Argentina barata. Son turistas, vienen con euros o dólares y llenan las valijas
Si la postal del tipo de cambio atrasado fue la de los argentinos haciendo fila en Ezeiza para pasar sus televisores traídos de Chile, la del tipo de cambio apreciado es la de los extranjeros que se pasean por las calles porteñas haciendo sus compras de carteras de cuero, zapatos y ropa. Buenos Aires está de moda y algunos comerciantes lo notan en su facturación.
Para los turistas de alto poder adquisitivo, hacer compras en la Argentina está "barato". Por caso, un zapato de diseño que costaba unos US$300 antes de las sucesivas crisis cambiarias, hoy se consigue por la mitad. La devaluación del peso revivió el "deme dos" entre los turistas que llegan desde afuera, que en 2019 fueron récord para la ciudad de Buenos Aires: registró casi tres millones de visitantes del exterior.
El punto más alto se empezó a sentir en los centros comerciales. "El movimiento comenzó en noviembre y en enero se comprobó un pico", afirma Sergio Dattilo, gerente de Relaciones Institucionales de IRSA, la compañía dueña shoppings como el Alto Palermo, Patio Bullrich y Distrito Arcos.
Los visitantes llegan desde Chile, Brasil y Uruguay, y está creciendo la cantidad de europeos y estadounidenses, dice. "Para los turistas de la región, las marcas argentinas de moda resultan muy atractivas y, en algunos casos en particular, son casi aspiracionales", describe.
La tendencia, en este caso, se comprueba con algunos números simples. En la app de fidelización APPA, en el caso de Patio Bullrich, ya hay 1300 usuarios activos extranjeros. En ese mismo centro comercial, la compañía decidió instalar cargadores portátiles para la comodidad de los turistas. En tanto, en Distrito Arcos, ya se repartieron 5000 cuponeras con descuentos y beneficios especiales para visitantes internacionales.
Matías Bruno es dueño de una cadena de locales especialmente pensada para atender al turista. Sus puntos de venta son estratégicos: el Mercado de San Telmo, Bariloche y Recoleta, entre otros. Es una firma exclusivamente dedicada a la venta de productos con dulce de leche, tal como lo indica su nombre, Dulce de Leche Co. "El ticket promedio no se modificó, pero sí hay más tickets", evalúa al empresario.
Los locales venden más de la mitad de sus productos a turistas, asevera Bruno, especialmente brasileños, europeos y algún estadounidense. "Este año, comparado con el anterior, notamos que hubo más turistas, pero es una tendencia que ya se corrobora hace dos o tres años", describe. A la caza de esos ingresos, definió una estrategia de marketing en redes sociales orientada especialmente para sus visitantes del exterior: pauta con anuncios en inglés.
Pasear, mirar y comprar
La zona cerca de Plaza Dorrego y el Mercado de San Telmo es un polo fuerte de atracción turística, y los locales a la calle lo aprovechan, especialmente tras las sucesivas devaluaciones que abarataron los productos para billeteras foráneas. En este barrio vale el "deme dos" y hasta los locales más exclusivos y de nicho lo saben. La diseñadora de zapatos Jessica Kessel vende más de un par porque el zapato que antes valía US$300 hoy vale US$160, calcula un representante de la marca, Jose Morán.
Morán afirma que no hubo una "explosión" de ventas a turistas extranjeros, porque de por sí el local ya contaba con mucha presencia de personas que están en la Argentina de paso. "El público de San Telmo es un 80% extranjero", calcula, y explica que la mayoría de sus clientes de afuera eligen la marca porque aprecian la calidad del cuero y el diseño argentino.
También en San Telmo, el atelier del orfebre Juan Carlos Pallarols recibe cada vez más visitas de extranjeros. "Vienen a visitarnos por las pinturas y objetos que tenemos, vemos grupos familiares que hablan en distintos idiomas: volvimos a las viejas épocas en las que el turismo hace la diferencia", apunta.
El que sí vende más en la zona es Olivier Leveaufre, cofundador de Quorum Tienda de Arte. "Este año hubo más gente y llegaron más temprano, incluso en noviembre. Supongo que la baja brutal del peso hizo que vinieran más extranjeros", opina. Según él, vinieron más brasileños y estadounidenses, pero también hubo más gente de Europa del Norte frente a años anteriores. Lo que suelen llevar: serigrafías y grabados porque son fáciles de transportar y tienen un menor costo que una pintura original.
Por su parte, Vanessa Bell, una angloargentina que desde hace ocho años ofrece un servicio de "curaduría y diseño de experiencias a medida en Buenos Aires", dice que la ciudad "nunca estuvo tan de moda". Además de mostrarles a turistas la arquitectura y el diseño porteño, visita con ellos showrooms privados y ateliers de artesanos. Como sus visitantes vienen especialmente de países angloparlantes, como Nueva Zelanda, Australia y Estados Unidos, el pico de visitas ocurrió en diciembre, para las vacaciones de Navidad.
"Las compras son un tema que siempre interesa y, si los visitantes se informan sobre los tipos de cambio, resulta muy accesible", dice. Una experiencia que les encanta a sus clientes, dice, es el diseño personalizado de prendas de vestir de cuero o de accesorios del mismo material. Trabaja con visitantes de alto poder adquisitivo, y asegura que estos productos artesanales y de nicho hoy "no les resultan caros".
La manera de encarar la compra también cambió. Así lo describe Ezequiel, un comerciante de la Feria de Recoleta que tiene un puesto en que vende polleras: "En la feria siempre hay turistas, pero mientras que antes se quejaban de los precios, ahora compran y compran. La mayoría son brasileños, pero hay mexicanos, hubo chilenos hasta que empezó el conflicto en su país, y europeos".
Calle Florida, otra realidad
En los locales de la calle Florida que son fábricas de cuero la realidad es otra. A pesar de que esta es temporada de cruceros y la calle está repleta de familias, grupos de amigos y parejas que llegan desde el puerto, aún no perciben una mayor demanda. Por caso, Verónica, la encargada de la tienda Abril en Florida al 800 que hace 40 años está en la zona, dice que el flujo de turistas es normal o menos que hace unos años.
"En esta época siempre hay mucho turismo. Se duplica la clientela desde la mañana hasta aproximadamente las 17. Son los pasajeros de cruceros que se bajan en el Bajo y vienen caminando todo por calle Florida", explica. Sin embargo, la diferencia es que según ella hace 20, 30 años los turistas eran españoles o mexicanos de un nivel más alto y hoy son chinos o brasileños de un nivel económico más bajo, pero constante.
"El público brasileño nos salva, pero solo se lleva lo que le parece muy barato o está en liquidación y alfajores", completa.
Al lado de ese local, Gustavo, de la fábrica de cueros Maybe, dice que el turismo puede ser récord para este año, pero ellos tienen la tercera parte de la clientela que tenían hace una década. "Si bien hay poca gente, siempre hay algo. Estamos esperando que vuelva una época buena", acota.
Por último, Fabián, de Constanza Cueros, señala que si bien el tipo de cambio favorece a los extranjeros, el país sigue siendo caro y a ellos les convendría otra devaluación. "El brasileño compra, el chileno que puede también, pero el yanqui no gasta y el europeo no llega. Tampoco ayuda el estado en que está Florida. Desde hace años los canteros están descuidados y la calle, sucia".
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