En la Argentina circulan 8600 millones de billetes para 46 millones de ciudadanos, es un promedio de casi 200 billetes por persona, cuando en Chile hay 68 billetes, en Europa, 65 y en Brasil, 35
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Cuando Luis quiso comprar un auto usado de US$15.000, un mes atrás, la concesionaria le avisó que le mantenía el precio durante 48 horas, pero que no aceptaba dólares ni pesos en efectivo, solo una transferencia desde la cuenta del titular; si era desde otro CBU, le cobraba una comisión extra de 2,5% sobre el valor del auto.
Para aprovechar la diferencia de cotizaciones entre el tipo de cambio oficial y los paralelos, Luis fue a una cueva a vender sus dólares, que llevaba en el bolsillo de la campera. A cambio, recibió una montaña de billetes equivalentes a $11 millones, que logró ingresar a la fuerza en la mochila con capacidad de 30 litros. En total pesaba 20 kilos y la cargó seis cuadras hasta su banco.
En la sucursal estuvo casi tres horas con el agente para contar los billetes. Se utilizaron unas máquinas para agilizar el proceso de conteo con los billetes de $500 y los de $1000 con la imagen del hornero, pero se contaron de forma manual los nuevos billetes de $1000 con la imagen de José de San Martín, porque las máquinas no los leían. El billete de $2000 todavía no circulaba en el mercado informal de los arbolitos. Luego de que se pudo depositar el dinero y hacer la transferencia, Luis obtuvo su auto, pero perdió prácticamente un día entero de trabajo.
La odisea para comprar un auto es compartida por todos los comercios, entidades bancarias y ciudadanos que viven en una economía con 125% de inflación interanual, brecha cambiaria de 100%, altísima informalidad y con un billete cuya máxima denominación vale menos de seis dólares al tipo de cambio oficial, o menos de tres dólares al paralelo.
En la Argentina circulan 8600 millones de billetes para 46 millones de ciudadanos. En la Unión Europea, donde hay 450 millones de habitantes (y varios millones de turistas), circulan 29.000 millones de billetes. En Chile, hay 1325 millones de billetes para una población de 19,5 millones. En Brasil, 7600 millones billetes para 215 millones de brasileños. Es decir, mientras que en la Argentina hay casi 200 billetes por persona, en Chile hay 68, en Europa, 65, y en Brasil, 35. En otras palabras, el país está inundado de papeles moneda.
Del total de unidades en circulación en la Argentina, solo 1,6% (137 millones) representa a los de $2000, con los retratos de los doctores Cecilia Grierson y Ramón Carrillo en el anverso. En cambio, más del 47% del total del efectivo en circulación está representado por las dos series de billetes de $1000, con las imágenes del hornero y de San Martín, según el informe que realizó LN Data, sobre la base de los comunicados del Banco Central (BCRA).
La idea original de la entidad que preside Miguel Pesce, en 2020, era que el billete de máxima denominación fuera de $5000. En esa época, en dólares iba a valer US$71 al oficial ($70) y US$40 al tipo de cambio blue ($125). Sin embargo, hubo una decisión política de no avanzar con la impresión del billete y los papeles y la tinta quedaron archivados en Casa de Moneda. Este año fueron rescatados, pero para producir un billete de $2000. Cuando vio la luz, a fines de mayo pasado, valía US$8,5 al tipo de cambio oficial y US$4 al blue (hoy US$5,5 y US$2,5, respectivamente).
En el mundo, en promedio, el billete de máxima denominación equivale a US$57. En la Argentina, eso implicaría tener billetes de $20.000 o de $40.000, dependiendo la cotización que se elija.
La negativa de la dirigencia política de imprimir billetes de mayor denominación obligó a Casa de Moneda a tener sus máquinas de impresión trabajando las 24 horas del día, los siete días de la semana. El mes pasado, además, incorporó una nueva máquina para imprimir los fondos de billetes en ambas caras en simultáneo. Se trata de la Súper Simultan IV, que se encontraba trabada en el puerto porteño desde noviembre de 2022 por falta de dólares para pagar a los proveedores de Alemania.
“Esta nueva línea permitirá duplicar la capacidad productiva, con una importante reducción en el costo operativo, mayor precisión de registro de color, estabilidad y velocidad de impresión (10.000 pliegos por hora); además de permitir la aplicación simultánea de hasta 10 colores e incorporar nuevas medidas de seguridad”, dijo la empresa estatal que preside Ángel Mario Elettore desde enero pasado por pedido del ministro de Economía, Sergio Massa.
Importación de billetes
Pese a la incorporación de nueva tecnología, para fin de año se proyecta que el 75% de los billetes que esté en circulación sea importado. Solo el 25% restante se producirá en las dos sedes que tiene Casa de Moneda, en Retiro y en Don Torcuato (la ex Ciccone). Una paradoja para un país que padece la falta de dólares con reservas negativas en el Banco Central. La vicepresidenta Cristina Kirchner podrá sumar los billetes al ejemplo del café y el cacao.
Según el informe que presentó en el Congreso el jefe de Gabinete y candidato a vicepresidente de Unidos por la Patria, Agustín Rossi, la Argentina importó billetes de Casa da Moneda do Brasil (CMB), Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de España (FNMT) y China Banknote Printing and Minting Corporation (CBPM). En esos países se imprimieron algunos de los papeles de la serie de animales autóctonos, los de $2000 de la serie conmemorativa y la nueva denominación de $1000 con la imagen de San Martín.
Cada billete importado tuvo distintos costos, que van desde US$79,02 el millar de billetes de $100 con la imagen de la taruca, hasta US$120,33 el millar de la denominación de $1000 de San Martín. Esto equivale a un costo de 12 centavos de dólar cada billete naranja nuevo del Libertador.
Casa de Moneda, sin embargo, informó que dejó de producir la serie de billetes “Animales autóctonos de Argentina”, que serán reemplazados lentamente por la nueva familia “Heroínas y héroes de la Patria”. Esta decisión tal vez permita retomar una vieja tradición en el país.
Hasta diciembre de 2019, los presidentes de las cámaras de Senadores y de Diputados alternaban sus firmas en los billetes, junto con la del presidente del Banco Central. Mientras que los presidentes del Senado (el vicepresidente de la Nación) firmaban los billetes de más alta denominación, los de Diputados firmaban los de más bajo valor. Sin embargo, en enero 2020, el BCRA emitió una resolución para que solo figuren las firmas del presidente de la entidad y de Diputados, porque la vicepresidente Cristina Kirchner no quería firmar los billetes de los animales.
Las monedas, por su parte, se dejaron de fabricar en 2020, cuando el valor del metal hasta triplicó el valor facial de la de máxima denominación ($10). La situación fue muy bien explicada en un video por un chico de nueve años, que había ahorrado $1200 en monedas, pero las vendió en julio pasado y recibió a cambio $5400 por los 4,5 kilos de metal.
El renacer de Ciccone Calcográfica
Ciccone Calcográfica es recordada recientemente por ser la imprenta por la cual el exvicepresidente Amado Boudou fue condenado a cinco años y 10 meses de prisión por haber intentado quedarse con el 75% de las acciones de la empresa, en 2010. Sin embargo, previamente, Ciccone era conocida por ser la única imprenta privada que tenía autorización para imprimir billetes en todo América Latina.
Su crecimiento exponencial se dio en 1978, cuando fue la encargada de imprimir las entradas del Mundial de fútbol organizado en la Argentina. En 2013, fue expropiada y actualmente forma parte de la empresa estatal Casa de Moneda. Tiene una bóveda antisísmica, con niveles de seguridad de última generación, donde se brinda el servicio de atesoramiento de billetes al Banco Central.
En el mundo, solo el 39% de los países tiene casas de impresión. En América Latina, ese porcentaje disminuye al 30%, pero solo tres países tienen la imprenta por fuera del control del banco central, lo que le permite proveer de billetes a otros países. Estos son la Argentina, Brasil y Chile. En Colombia, México y Estados Unidos, por ejemplo, el banco central o la Reserva Federal imprimen directamente los billetes y no pueden exportar el servicio.
Si bien actualmente las máquinas de Casa de Moneda no dan abasto para imprimir los pesos argentinos, la empresa estatal se ilusiona en el futuro con poder exportar billetes a países del Caribe, cuando haya decisión política de avanzar con una serie local de mayor denominación y permita que vuelva a haber excedente de capacidad instalada.
Para ello, en el último año se avanzó con las etapas de certificación y aprobación de las normas ISO de gestión de calidad, sistema de gestión antisoborno, de compliance y procesos de impresión, que son excluyentes para la comercialización de billetes de banco a otros países.
Casa de Moneda tiene también un equipo de 14 diseñadores que dibujan las imágenes de los billetes. Lo hacen con mucho nivel de detalle: para los billetes nuevos de José de San Martín invitaron al Instituto Nacional Sanmartiniano para que apruebe si era correcta la vestimenta y la cantidad de botones que tenía el traje del general a la edad en la que fue grabado.
“Es el punto neurálgico de la imprenta. El equipo de diseño con personal calificado se incorporó hace diez años, con tecnología de última generación que trajimos de Laussane, Suiza, y de Urbino, Italia. El proyecto a futuro es que puedan brindar el servicio de diseño a otros bancos centrales”, dijo Diego Oller, gerente general de Producción de Casa de Moneda, quien cuenta que los billetes tardan nueve meses en fabricarse, entre que nace el diseño y comienzan a circular en la calle. Los cajeros automáticos luego tardan otras semanas en programarse para que puedan leer los nuevos billetes.
Para la nueva serie de billetes de Heroínas y Héroes de la Patria, los diseñadores eligieron la tipografía Monteserrat, creada por la argentina Julieta Ulanovsky. En esos billetes, estarán, además de San Martín, María Eva Duarte de Perón ($100); Martín Miguel de Güemes y Juana Azurduy ($200), y María Remedios del Valle y Manuel Belgrano ($500).
La empresa estatal brinda también otros servicios, como la producción de pasaporte que le ofrece a Cancillería, la impresión de títulos universitarios, monedas y medallas conmemorativas (como la de los 200 años de la Universidad de Buenos Aires), la impresión de estampillas de tabaco y aduana para la AFIP, los padrones electorales para el Ministerio del Interior, y la producción de chapas y patentes para el Registro Nacional de las Personas (Renaper).
Para ello, Casa de Moneda tiene los niveles más altos de seguridad. En la visita que realizó LA NACION por las dos imprentas, hubo siempre un guardia de seguridad que acompañó la recorrida. Para este año, la empresa proyecta terminar con un déficit operativo de US$200 millones.
Producción de patentes
Casa de Moneda es la encargada también de imprimir todas las chapas y patentes de autos y motos del país. Por mes, se fabrican 100.000 patentes nuevas y 20.000 de reposición.
“La demanda de patentes por reposición aumenta por factores climáticos, porque cuando hay una inundación hay más pedidos, y en época de vacaciones también crece la demanda por el traslado de la gente. Cuando son patentes de repuesto, figura la D de duplicado o la T de triplicado. Después de la quintuplicada, se usa un número, pero es un caso cada tanto. Tuvimos el caso de una persona que perdió la patente 21 veces, deberían haberle sacado el registro. Tuvimos que inventar un cuño, porque no existía”, dijo Hugo Pérez, gerente de Producción de la ex Ciccone, quien trabaja en la imprenta desde 1989.
La fabricación de patentes se hace en un galpón inaugurado a fin del año pasado, con techos curvos de ladrillos a la vista y olor a laminado, donde trabajan 288 personas, de lunes a viernes. Los pedidos son realizados por el Renaper, pero se coordina la entrega con la Asociación de Concesionarios de Automotores (Acara), que las distribuye entre las concesionarias.
La imprenta tiene la certificación para imprimir todas las patentes del Mercosur, por lo cual, en el futuro, también podría ofrecerle el servicio a Uruguay a los estados de Brasil, donde la producción está delegada en las provincias.
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