2016 como controversia
Para cumplir con el pronóstico de ventas externas del Gobierno, debería plantearse una nueva estrategia exportadora en la que el statu quo no es una opción
¿Cuál es la estimación de las exportaciones para 2016? La respuesta del Gobierno es que serán de US$ 86.741 millones con un tipo de cambio nominal de $/US$ 10,69 y una inflación del 13,2%. Si a esta proyección la convertimos en cuestión problemática, lo que aparece es una controversia y por lo tanto permite ampliar el espacio de lo que puede ser pensado. Algunos de los elementos que hay que tener en cuenta son:
- Entre 2003 y 2013, las exportaciones se incrementaron 159%. Si miramos de cerca, sólo 11% se explicó por variación de volúmenes, mientras que el 89% corresponde a variación de precios. El volumen de productos primarios se incrementó 13,6%, las MOA 14,4%, las MOI 42% y la variación del sector combustible y energía fue nula.
- No está claro que el Gobierno entienda la estructura y dinámica de las exportaciones. Al enviar el presupuesto para 2014, previó exportaciones por US$ 94.000 millones, cifra que un año después ajustó a la baja en US$ 17.339 millones. Para 2015 el Gobierno proyecta exportaciones por US$ 82.240 millones, mientras que el sector privado prevé US$ 68.000 millones, es decir, una diferencia de US$ 14.240 millones.
- Por otra, parte el escenario planteado por el Plan Estratégico Industrial 20/20, en sus lineamentos para la industrialización definitiva (superávit fiscal, tipo de cambio competitivo, inversión del 28% sobre el PIB, aumento de las exportaciones, dinamismo del mercado interno y sustitución de importaciones) ha quedado sólo en buenas intenciones.
- La estrategia de comercio administrado instalada a fines de 2011 y el denominado Plan de Aumento y Diversificación de las Exportaciones (Padex) de diciembre de 2013 no han producido los resultados esperados. No prevemos que en 2015 se realicen cambios indispensables como el desmantelamiento de los derechos de exportación o la modificación las regulaciones restrictivas sobre el comercio exterior.
El dato estructural es que la estrategia exportadora que se está siguiendo es ininteligible y esto tiene un efecto en la confianza, que se debilita a través de déficit en la calidad y transparencia de la información pública (efecto Indec), la cultura de responsabilidad (planes estratégicos vs. su implementación real) y la integridad (percepción que se está haciendo lo correcto, por ejemplo, desmantelar los derechos de exportación).
Cuando pensamos en un pronóstico de exportaciones para 2016, buena parte del resultado va a estar afectado por el conjunto de variables ya establecidas en 2015: la estructura competitiva construida en los años precedentes, el presupuesto fiscal, las decisiones de siembra, administración de la deuda externa y el estado general de la economía. El resultado electoral será solo un punto de partida. La agenda de corto plazo definirá el margen de maniobra para realizar cambios significativos.
¿Es esperable algún fuerte dinamismo de la demanda mundial de productos argentinos y subas importantes en sus valores? Nada parece indicarlo. En relación con el volumen de crecimiento del comercio mundial de bienes y servicios, si no se materializan los riesgos geoestratégicos y los de la Eurozona, se puede prever un incremento desde el 3,8% para 2014 a 5% para 2015/16. Para 2016, se estima que las economías avanzadas habrán normalizado su crecimiento, aunque este escenario tiene un 55% de probabilidad de ocurrencia.
Sin embargo, para 2016 no se pronostica un crecimiento significativo del volumen de las exportaciones argentinas. Se estima una revalorización del dólar estadounidense versus las monedas de nuestros principales socios comerciales y un incremento en la tasa de interés en Estados Unidos, por lo que no se prevé un alza importante en el precio de las commodities agrícolas.
Al no producirse un auge en el precio de las commodities, no se podrá reactualizar el efecto virtuoso que experimentó América del Sur entre 2010/2013: ingreso de capitales, baja de la prima riesgo país, mejora de ingresos fiscales, mejora del ahorro y la inversión, revalorización de las monedas, mayor ingreso al sector privado y mejores oportunidades para las exportaciones argentinas.
¿Podemos esperar algún shock positivo desde el Mercosur? No parece ser el caso. El Mercosur seguramente seguirá su debate ontológico. ¿Cómo ser una unión aduanera cuando resulta imposible coordinar políticas macroeconómicas entre los Estados parte y sin un sólido sistema normativo coherente? Eso sí, se avanzará en una patente Mercosur para vehículos. Sin embargo, el año que viene, Brasil puede promover cambios en el relacionamiento externo del Mercosur y, al mismo tiempo, se puede asistir a una crisis económica en Venezuela.
Para que se cumpla el pronóstico del Gobierno habría que plantear una nueva estrategia exportadora. En este sentido, mantener el statu quo no es una opción.
El autor es presidente de la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA).