Caruso Lombardi y el sesgo de los resultados
La anécdota me la contó Claudio Zuchovicky en una de las presentaciones de Casual Mente. Un amigo de él, experto en manejo de carteras de inversión, consiguió un trabajo administrando los fondos de una compañía de seguros. Como la empresa era relativamente pequeña, el gerente de finanzas le pidió que fuera conservador en sus decisiones, porque no tenían espalda para absorber una racha prolongada de malos resultados.En el primer día de operaciones, el amigo de Claudio le hizo ganar US$ 100.000 a su nuevo empleador. Pero cuando terminaba la jornada laboral el jefe lo llamó y le informó que estaba despedido. La explicación fue simple: "La única posibilidad de que hayas ganado 100.000 dólares en un solo día es que hayas tomado demasiados riesgos. Esta vez te salió bien, pero no podemos darnos el lujo de seguir operando de esta manera porque si nos toca una racha negativa no podremos soportarla".
La lección es que lejos de valorar su performance por los resultados, el gerente juzgó lo que hizo el operador, con la información que tenía al momento de decidir. En cierto sentido y como sostenía el psicólogo de la Universidad de Michigan, Ward Edwards, una decisión es una apuesta y como tal no debe juzgarse por el acierto o el error, sino por las probabilidades y los pagos involucrados.
Si un emprendimiento, por ejemplo, requiere una inversión de US$ 1 millón y solo tiene un 10% de chances de ser un éxito , generando en ese caso ganancias de US$ 20 millones, no puede decirse que fue una mala decisión encararlo, cada una de las nueve veces que salga mal. De hecho, si un empresario toma sistemáticamente apuestas que pagan 20 a 1, a la larga saldrá ganando siempre que las probabilidades de éxito sean mayores a 1 en 20.
El problema es que vivimos en un mundo meritocrático, donde los inversores quieren ver resultados y es difícil para un emprendedor, convencer a los financistas de que sigan bancando un proyecto, cuando éste está perdiendo dinero. No es fácil distinguir entre un quebranto circunstancial, producto del azar, y uno que evidencia un proyecto que no es viable.Peor aún es para el propio entrepreneur, que muchas veces abandona una idea porque los primeros resultados no son favorables.
La mayoría de los equipos que en la primera mitad de un campeonato lideran las posiciones efectivamente tienen los mejores planteles y juegan buen futbol, pero también aparecen cada tanto otros que a pesar de no tener la mejor escuadra han disfrutado de una racha positiva, que tiene más que ver con la suerte que con la habilidad. Del mismo modo, entre los que están peleando el descenso habrá predominancia de escuadras defectuosas, con poco presupuesto y jugadores mediocres, pero también disputarán esos lugares los que estuvieron algunas fechas del otro lado de la moneda; con una racha de mala fortuna que no se condice con la jerarquía de sus formaciones.
Como demostró el economista de la Universidad Javeriana de Bogotá, Juan Correa, analizandolos campeonatos argentinos desde 1991 a 2009, lo que ocurre en la segunda mitad del torneo es que esa excepcionalidad tiende a desaparecer y los equipos recuperan su rendimiento habitual: los mediocres que habían tenido suerte en la primera mitad rara vez pueden sostener la racha ganadora, al tiempo que los que habían estado por debajo de su rendimiento esperado, recuperan la senda de los triunfos. Y esto ocurre independientemente de si cambiaron o no de técnico. No hay modo de saber si Caruso Lombardi es realmente un gran técnico o un bluff, pero la polémica sirve para demostrar que cuando hay azar, las variables de rendimiento se alejan de sus valores medios y retornan luego, ineluctablemente a ese lugar.
Ocurre en el futbol, pero pasa también en la vida real y la moraleja es que no sirve "cambiar de técnico" si los malos resultados no tienen que ver con algo que realmente se hizo mal.