Cena anual de Cippec: un discurso incómodo y el cambio inesperado que sorprendió a empresarios y políticos
El evento reunió a más de 1000 invitados entre oficialistas, opositores, dirigentes del sector privado, gremialistas, académicos, diplomáticos y referentes de la sociedad civil
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Muchos de los invitados concordaron. A diferencia de años atrás, la cena anual del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), no se caracterizó por un ambiente de distensión, pese a los encuentros amigables y saludos con efervescencia. En muchas conversaciones predominaron temas sombríos para un encuentro reconocido como un parate para las internas y resquemores de los sectores políticos, empresariales y sindicales. La inflación, el impuesto a la “renta inesperada”, la preocupación por la situación energética de cara al invierno y las peleas entre dirigentes fueron protagonistas de las charlas.
Entre los más de 1000 asistentes al Centro de Convenciones (CEC) de Buenos Aires estuvieron presentes funcionarios de Gobierno y líderes de la oposición. Durante el cóctel, en el que los invitados se reunieron en una gran sala antes de sentarse en sus mesas, hubo un gran interés por interpelar y consultar a algunas figuras, particularmente economistas, entre los que se destacaron Hernán Lacunza, Martín Tetaz y Martín Lousteau. Fueron de los más solicitados por empresarios y dirigentes de cámaras productivas. Se armó tumulto y una cola informal para saludar y conversar con ellos. También asistieron otros economistas como Carlos Melconian, Juan Curuchet, expresidente del Banco Provincia y Luciano Laspina, diputado nacional.
Las consultas se centraron en la falta de rumbo en la economía y el camino que adoptaría la oposición de ganar en el 2023. El sector privado está ávido de señales. Por eso las figuras de la noche fueron los especialistas en temas económicos y productivos de la oposición. No faltaron chicanas por las declaraciones de Gerardo Morales, gobernador de Jujuy (quien estaba presente en la cena) sobre que Juntos por el Cambio todavía “no tiene un plan económico”. Cada referente arma un proyecto con características propias mientras que la coalición opositora se debate temas de fondo, incómodos por el crecimiento de Javier Milei.
Asistieron empresarios de diversos sectores como Federico Braun (La Anónima), Natalio Mario Grinman (Cámara Argentina de Comercio y Servicios), Paula Altavilla (presidente de Argentina, Uruguay, Paraguay de Schneider Electric) y Cecilia Giordano (presidente y CEO de Mercer Argentina). Entre los representantes del mundo del trabajo asistieron Gerardo Martínez (UOCRA), Andrés Rodríguez (UPCN) y Pablo Biró (Pilotos de Aerolíneas).
En contraste con cenas de otros años, ninguna figura por fuera de Cippec se dirigió al público. En 2019, Mauricio Macri, el entonces presidente, brindó un discurso con hincapié en un mensaje a los empresarios: “Sean la generación que cambie esta historia para siempre”, dijo en ese entonces. Los presidentes son, típicamente, los únicos a los que se les otorga el micrófono. En esta oportunidad, Alberto Fernández no asistió a pesar de que fue invitado. Tampoco lo hicieron funcionarios ligados a Cristina Kirchner. En cambio, estuvieron presentes ministros cercanos al presidente como Matías Kulfas, de Desarrollo Productivo, Claudio Moroni, de Trabajo, Juan Zabaleta (Desarrollo Social) y Carla Vizzotti, de Salud. Además, asistió Gustavo Beliz, secretario de Asuntos Estratégicos.
La interacción entre las figuras del oficialismo y oposición fue más bien protocolar, limitada a saludos y pequeños diálogos.
Entre los temas de conversación de los referentes del sector privado estuvo la falta de interlocutores claros en el Gobierno, particularmente en temas ligados a la inflación y a la energía, en un momento crítico en ambas materias. Se trata de dos áreas en las que conviven funcionarios ligados a Cristina Kirchner y Alberto Fernández en puestos de tomas de decisión. En el caso de la política de precios, Roberto Feletti, secretario de Comercio Interior y alfil del kirchnerismo, responde -técnicamente- a Kulfas aunque han tenido cortocircuitos en el pasado. Lo mismo ocurre entre Martín Guzmán, ministro de Economía, y Darío Martínez y Federico Basualdo, secretario de Energía y subsecretario de Política Energética, respectivamente.
En cuanto al impuesto a la “renta inesperada”, un tema consultado a referentes de la oposición, diputados aseguraron que todavía no hay un proyecto presentado en el Congreso y no se avizora un tratamiento en el corto plazo. Algunos incluso bromearon que Guzmán debería apurarse si quisiera “sacar una tajada de las ´ganancias extraordinarias´”.
Uno de los detalles que no pasó desapercibido fue una nueva política en la organización de los lugares para cenar. Con quiénes se sientan al lado, es decir, con quiénes compartirán la mayoría del tiempo no es una cuestión menor para los comensales. A diferencia de años anteriores, hubo mesas largas y los invitados se sentaron de manera aleatoria, solo distribuidos en seis colores que indicaban dónde sentarse.
Aunque la organización anunció que la intención era fomentar el amalgama entre dirigentes, causó algunas molestias entre los invitados. Por un lado, porque particularmente los líderes del sector privado tenían la intención de sentarse cerca de ciertas figuras del oficialismo u oposición. Por otro lado, porque para algunos causó el efecto contrario al deseado. Cada cual se reunió a comer con quienes ya conocía, aunque -tras los discursos- los invitados comenzaron a pararse, lo que generó una suerte de segundo cóctel.
Discursos incómodos
El presidente de Cippec y de Accenture Argentina, Chile y Colombia, Sergio Kaufman, fue el primero en hablar, tras una presentación de Iván de Pineda. El tono de su discurso fue crítico. “Hay un diagnóstico que nos duele escuchar, que es repetitivo, porque no sabemos bien cómo salir: la falta de caminos y visiones claras y compartidas en la Argentina. Ni siquiera nos ponemos de acuerdo en qué nos tenemos que poner de acuerdo. Lo escuchamos, lo sentimos, lo vivimos, pero no lo cambiamos y nos sigue doliendo”. A esto agregó que, aunque “parece que estamos en un punto sin salida, un dato inmodificable, debemos volver a plantearlo, porque es el nudo que tenemos que desatar para nuestro futuro”.
Uno de los momentos más destacados de la noche fue el discurso de Gala Díaz Langou, directora Ejecutiva de Cippec. Sus palabras estuvieron centradas en la importancia de “generar acuerdos y recuperar la confianza”. La licenciada en Estudios Internacionales destacó una cifra alarmante: solo un 19% de los argentinos aseguran que confían en el otro, frente a un promedio de 33% a nivel mundial. Este escenario se traslada a la política, dijo Díaz Langou.
En el marco de Democracia 40, el proyecto que lleva adelante Cippec, Díaz Langou enfatizó en tres problemas estructurales y en las propuestas que desarrollaron desde el Centro para resolverlos. La primera consiste en revisar los regímenes jubilatorios de excepción, teniendo en cuenta el peso que generan en el gasto previsional, el más importante del presupuesto público. Estaba presente durante estas palabras Carlos Rosenkrantz, juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
El segundo se refirió a la extensión de la jornada educativa para el nivel secundario utilizando tecnologías digitales introducidas en la pandemia. “Solamente el 16% de los estudiantes termina el secundario en tiempo y forma y con los aprendizajes básicos”, dijo Díaz Langou. Desde Cippec proponen aprovechar el relanzamiento del programa Conectar Igualdad para extender las horas de clase.
El tercer y último se enfoca en la boleta única de papel en el sistema electoral, una propuesta que se espera debatir pronto en el Congreso. Varios dirigentes, entre los cuales se destacó Emilio Monzó, conversaron con múltiples figuras de esta cuestión. El cóctel de Cippec fue terreno fértil para conversaciones sobre apoyos para el proyecto de ley. En este tópico, reinó una sensación de triunfo por un “quorum asegurado” y de molestia con el Gobierno por no declararse a favor de su implementación. “No se entiende para qué. Dicen que no es el momento apropiado. Y si no es ahora, ¿cuándo? Se oponen por oponerse”, comentó en tono de broma un diputado nacional.
El discurso de Díaz Langou provocó emociones encontradas. Mientras que en algunas conversaciones el tono fue de crítica por la “agresividad” de sus propuestas -particularmente la de las jubilaciones de privilegio-, otros opinaron que la incomodidad generada fue positiva y necesaria. De un lado, un diplomático que prefirió la reserva argumentó a LA NACION que “no es de buenos modales insultar a los invitados”. Por el otro, un diputado que también optó por el off confió: “Mejor que moleste. Necesitamos sentirnos tocados”.
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