China fabrica el nuevo “explosivo” argentino y buscan cumplirle un sueño a Javier Milei
Llegará por barco una abrumadora cantidad de billetes para inundar las calles de Buenos Aires por temor a que falte dinero en los cajeros, mientras el equipo de La Libertad Avanza tiene más detalles del plan para cambiar la moneda y enfrentar la delicada situación que presiona a los depósitos; la ocurrencia de Melconian que aumenta la expectativa de Patricia Bullrich, la reunión de inversores que pasó por Recoleta sin que nadie se diera cuenta y la furia de Miguel Pesce con Sergio Massa
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Sergio Massa y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, están frente a un problema de proporciones gigantescas. El aumento de la inflación y el apetito electoral del oficialismo amenazan con provocar la falta de billetes en el país. Es la única manera de explicar por qué el nuevo explosivo argentino se está fabricando en las imprentas de la China Banknote Printing and Minting Corporation (CBPM).
Desde Asia viene la plata para abastecer a los cajeros automáticos en el mes de la elección y en el del eventual ballotagge. El Gobierno mandó a imprimir 2000 millones de papeles de $2000. Toda una bendición de la nueva comunión diplomática: el papel sanitarista y peronista, con las figuras de Cecilia Grierson y de Ramón Carrillo, llegará de forma abundante desde el país conducido por Xi Jinping, con quien el kirchnerismo busca establecer cada vez más vínculos.
Hay datos novedosos. A diferencia del billete de $2000 que está hoy en la calle, el nuevo tendrá hilo de seguridad (el mismo que usa el papel de US$100) y saldrá carísimo. No menos de US$117 por millar. Tiene razón Cristina Kirchner: el sistema capitalista más exitoso es el de China, como dijo el 6 de mayo de 2022 en Chaco.
El número de billetes que se le encargó a China para inundar las calles en la Argentina es abrumador. Representa casi el triple de la capacidad anual de producción de Casa de Moneda, la imprenta local que en ocasiones normales podría abastecer con holgura la necesidad de plata en el país.
El dinero importado es la contracara del “plan platita” de Massa. Se necesita tanta plata que no solo llegará por avión, cómo es habitual, sino que también se usarán barcos, habitualmente destinados para cargas mayores.
Dos navíos con dinero amarrarán en el puerto de Buenos Aires el 4 y el 5 de noviembre próximos con 380.000 millares de papeles. La situación, sin embargo, no permite esperar tanto. Por eso, un avión de DHL se adelantará y llegará al país esta semana con 98.000 millares de billetes.
Detrás de esa montaña, hay cosas más graves. Por caso, muestra de manera gráfica la inundación de pesos que desbordarán las calles cada vez más a partir de este mes. Es muy probable que una buena cantidad de ese dinero se destine a comprar dólares, por lo que habrá mayor presión sobre el tipo de cambio.
De acuerdo con la experiencia reciente, esa olla a presión explotará el día después de las elecciones. El lunes 23 de octubre será para muchas cosas más importante que el día previo, cuando se hagan los comicios.
La paradoja envuelve al Gobierno. Aunque, por un lado, le sobran billetes -si se ve desde el punto de vista de la inflación-, por el otro, le faltan. A tal punto que Casa de Moneda tiene problemas para cumplir los contratos de suministro de billetes con el Banco Central.
Hay situaciones que si no fuesen dramáticas, podrían resultar graciosas. Hasta la semana pasada, había 800 millares de billetes argentinos repartidos en China, España y Brasil. En parte, eso se debe a que la imprenta del Estado tiene problemas para que su propio accionista le apruebe las importaciones. Es decir, Economía y el Banco Central no les dan los dólares.
El cepo cuesta. Por los problemas para conseguir autorizaciones de importación, un cargamento de papel para hacer billetes estuvo un mes parado en Aduana. Una parte se arruinó.
Los avatares del equipo económico recrudecen en un momento de máxima tensión en la cúpula. El miércoles pasado, Massa resolvió de forma unilateral dar marcha atrás con una decisión del Banco Central que afectaba a Mercado Pago, entre otras billeteras virtuales. El problema es que el Banco Central no está en manos del ministro de Economía, sino de Miguel Pesce, su presidente.
Pesce explotó de furia contra la decisión de Massa. Estuvo irascible durante algunos minutos y les pidió explicaciones a algunos directores. Entre otros, llamó a Pablo Carreras Mayer, que responde al ministro.
Al menos dos directores del BCRA se fueron a dormir esa noche y la del día siguiente, sin tener la certeza de que al día siguiente Pesce continuaría en el cargo.
Anteayer, Pesce empezó a resolver la cuestión con espíritu peronista. Le encargó estudiar el tema a una comisión.
Llama la atención que la principal apuesta de Massa sea, también, la de Patricia Bullrich. De hecho, las últimas medidas del Gobierno levantaron la moral en Juntos por el Cambio.
Carlos Melconian huyó el viernes por la noche de la inundación en Nueva York, donde estuvo viendo a fondos de inversión, bancos e intelectuales. Tenía motivos para el apuro. En tres días, su itinerario marcaba que debía salir de allí, aterrizar en Buenos Aires, pasar por Avellaneda para ver a Racing en el clásico y volar a Santiago del Estero para acompañar a Patricia Bullrich en el primer debate presidencial.
El ministro de Economía en caso de que Bullrich sea presidenta también está alcanzado por las paradojas. Según el resultado del debate, podría terminar esta noche lamentado, o festejando, junto a una hincha de Independiente (la propia Bullrich).
Melconian, Rodolfo Santángelo y Enrique Szewach forman parte de la tríada que nutrió a Bullrich de ideas económicas para el debate. Irá hoy con un norte definido: no hará menciones a propuestas o slogans de Milei como dolarización o motosierra, sino que apuntará frontalmente a poner en palabras simples su oferta al electorado. Dirá que irá de punta contra la inflación, reanudará el crédito, eliminará la incertidumbre y hará que las cosas valgan lo mismo por mucho tiempo.
El depositario de esas críticas será el ministro de Economía, Sergio Massa. Melconian, ocurrente en analogías políticas, echó a correr esta semana su última creación. Dice que Massa lleva un kilo de helado a 20 cuadras.
El helado es muy costoso, pero no está claro que llegue porque se puede derretir antes. La comparación apunta a la enorme cantidad de recursos que el ministro puso en la calle en los últimos días. La baja de ganancias, por ejemplo, se notará a partir del 1° de noviembre, cuando el dinero valdrá menos por la inflación. Será, además, un esfuerzo peligroso y sin sentido político si no logra colarse en el balottagge.
Novedades sobre la dolarización
Las últimas decisiones de Sergio Massa confirman lo que Javier Milei ya tiene decidido: ir hacia la dolarización. Emilio Ocampo trabaja en esa línea desde hace tiempo, pero aceleró el paso un mes y medio atrás. Tiene un equipo central compuesto por economistas, contadores y abogados para implementar el cambio de régimen monetario. Luego, hay otro grupo de consulta satelital.
El ascenso del dólar, en el calendario inicial del equipo libertario, no implicará la muerte inmediata del peso. El plan consiste en congelar desde el primer día la cantidad de pesos y a partir de allí establecer un nuevo tipo de cambio a valores de mercado. Luego, se dolarizaría el sistema financiero.
El fin del peso, en caso de que ocurra, depende de la velocidad con la que la gente canjee sus billetes. Un ejemplo: quien vaya a tomar un café que cuesta US$3, podrá pagarlo con dólares o con pesos al tipo de cambio equivalente, porque las cuentas serán en la moneda americana.
Ocampo tiene bajo su mando otro tema ignominioso. Son los pasivos remunerados del Banco Central. Es un tema importante para las personas de a pie, porque del otro lado de esa discusión está quien ahorra en el sistema bancario y el depositante, en general.
Hoy, el Central está en un estado que se asemeja a la insolvencia, porque sus deudas son mayores que sus activos. Hay un esquema conceptual cada vez más instalado en el equipo de Ocampo. Para salir del atolladero de las Leliq, hay que capitalizar al Banco Central. La dolarización no alcanza.
En ese punto empieza a tallar el Ministerio de Economía: en el escenario que imagina Milei y su mesa más reducida, sería el encargado de garantizar un programa que conduzca al superávit fiscal y que la gente crea que eso durará en el tiempo.
Un Estado con recursos puede capitalizar a la entidad monetaria. Eso, que en la situación actual argentina está envuelto en una atmósfera quimérica, es el gran sueño del equipo libertario. Hay gente trabajando para cumplirlo.
Esta semana hubo reuniones clave para empezar a discutir un plan concreto de reducción del gasto público. El equipo de Milei se juntó, por ejemplo, con funcionarios del Banco Mundial que estudian desde hace tiempo en el tema. También hubo acercamientos a economistas cercanos a Juntos por el Cambio, pero que se mueven con autonomía. La cuestión fiscal no sabe de grietas o de tercios.
En cualquier caso, el Banco Central, entonces, tendrá un nuevo destino. Mantendrá funciones de regulación, pero perdería la posibilidad de imprimir dinero. Algo con características similares al Banco de España.
Ocampo adquirió mayor estelaridad pública luego de que Milei lo anunciara como futuro presidente del organismo monetario en caso de que gane las elecciones. La noticia sorprendió a todo el mundo, salvo al propio Ocampo, que tenía esa confirmación desde hacía meses. De hecho, el líder libertario se limitó a enviarle un mensaje de WhatsApp para avisarle que había dado a conocer lo que ya estaba resuelto.
La definición de la conducción del Banco Central aclaró el terreno para tomar otro tipo de decisiones. Darío Epstein, que había estado trabajando en una alternativa para enfrentar los pasivos remunerados del Central, soltó el tema. Epstein, sin embargo, se dedica ahora a una de las cosas que mejor le salen.
¿Es posible guardar un secreto que la vista de todos? La ciudad de Buenos Aires parece ser testigo de eso. Esta semana se hizo una reunión reservada con personajes influyentes del mundo financiero internacional en Recoleta, aunque casi nadie lo notó. Es infrecuente que lleguen al país en esa proporción y con tanta estelaridad. Hubo gente de JP Morgan y Jefferies, por caso.
Se trató de una exposición itinerante. El epicentro fue el Sofitel, pero un grupo elegido debía trasladarse hasta el quinto piso del Ministerio de Economía, donde los recibió el viceministro Gabriel Rubinstein. La cita estaba pautada a las 15 del miércoles.
Una hora y media más tarde, debían estar en el piso 8 de Bartolomé Mitre al 430. Son las oficinas porteñas del Banco Provincia. Los esperaba Agustín Alvarez, subsecretario de Finanzas de Axel Kicillof.
En el Sofitel, hubo dos platos fuertes en el piso 18. Carlos Melconian abrió el encuentro a las 9 del último martes. Lo hizo en nombre del “equipo económico de Juntos por el Cambio”.
A las 14.30 les tocó a Gustavo Neffa y al propio Epstein, invitados por la bandera de La Libertad Avanza. Epstein y Neffa debieron responder preguntas sobre si tendrán la gobernabilildad necesaria para avanzar en reformas, cuál será el equipo de Milei, cómo piensan bajar el déficit y los detalles de la dolarización. Siempre se filtran consultas psicológicas sobre la personalidad de Milei. Los inversores quieren saber cómo es.
¿Por qué 20 de los bancos y fondos de inversión encararon el viaje a Buenos Aires con la expectativa de egresados que van a Bariloche? La respuesta es más sencilla de lo que parece. Hoy, los precios en el país están de remate, y podrían bajar aún más según el resultado de las elecciones. En otros términos, sería un buen momento para comprar.
Hay algunas muestras de eso. Xerox empezó en las últimas semanas a analizar la posibilidad de dejar su negocio aquí en manos de una gestión local. Del otro lado encontró interesados con documento argentino. Hay más versiones sobre salidas en empresas relacionadas con la tecnología que dependen de las importaciones.
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