmCham? ¿Qué sectores aparecen entre los más relevantes para atraer inversiones?
-Hay situaciones transversales que deben resolverse para empezar a focalizar inversiones futuras. Lo primero es normalizar la macroeconomía; difícilmente ante un escenario de desestabilización haya inversiones, independientemente de los sectores que habitualmente son atractivos. Para volver a ser un centro de inversión general, debe volver a haber libertad de empresa, terminar con la cantidad de tipos de cambios que existe, posibilidad de repatriar dividendos. Hay que recalibrar el modelo de negocios de las multinacionales. En Amcham tenemos representados 42 sectores de la economía y vemos que esta problemática es general. Tiene que ser revisada con políticas públicas para que avanzado en el 2024 el país vuelve a ser confiable. Si es así, habrá sectores atractivos más allá del de los minerales críticos, la economía del conocimiento, los agronegocios, o Vaca Muerta. Tenemos que volver a exportar libremente productos, remover las restricciones o trabas a las exportaciones, debe regresarse a un marco competitivo. Es difícil entender por qué en la Argentina se sigue discutiendo si al crecimiento lo trae la inversión o el consumo. En el mundo, desde los ‘90, nadie lo piensa. La inversión privada crea las condiciones para el crecimiento. Las organizaciones, las empresas, están pendientes de las decisiones que se tomen para ver si la Argentina vuelve a ser confiable.
-Más allá de los sectores que mencionó, ¿detectan otros con potencial significativo?
-Lo es el de los minerales no críticos como el cobre y el oro. La Argentina tiene las mismas condiciones geológicas que Chile pero exporta el 10% de lo que exportan los chilenos y eso es producto de políticas públicas. Hay casos, como el de San Juan, donde las políticas funcionaron; si se extienden será un sector generador de ingresos y recursos fiscales importantes. La pesca en el Atlántico norte también tiene potencial; es una industria de la que no se habla demasiado. Hay desaministración de la seguridad marítima, no tenemos los recursos de protección el área. También están las energías renovables, si se establece nuevos mecanismos de inversión como fueron los planes Renovar de 2016 y 2017 puede generarse una nueva estructura sin dejar de depender en lo inmediato de los hidrocarburos. El 65% de la exportación está dominada por los agronegocios, si se explotan las otras potencialidades porque se dan las condiciones el país no va a depender de una sequía y de la magnífica competitividad del campo. Hay que nivelar las variables, reducir impuestos a las exportaciones, remover restricciones.
-La firma de la Argentina del ingreso a la OCDE, más allá de que es un proceso, ¿servirá para elevar parámetros?
-Absolutamente. El ingreso es un proceso, se transitó bastante en la administración de Macri, se trabajó durante cuatro años para conseguir la invitación que llegó hace más o menos dos y no se respondió. Es una buena decisión estratégica la de aceptar y recorrer el camino. Puede mejorar sustancialmente determinados aspectos, como el de adecuar la estructura regulatoria. No nos va a dar más competitividad, nos va a obligar a mejorar. Si lo hacemos bien nos vamos a encontrar en cuatro u ocho años con un impacto en nuestra capacidad de producir.
-También apoyan el acuerdo Unión Europea-Mecorsur, lo mencionó antes.
-Es un caso parecido al de la Ocde pero con requisitos distintos ya que impacta en el comercio multilalteral, son acuerdos con impactos diferentes. El haber aprobado hubiera permitido, al menos, que los países europeos hubieran avanzado individualmente en la ratificación. Claro que son 27 los que deben avanzar, pero se podía empezar con las ratificaciones. Igual, un acuerdo firmado, ratificado y ejecutable no servirá mucho sino somos competitivos.
-¿Qué les parece la decisión de no sumarse a los Brics?
-Son pocas las ventajas competitivas que nos da; es una alianza que comenzó hace unos 12 años y ya operamos comercialmente con sus integrantes. Ingresar no nos condiciona para poder seguir haciéndolo; el único beneficio podría ser tener financiamiento del nuevo Banco de Desarrollo, usar los préstamos que, probablemente, la Argentina no necesite. A veces perdemos el foco de que del 100% de nuestras deudas, las internacionales son el 12%; el problema principal no radica en la incidencia de los créditos internacionales sino en la readecuación de la deuda en pesos. Si el objetivo del nuevo gobierno es occidentalizarse, ingresar a los Brics no suma.
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