Casa de Moneda: avanza el cierre de un ícono de la historia argentina
Diego Chaher, titular de la Agencia de Transformación de Empresas Públicas, designó a Pedro Cavagnaro como interventor; qué negocios sobrevivirían en el corto plazo
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Casa de Moneda, la imprenta estatal responsable de fabricar billetes en la Argentina, ha iniciado un proceso que, de acuerdo con el Gobierno, podría llevarla a su cierre definitivo o, al menos, a una significativa reducción de sus operaciones.
Desde ayer a las 22 horas, la compañía dejó de producir papel moneda. Además, en las últimas horas, se sumó otro cambio importante: Diego Chaher, titular de la Agencia de Transformación de Empresas Públicas, designó a Pedro Cavagnaro como interventor. Será, en principio, por 180 días, según el vocero presidencial, Manuel Adorni.
Cavagnaro asumirá la responsabilidad de cerrar el área de producción de billetes y tomará atribuciones actualmente en manos del presidente de la empresa, Daniel Méndez, hombre cercano al ministro de Economía, Luis Caputo.
Chaher y Cavagnaro comparten dos características: ambos son mendocinos y abogados. Chaher, a su vez, cuenta con el respaldo de Santiago Caputo, asesor del presidente Javier Milei, quien completa su triángulo de hierro junto a su hermana Karina.
La primera decisión de Cavagnaro, cuya designación aún no se formalizó por decreto, será definir el futuro de la ex-Ciccone. Ubicada en Don Torcuato, esta planta de 60.000 metros cuadrados fue un símbolo nacional, al convertirse en 1984 en una Casa de Moneda privada, aunque después fue el escenario de uno de los mayores escándalos de corrupción, que involucró al exvicepresidente Amado Boudou.
El Gobierno intentará transferir la planta a empresas privadas, con la condición de que también absorban a los 200 empleados. Si esta alternativa fracasa, se evalúa la posibilidad de liquidarla.
Fuentes no oficiales informaron que la gestión actual de Casa de Moneda trasladó la impresora de patentes de vehículos desde Don Torcuato a la planta central de Retiro, un negocio que, por ahora, la compañía mantendría.
El Gobierno también analiza continuar con la fabricación de estampillas y pasaportes, aunque eventualmente estas actividades también podrían pasar a manos privadas. De cualquier modo, estos rubros representan una fracción mínima comparada con la producción de billetes, y a futuro también podrían cerrarse.
Los acontecimientos en Casa de Moneda se precipitaron ayer por la tarde, cuando el Banco Central, su principal cliente, decidió rescindir los contratos. La imprenta estatal resolvió entonces cesar la fabricación de billetes a partir de las 22 horas y otorgar vacaciones a los trabajadores de esas áreas.
“Se informa que el Banco Central de la República Argentina (BCRA) nos ha comunicado la decisión de rescindir los contratos vigentes para la fabricación de billetes de $1000 y $2000″, se indicó en un comunicado. El BCRA, dirigido por Santiago Bausili, justificó la rescisión al considerar que los precios eran elevados y la empresa incumplía los acuerdos firmados. En parte, era algo previsible.
En su última licitación, el BCRA dejó en claro dos aspectos: en primer lugar, existen múltiples firmas internacionales con capacidad para producir billetes. De hecho, aunque una imprenta china ganó la licitación, se presentaron competidores de Brasil, Estados Unidos, Francia e Inglaterra. En segundo lugar, todas estas empresas, incluso las más caras, ofrecieron precios más bajos que la propia Casa de Moneda argentina.
La administración de Javier Milei parece dispuesta a cerrar una empresa que arrastra deudas superiores a los US$370 millones en un país donde la pobreza alcanza a una de cada dos personas.
En mayo, LA NACION informó sobre la visita de LI Huifeng, gerente general de la China Banknote Printing and Minting Corporation (CBPMC), una imprenta que fabrica la moneda china. Acompañado por una delegación de altos ejecutivos, se reunió con funcionarios del BCRA y otras dependencias del Estado, en un encuentro que marcó un hito en la relación entre Argentina y China, en un contexto de tensiones diplomáticas que también involucra a Estados Unidos.
Para junio, ya habían llegado desde China nuevos billetes de $10.000, fundamentales para asegurar la circulación de efectivo en el país. La imprenta que produce el yuan también se adjudicó otra licitación para suministrar papeles de $20.000 en diciembre próximo. Estas decisiones, más allá del dinero, pueden involucrar intereses estratégicos para China. La Argentina mantenía hasta fines del año pasado deudas con diversos proveedores internacionales, incluidos los chinos, y ambos gobiernos estaban negociando su cancelación.
Estados Unidos también busca fortalecer su presencia. Crane, una firma norteamericana, obtuvo una licitación para proveer billetes de $10.000 que también llegarán en diciembre. Sorprendentemente, la empresa cotizó por debajo de los US$60 por millar, una cifra atípicamente baja. La competencia en precios entre Estados Unidos y China ha dejado fuera de juego a otros proveedores, como Francia y Alemania, y demuestra cómo el control de precios puede convertirse en una herramienta de influencia geopolítica.