Cepo cambiario: se temía lo peor, pero a un año del final no se cumplió el pronóstico
El Gobierno cumplió su promesa de campaña el 16 de diciembre de 2015; los analistas coinciden en que no hubo un traslado masivo de la devaluación a los precios y en que se destrabó la situación cambiaria
A un año exacto de la salida del cepo, hoy el mercado cambiario en la Argentina funciona con normalidad, unificado y con un efecto inflacionario que, aunque no fue tan bajo como el que a priori esperaba el Gobierno, tampoco se descontroló como preveía la oposición.
El día anterior al levantamiento de las restricciones, el tipo de cambio oficial cotizaba a $ 9,79 por dólar, y el blue, que tenía una importancia fundamental para determinar muchos de los precios de la economía kirchnerista, estaba en $ 14,55. Apenas se levantaron las restricciones, la cotización unificada quedó en unos $ 14 y ayer cerró a $ 16,24. Para fines del año próximo, el presupuesto prevé un dólar promedio de $ 18 y los analistas de consultoras y bancos consultados por Latinfocus lo estiman en $ 18,30.
La evolución de las reservas del Banco Central también ayuda a entender la situación. Hasta antes del levantamiento del cepo sumaban US$ 24.661 millones, según datos de Abeceb. A fines de diciembre del año pasado estaban en 24.141 millones. Ayer se ubicaron en US$ 36.881 millones.
Posiblemente la ductilidad con la que se logró salir de un régimen que en los hechos se manejaba con múltiples tipos de cambio haya transformado esta decisión en la menos cuestionada de la política económica de la administración Macri durante su primer año de gestión, según los economistas consultados por LA NACION. Como ocurrió con el final del manoseo de los datos del Indec, a partir de entonces se dejaron de discutir los índices para pasar a debatir los problemas y sus posibles soluciones.
Es que el cepo fue el peor remedio elegido para curar los problemas del sector externo de la Argentina, y su salida fue una de las medidas que generó más desconfianza antes de adoptarse, y más elogios luego de llevarse a cabo.
Hace un año exactamente, el Gobierno cumplía con su promesa electoral de levantarlo en forma inmediata apenas asumió el poder. El cepo había sido instaurado el 31 de octubre de 2011 para frenar la fuga de capitales que se había acelerado desde la manipulación de los datos del Indec, en 2007. Pero no sólo no frenó ese problema, sino que además provocó un desplome de las reservas del Banco Central y generó un parate económico.
El 16 de diciembre de 2015, el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, anunció el final de las restricciones para adquirir divisas y la unificación del tipo de cambio, luego de que, durante el kirchnerismo, la brecha entre el dólar oficial y el blue superara el 100%. El temor de los analistas era que hubiera un salto demasiado violento del tipo de cambio, un over shooting, como se lo conoce en la jerga financiera, con el consecuente traslado de la devaluación a los precios. Pero el argumento de Prat-Gay y otros economistas de Cambiemos era que los precios ya estaban atados al valor del dólar blue.
Daniel Artana, economista jefe de FIEL, afirmó que el corte del cepo "se hizo sin pagar ninguno de los costos que anunciaban los tremendistas; fue una buena decisión que no generó grandes complicaciones".
Claudio Loser, del Centennial Group y ex funcionario del FMI, indicó desde Washington que "este gobierno trajo normalidad y racionalidad a la gestión económica, y actuó en forma muy valiosa al eliminar el cepo, para dejar que se moviera el tipo de cambio y para liberar las restricciones a las importaciones".
El ex viceministro de Economía Daniel Marx consideró que "fue una operación bien preparada, y hay que destacar que fue una salida virtuosa, porque nadie discutió más cuál era el nivel del tipo de cambio".
El ex gerente general del Banco Central en el kirchnerismo Matías Kulfas sostuvo que "la salida del cepo en su etapa inicial fue controlada porque se evitó una sobredemanda que llevara el dólar a cualquier lado, pero el gran problema fue el gran error de diagnóstico de que los precios ya estaban acomodados al blue y de que la salida del cepo no iba a ser inflacionaria".
En cambio, el director de Abeceb, Dante Sica, dijo que "se salió bien, con menos costos que lo esperado; había mucha inquietud por la posibilidad de una corrida, que no ocurrió. Y junto con el fin del default fue positivo porque permitió el acceso al financiamiento público y privado". Además "mejoró la percepción de los inversores, y en materia de comercio exterior, al limpiar de prácticas de sobre y subfacturación y quitar restricciones para producir".
Sica admitió que "hay una discusión sobre la velocidad de la salida y el pase a precios", aunque en realidad, con una corrección cambiaria mucho mayor a la de 2014, la inflación terminará este año en un nivel más o menos similar a la de ese año, en torno del 40%.
El economista jefe de Ecolatina, Lorenzo Sigaut Gravina, dijo que remover el cepo "generó en el corto plazo costos por la devaluación, ya que había precios que no estaban atados al dólar blue. Pero ayudó a descomprimir la situación cambiaria y a que se liquiden divisas, se normalizó el mercado cambiario sin un over shooting y ahora tenemos un tipo de cambio menos atrasado que en el pasado y más flexible."
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