Agustín Tejeda Rodriguez: "El mundo nos da hoy una nueva oportunidad"
"En el pasado no tuvieron los resultados esperados no los tendrán esta vez", afirma economista jefe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), Agustín Tejeda Rodríguez. Se refiere al hipotético caso de que el gobierno decidiera aplicar un aumento, con la expectativa de que se podrían desacoplar precios internos y externos. Tejeda Rodríguez se apoya en la experiencia vivida por el país y algunos estudios que dan cuenta de la poca eficacia que han tenido las políticas destinadas a instrumentar tributos sobre los productos exportados, para acreditar sus conclusiones.
Señala además otro aspecto negativo de los derechos de exportación: "es un impuesto procíclico que afecta la sostenibilidad de la empresa agropecuaria, agravando las pérdidas en años malos porque no ajusta en escenario de bajos precios y márgenes muy apretados, como los que estábamos viviendo hasta hace apenas unos meses, y tampoco en situaciones climáticas adversas como la sequía que estamos atravesando actualmente, con muchos productores viendo reducido el volumen de sus cosechas". Estima que "una moderna política agropecuaria debe tender a eliminar los derechos de exportación y ofrecer herramientas para que el productor pueda gestionar los enormes riesgos "inherentes a su actividad.
-¿Preocupa que se barajen medidas regresivas?
-Como ya ha sucedido en el pasado, en momentos de aumento de precios internacionales de los productos agrícolas, se renuevan en la Argentina preocupaciones sobre el impacto de estos aumentos en los precios de los alimentos en el mercado interno. Y muchas veces estas inquietudes han derivado en la aplicación de políticas, como derechos y restricciones a las exportaciones, con el objetivo de desacoplar precios internos de los internacionales y evitar que las subas impacten sobre la inflación. Quizás el período de mayor intervención se dio entre 2008 y 2015, cuando se implementaron altos derechos de exportación, así como cupos a las exportaciones de trigo, maíz y carne, entre otros productos.
-¿Estima que no resultan en favor del consumo interno?
-Distintos estudios realizados por entidades como la Bolsa de Cereales y organismos internacionales demuestran que esas políticas tuvieron impactos poco significativos sobre los precios de los alimentos en góndola. Y la explicación es sencilla: los granos tienen una incidencia menor en el precio final de los alimentos (en promedio el 12 por ciento) y, por lo tanto, afectar su precio no tendrá impacto sobre los consumidores finales, especialmente en un contexto inflacionario.
Sin efectos sobre el bienestar de los consumidores, que verían los precios de los alimentos aumentar al ritmo de la inflación, estas políticas tendrían efectos muy negativos sobre los incentivos a producir y el bienestar de los productores. Esto sucedió en anteriores experiencias, cae el área sembrada y la inversión en tecnología, lo cual provoca una caída de la producción en el mercado doméstico y, en consecuencia, precios superiores a los registrados al momento de adoptarlas.
-¿Puede concretarse una suba del 12 al 15 por ciento de retención al maíz y al trigo? ¿Cuánto incidiría en el precio del pan?
-El gobierno conserva por la ley de Emergencia Económica la posibilidad de llevar las alícuotas de derechos de exportación del trigo y el maíz del 12 por ciento actual al 15. No podría responder sobre las posibilidades de que la decisión finalmente se adopte. Pero sí puedo decir, en línea con lo anterior, que esa suba no tendrá efectos significativos en los precios de los alimentos en la góndola. Una suba del 3% en la retención al trigo apenas produciría una baja de 0,75 pesos en el precio del pan (-0,5 por ciento). Por otro lado, un aumento de esta magnitud en los derechos de exportación afectaría las decisiones de cara a la próxima campaña, resultando en una menor oferta de trigo.
– Sucedió en años anteriores
- Precisamente, el trigo ha sido un caso paradigmático en la experiencia reciente en materia de derechos y restricciones a las exportaciones. Entre 2008 y 2015 los productores llegaron a recibir apenas el 50 por ciento del precio internacional. La caída en la rentabilidad del cultivo, sumada a la incertidumbre que introducían las restricciones a la comercialización, llevaron a los productores a reducir el área sembrada, especialmente en las zonas más alejadas de los puertos y con menor potencial de rendimiento. Los efectos negativos sobre la oferta llevaron a que, en 2013, el trigo argentino pasara de ser el más barato a convertirse en el más caro del mundo. Se llegaron a negociar contratos por un valor superior a los 600 dólares por tonelada en la Argentina, cuando a nivel internacional el valor promediaba los 310 dólares por tonelada. El sector agroindustrial argentino tiene un enorme potencial para ser protagonista de la recuperación de la economía, pero se encuentra limitado porque nuestra política agropecuaria es la más negativa del mundo, como muestran los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD). El mundo hoy nos presenta con estos precios una nueva oportunidad. Lo peor que podemos hacer es no aprovecharla implementando políticas basadas en premisas equivocadas.
-¿Cuál podría ser el camino para ganarle a la inflación?
-Los precios de los granos no son los responsables de la inflación y por eso es que modificar derechos de exportación para tener granos más baratos en el mercado interno no tendrá impactos significativos sobre el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Como mostramos en el trabajo del Campo a la Góndola, la suba de casi el 80 por ciento que experimentaron el trigo y el maíz el año pasado apenas explicaron 0,5 puntos porcentuales de la inflación del 30,6 por ciento del IPC de la Capital Federal. La mayor parte del precio de los alimentos está relacionada con otros insumos y costos, como salarios, energía, alquileres, fletes, impuestos, utilidades y otros costos de distribución. Por tanto, una política destinada a combatir las causas de la inflación, incluida la de alimentos, debería basarse en otras herramientas de política monetaria, cambiaria y fiscal para ser exitosa.
En relación a las consecuencias, la Argentina tiene un serio problema de inflación que afecta especialmente a la población vulnerable, bajo la línea de pobreza. Es muy importante entonces la implementación de políticas que permitan mitigar los efectos negativos de los aumentos de precios de los alimentos sobre los consumidores. En este sentido, son las políticas de subsidios a la demanda las que mejores resultados han mostrado en términos de eficiencia y equidad, tal cual lo muestran experiencias internacionales de ayuda alimentaria como los cupones de alimentos de la Ley Agrícola de Estados Unidos. Las nuevas tecnologías permiten hoy llegar de manera sencilla a quienes necesiten de la política.
-Los precios que alcanzaron nuestros principales granos de exportación tuvieron un rally positivo en los últimos meses. ¿Son valores para entusiasmarse si los proyectamos para adelante?
-Los precios de los granos han mostrado una tendencia muy positiva, con un gran crecimiento en los últimos meses, que los deposita en valores que no veíamos desde 2014. Entre las causas de estos incrementos encontramos factores fundamentales relacionados con la oferta y la demanda global, así como con los mercados financieros. Entre los primeros, podemos destacar la recuperación de las principales economías del mundo, el gran dinamismo que ha mostrado la demanda de China, con compras de maíz y soja en niveles récord, una producción en los Estados Unidos menor a la esperada, con preocupaciones por la cosecha en la Argentina y en Brasil, por un escenario climático que se presenta adverso. Una oferta restringida y una demanda en crecimiento llevaría a los stocks finales mundiales y estadounidenses a los más bajos desde 2013.
En relación a los segundos, la política monetaria y fiscal expansiva implementada por EE.UU. reduce las tasas de interés, provocando que los fondos especulativos busquen mercados alternativos con mayores oportunidades, como el agrícola, y debilita el dólar respecto al resto de las monedas, lo que se traduce en mayores precios de commodities.
Pero si bien el escenario encuentra argumentos sólidos para pensar en precios sostenidos, lo que es una gran noticia para la Argentina, hay que ser prudentes en el análisis y tomar medidas para cubrirse ante posibles variaciones. Basta recordar con que hace apenas unos meses nos encontrábamos ante los precios más bajos de los últimos diez años y nadie preveía un escenario como el actual.