Científicos cuestionan una cifra clave en el debate sobre el cambio climático
Los dos grados centígrados, la referencia más importante en las conversaciones sobre cambio climático que empiezan esta semana en París con la asistencia de líderes de cerca de 150 países, han guiado durante décadas las negociaciones en torno a un tratado, pero algunos científicos cuestionan su validez.
Muchos investigadores han argumentado que un alza de dos grados en la temperatura promedio del aire del planeta por encima de los niveles previos a la industrialización desatará cambios climáticos catastróficos. Numerosos científicos, sin embargo, subrayan que se trata de un umbral algo arbitrario, basado en investigaciones poco convincentes y que, por lo tanto, es un incentivo poco práctico para la adopción de medidas.
"Surgió de una agenda política, no de un análisis científico", dice Mark Maslin, profesor de climatología del University College de Londres. "No es un objetivo sensato y racional debido a que los modelos ofrecen un rango de posibilidades, no una respuesta única".
Los formuladores de políticas suelen asumir que la meta de los dos grados expresa una opinión científica robusta, pero no es así. Los informes exhaustivos publicados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la Organización de Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés) son considerados como los análisis más completos de la ciencia sobre el calentamiento global. Sin embargo, el límite de los dos grados centígrados no es mencionado en ninguno de ellos.
De todas formas, muchos científicos están dispuestos a respaldar la meta ya que la consideran como una forma de dar a los responsables de políticas un objetivo claro al que apuntar en la lucha contra el calentamiento global.
La mayoría de los climatólogos están convencidos de que la Tierra se está calentando y que las emisiones de gases de efecto invernadero son la principal causa. Sin embargo, la pregunta sobre cuándo se llegará al momento crítico con consecuencias catastróficas sigue sin resolverse.
Algunos efectos importantes, como el derretimiento en verano del hielo del océano Ártico y los glaciales en Groenlandia, ya son evidentes, pese a que la temperatura promedio es un grado más alta que los niveles preindustriales y, por lo tanto, todavía tiene camino por delante para alcanzar la diferencia de dos grados.
Por otra parte, algunas de las consecuencias más peligrosas del calentamiento global podrían no ser evidentes hasta mucho después de que se cruce la barrera de los dos grados. "Toda la metáfora apocalíptica es engañosa", advierte Carlo Jaeger, presidente de la junta del Foro Global del Clima, un centro de estudios alemán, y profesor de la Universidad de Potsdam. "No se va a desatar el infierno a los dos grados; demorará cientos de años".
William Nordhaus, profesor de Economía de la Universidad de Yale, parece haber sido el primero en mencionar los dos grados en un artículo publicado en 1977. Sin embargo, su cálculo no se basó en un análisis científico sólido.
No obstante, el punto de referencia lentamente cobró impulso. Los científicos esgrimieron que las temperaturas del aire a nivel global no han aumentado más de 1,5 o dos grados en la historia de la humanidad, y que mayores cambios de temperatura en eras anteriores tuvieron consecuencias catastróficas en los niveles del mar. Calcularon, entonces, que un techo de dos grados sería un límite natural de seguridad.
"La idea era: ‘No saquemos la actividad humana de un régimen evolutivo al que nos hemos adaptado’", dice Hans Joachim Schellnhuber, director del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático, quien jugó un papel importante en la popularización de la meta de los dos grados.
En una reunión en Bonn en 1994, Schellnhuber se sentó con Angela Merkel, quien era ministra de Medio Ambiente de Alemania. Ya que ambos estudiaron física, Schellnhuber ofreció tablas y cifras complicadas para que Merkel consultara detenidamente.
"Presenté lo que yo llamo el enfoque de ‘ventanas tolerables’", recuerda Schellnhuber, quien era entonces el principal asesor del gobierno alemán sobre el clima. "En términos de temperatura, la ventana tolerable se limitaba a dos grados". Merkel respaldó el objetivo y el año siguiente logró que el Consejo de la Unión Europea lo apoyara formalmente.
Un estudio de 2003 concluyó que más allá de los dos grados, "los riesgos aumentan muy sustancialmente, incluyendo potenciales grandes extinciones o incluso colapsos de ecosistemas, importantes aumentos de hambrunas y riesgos de escasez de agua, así como daños socioeconómicos, en particular en los países en desarrollo".
En octubre de 2014, David Victor, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de California en San Diego, y Charles Kennel, profesor del Instituto Scripps de Oceanografía en La Jolla, California, escribieron una aguda crítica del punto de referencia de dos grados en la revista Nature. Sostuvieron que el criterio era científicamente débil porque reflejaba sólo una pequeña porción de perfil climático del planeta. Más de 93% del exceso de calor, señalaron, termina en el océano y no en la atmósfera. Por esa razón, agregaron, las autoridades también deberían monitorear el contenido de calor en los océanos y otros parámetros a la hora de fijar las metas de emisiones.
Victor también dice que la referencia de dos grados debería ser descartada porque dejó de ser viable. "La trayectoria de las emisiones en la que estamos es tan empinada ahora, que es demasiado tarde", sostiene. "No hay un escenario bajo el cual esto pueda ser contenido por debajo de los dos grados; el juego llegó a su fin".
Schellnhuber es más optimista y asevera que hace unos cinco años se proyectaba que el calentamiento para fines del siglo fuera de entre 3,5 y 4 grados por sobre los niveles preindustriales. Sin embargo, al incorporar las promesas de los países de reducir las emisiones en la antesala de la cumbre de París, los modelos climáticos sugieren que al menos un grado de calor adicional se ha eliminado de las estimaciones previas. "Veo señales de esperanza en el camino", dice. "Veo que la meta está al alcance".