Chatbots y automatización de procesos: los algoritmos se vuelven más potentes
Durante el evento de Smart Data, organizado por LA NACION, se conversó sobre qué aspectos de la inteligencia artificial se verán durante el próximo tiempo y cuáles son algunos de los riesgos de internet
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En un futuro no muy lejano, en algunas oficinas habrá compañeros de trabajo robots. También los chatbots podrán mantener un hilo conductor durante la conversación y la inteligencia artificial será más eficiente para encontrar brechas en la ciberseguridad. Durante el segundo capítulo de Smart Data, evento organizado por LA NACION, María Albalá, directora del Innovation Hub de ICEMD - Instituto de Innovación de ESIC, señaló cuáles son algunas de las tendencias que se vienen.
Dentro de la innovación, en el próximo tiempo habrá dos vertientes. Por un lado, cómo irán avanzando los algoritmos y se vuelven “más potentes”. Por el otro, cómo se aplicarán estos algoritmos para darle una solución a los clientes. En este último punto, las posibilidades se bifurcan aún más.
Una de las tendencias basadas en inteligencia artificial (IA) que se tendrán más presentes será la mejora de los procesamientos de “lenguaje natural”. Los chatbots u otras herramientas de interacción tendrán mayor calidad y serán capaces de contextualizar lo que el usuario le está preguntando para poder ayudarlo. Incluso, podrá hacer búsquedas más eficientes.
También habrá una mejora en la automatización de los procesos. Según avancen los algoritmos, los procesos que ahora aplican inteligencia artificial serán “más complejos, incluso capaces de identificar qué procesos pueden automatizarse y de qué manera.
“Si combinás estas dos tecnologías, tanto la automatización de los procesos como la mejora del lenguaje natural, podríamos tener personas virtuales capaces de ayudarnos. Quizás en el futuro, lejano y cercano a la vez, haya una fuerza de trabajo híbrida. Ya existen herramientas de asistencia personal, pero serán más inteligentes. Ahora mismo tienen capacidades y sociabilidad limitadas, pero cada vez tendrán la capacidad de llevar a cabo mayores procesos y mejores”, explicó.
En las tareas automáticas, repetitivas y burocráticas, aquellas que no requieran de la empatía de las personas, es probable que el trabajo sea reemplazado por algoritmos. En cambio, los empleados serán encargados de realizar las tareas más creativas.
“Además, si mientras se recopilan datos en tiempo real, se es capaz de analizarlos y descubrir patrones, esto puede tener un impacto brutal para los negocios”, sostuvo. Un ejemplo que dio la experta fue el de una refinería, que en las máquinas extractoras tiene sensores que determinan, en tiempo real, si lo que se iba a sacar de la tierra era de calidad o no. “Ese tipo de decisiones, basadas en datos, son fundamentales para tener mayor eficiencia”, agregó.
Por último, otra tendencia que se afianzará en los próximos años es la inteligencia artificial aplicada a la seguridad del dato. Por caso, cómo es capaz de detectar patrones y señalar qué contraseñas son muy utilizadas o dónde hay brechas de ciberseguridad. “Pero hay que tener cuidado, porque así como podemos corregir esas brechas, los hackers pueden hacer uso. La tecnología tiene dos caras, dependiendo de cómo la uses, puede ser buena o mala”, afirmó.
Los sesgos, un desafío de la tecnología
Los sesgos implican un peligro para la inteligencia artificial cuando puede provocar discriminaciones en razón de género, etnia, color de piel o religión. Así lo explicó Cecilia Danesi, abogada e investigadora, especialista en inteligencia artificial, género y derecho.
La IA se nutre de datos que cada persona cede cuando comienza a utilizar plataformas o redes sociales de manera gratuita. Estos se integran en bancos de información y son la materia prima para el aprendizaje de los algoritmos, que procesan patrones de manera rápida. Según la especialista, tienen la característica de ser omnipresentes y tener un efecto expansivo.
“Los datos salen sesgados y ocupan un rol de profecía autocumplida. Se confirman en la realidad y vuelven a entrar datos sesgados al sistema. Esto tiene un efecto en el día a día. Por ejemplo, hay bancos de inteligencia artificial que deciden si corresponde o no dar un crédito a una persona. Si hay un sesgo hacia un grupo social, se los otorgará a algunos y otros no”, explicó Danesi.
Lo mismo ocurre en sistemas biométricos, de reconocimiento facial. Se utilizan para encontrar personas, por ejemplo, prófugas de la justicia. Se reportaron múltiples casos, particularmente de personas afroamericanas, en los que se han detenido injustamente a personas por reconocimientos imprecisos, contó la experta.
“Nace de la falta de diversidad en los equipos de trabajo. Solo el 22% de los puestos de trabajo con inteligencia artificial son ocupados por mujeres. Si los datos no son representativos de diversas etnias, religiones, tipos de piel, van a aprender menos de los grupos minoritarios y vulnerables y van a ser menos precisos”, dijo la especialista.
Otra problemática se presenta en las redes sociales. Los algoritmos determinan qué publicidad e información se exhibe a cada usuario. También rastrean contenidos que deben ser censurados por no respetar normas comunitarias.
“Hubo casos de niñas, niños y adolescentes que dañaron su cuerpo o el de otros por la influencia del contenido de redes sociales”, comentó Danesi, y se refirió a las consecuencias que este comportamiento de la inteligencia artificial puede conllevar. Los responsables de los sesgos en las plataformas pueden ser pasibles de multas e indemnizaciones a los perjudicados, cerró.
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