Acuerdo UE-Mercosur. Acordar o buscar una estrategia alternativa de desarrollo
Después de un inusualmente largo noviazgo de más de 20 años, el Mercosur y la Unión Europea (UE) redactaron el acuerdo pre-nupcial y solo resta dar el sí para que sus destinos se enlacen en un tipo de vínculo que, según los pronósticos, transformará el estilo de vida de sus partes, si no para toda la eternidad, al menos por varias décadas. Siguiendo las últimas modas, es una relación de poliaamor, abierta a nuevos miembros, pero no debe confundírsela con el amor libre de la década del 60; por el contrario, el acuerdo contiene numerosas reglas, y algunas de ellas sepultan la liberalidad que la Argentina venía practicando en sus relaciones comerciales.
Parece haber un amplio consenso, que incluye a los entusiastas de la propuesta, de que el acuerdo en sí no traería grandes ganancias comerciales para el país, ya que las ventajas obtenidas en el acceso al mercado de la UE (limitadas, incluso, por cupos) se verían compensadas por la pérdida de participación en el mercado de Brasil, Paraguay y Uruguay, a donde los productos europeos podrían ingresar sin arancel, sin restricción cuantitativa, pero con la ayuda de los subsidios del tesoro comunitario.
La pérdida del acceso preferencial al mercado mercosureño, desde ya, estaba implícita en las primeras conversaciones en la década de 1990, pero los gobiernos de distinto signo que continuaron las negociaciones aspiraban a compensarla con mejores concesiones de parte de la UE, lo que al parecer no ocurrió.
La mayor preocupación se advierte en las industrias argentinas abocadas al consumo interno, que deberían afrontar la competencia de productos europeos ingresando sin aranceles ni cupos. Se especula con que tal transformación productiva ocasionará la desaparición de varias ramas de la industria y la consolidación de un perfil exportador de commodities que se intentó superar durante los últimos 100 años.
¿Se puede decir que no? Se puede. Pero es necesario analizar al menos dos cuestiones. Primero: en un escenario en el que el Congreso argentino rechaza la propuesta y el resto del Mercosur lo ratifica, ¿qué decisión tomarán los socios del Mercosur si se ven en la disyuntiva entre ser fieles a su compromiso previo con la Argentina o aceptar la propuesta de asociación con la UE?
Una negativa argentina no coordinada con el bloque conlleva el riesgo de "ser dejado atrás", con lo cual la pérdida del acceso preferencial al Mercosur no podría evitarse, y no se obtendrían los beneficios del acuerdo, trayendo como única "ganancia" un mayor margen de acción individual para proteger el mercado interno o negociar con terceros. Lo cual nos lleva a la segunda cuestión.
El acuerdo con la UE puede no ser muy atractivo, pero la Argentina, para su desarrollo económico y social, necesita aumentar y diversificar sus exportaciones. Para ello, deberíamos concretar negociaciones que pongan nuestros bienes y servicios en condiciones al menos no peores que las que afrontan los países con los que competimos. En la situación actual, muchos productos argentinos llegan al mercado internacional con un precio más caro que sus rivales como consecuencia de la falta de acuerdos comerciales.
¿Qué otros acuerdos podrían realizarse para mejorar la inserción argentina en la economía global? En primer lugar, hay que recordar que hay distintos tipos de acuerdos.
Los tratados comerciales suelen focalizarse en los aranceles y otras normas que afectan al comercio de bienes. Sin embargo, existe la posibilidad de acordar la eliminación de importantes barreras paraarancelarias sin involucrarse en discusión de aranceles, como Brasil viene haciendo con Estados Unidos desde hace 10 años, o como el propio gobierno argentino hizo en los últimos años para el ingreso de alimentos a varios países asiáticos.
La exportación de servicios basados en el conocimiento, que ya supera el 10% de la exportación argentina de bienes y seguirá creciendo, prácticamente no se ve beneficiada por acuerdos como el que propone la UE, y necesita, en vez de ello, convenios impositivos bilaterales.
En segundo lugar, debemos plantear en qué mercados tienen mejores oportunidades de expandirse las exportaciones argentinas. El Centro de Economía Internacional de la Cancillería lo estudió en 2018 y los mercados de mayor potencial eran Brasil, Canadá, China, Estados Unidos y México. Otros países donde la Argentina podía competir con buen desempeño eran los sudamericanos, y en menor medida, los de Centroamérica. La UE era un destino de potencial medio-bajo, con crecimiento muy bajo.
No cualquier propuesta de acuerdo comercial debe ser inexorablemente dada por beneficiosa y apoyada sin análisis. Basta ver que los tres países que lideran el ranking mundial de exportaciones –Estados Unidos, Alemania y China– no tienen tratados de libre comercio entre sí. Los tres campeones de la exportación, además, representan estrategias de desarrollo y sistemas políticos, económicos y sociales muy diferentes entre sí, lo que muestra que hay más de un camino para el progreso.
En definitiva, un noviazgo de 20 años no necesariamente debe terminar en matrimonio; lo que no tiene cabida es llegar a una propuesta, rechazarla, y pretender mantener el statu quo previo indefinidamente. •