Impuestos: qué deja en la agenda la gestión de Macri y qué podría cambiar
El pacto fiscal con las provincias y la reforma tributaria tienen varias medidas aún pendientes de aplicar y sobre las que ahora hay dudas; en Ganancias y monotributo quedan los ajustes automáticos
Miguelito, el nene amigo de Mafalda que siempre viste un enterito, se esconde debajo de un banco de la plaza. La protagonista de la tira de Quino, que justo pasa con su triciclo, se detiene y le pregunta qué hace ahí. La respuesta llega con una expresión retraída: "Tengo miedo del impuesto a todo". La secuencia de viñetas, publicada hace alrededor de medio siglo, podría tener actualidad en forma recurrente en la Argentina, como también se le podría asignar vigencia a otro tramo de la historieta, en el que Mafalda interpela a los adultos por su responsabilidad frente a los tributos.
En estos días previos al cambio de gobierno nacional, un interrogante que se plantea entre quienes estudian el tema es cuál es el grado de continuidad que se le dará a las políticas tributarias aprobadas en los últimos años que, en varios casos, prevén medidas que deberían ir entrando progresivamente en vigencia en los próximos tiempos.
El impositivo es uno de los temas que giran alrededor de la realidad fiscal del país (de la actual y de la estimada para el futuro). Están también en esa órbita las obligaciones de la deuda pública y la manera en que se actualizan las jubilaciones y otras prestaciones sociales que en los últimos dos años perdieron poder adquisitivo y que, en conjunto, representan más de seis pesos de cada diez del presupuesto nacional.
Fue a fines de 2017 cuando el gobierno de Mauricio Macri logró los principales cambios en materia tributaria, con la aprobación del Consenso Fiscal entre Nación y provincias (solo no lo firmó San Luis) y de la ley de reforma tributaria. En el primer caso, un punto central es el compromiso de las jurisdicciones de bajar el peso de Ingresos Brutos, un tributo considerado distorsivo, que va cargando costos en los eslabones de la cadena de producción y comercialización, con un efecto cascada que incide en los precios.
En 2018, primer año de aplicación del consenso, la alícuota promedio de Ingresos Brutos tuvo un comportamiento dispar: según un informe del tributarista César Litvin, en los extremos se ubicaron los casos de Salta, con una suba de 22%, y de la provincia de Buenos Aires, con una baja de 9,9%. Hubo varios aumentos y eso fue porque el pacto previó topes a las alícuotas, pero no impidió que, si se estaba por debajo de esos máximos, se elevara la imposición. Además, para el comercio no rigió ningún tope, algo que ya cambió para este 2019, en el que el impuesto no puede ser mayor a 5%. Por la dinámica planteada en el pacto con las provincias, de su eventual cumplimiento debería resultar este año una baja de la presión tributaria. Lo mismo debería ocurrir de aquí a 2022. Pero con el nuevo escenario político ahora surgen dudas.
"Hay probabilidad de que el consenso se suspenda por un año -advierte el economista Nadin Argañaraz-. Sería una señal muy negativa, porque cambiaría la rentabilidad esperada por los proyectos y cambiaría el flujo de las inversiones".
También expresa esa lectura sobre el futuro posible la economista María Castiglioni, de C&T Asesores Económicos. "No veo preocupación por parte de quienes estarían en el gobierno por bajar impuestos", dice.
Según Argañaraz, "estamos en una situación en la cual, a priori, suspender una baja de impuestos es algo que el fisco puede ver como posibilidad; sin embargo, hacerlo traería un impacto negativo por una suba de la informalidad y la morosidad".
Hay otras rebajas en marcha derivadas de la ley 27.430. Una se refiere a la alícuota de Ganancias a cargo de las empresas, condicionada a la reinversión de utilidades: para 2020 se prevé la baja de 30% a 20%. Y para los empleadores hay un cronograma de aumento progresivo, hasta 2022, de un monto de los salarios libre de contribuciones, lo cual baja la carga. El objetivo de la medida, según un escrito del Ministerio de Hacienda, fue bajar el incentivo a la informalidad, sobre todo en puestos de menor calificación (a menor salario, mayor impacto de detraer un monto fijo de la base imponible). Por ahora, la aplicación se da en tiempos de caída del empleo y suba de la vulnerabilidad.
Un impuesto con baja incidencia en la recaudación, que se alivió por unos años, luego volvió a ganar peso y hoy está en la mira de quienes llegan al poder, es el que grava el patrimonio (Bienes Personales). Una novedad del último cambio es la exención de la vivienda (hasta $18 millones). Y la versión más fuerte respecto de un cambio es un mayor gravamen sobre bienes en el exterior.
Otra reforma en la que se buscó avanzar es en que el impuesto al cheque pueda tomarse cada vez en mayor proporción a cuenta de otras obligaciones. En esta materia se le dio facultades al Poder Ejecutivo y este año ya quedó frenado el avance, según advierte Argañaraz.
El impuesto a los resultados nominales de inversiones financieras es otra parte de la herencia. "Recauda poquísimo, es complicado de calcular y genera desincentivos para el ahorrista", cuestiona Castiglioni. El tributo, que deja al margen, por ejemplo, a quien compra dólares y mantiene los billetes sin invertir, fue un reclamo de la oposición -del massismo en particular- y difícilmente se vaya para atrás. Al contrario, podría ser una base para cambios que traigan mayor nivel de imposición.
Otro ítem tributario en ese estado de situación es el de las retenciones al agro. "Por los precios de las commodities y el tipo de cambio multilateral, hoy hay menos margen para subirlas que en 2008", dice Castiglioni, que recuerda que es un impuesto no coparticipable y "tentador" antes necesidades fiscales.
Una tentación en la que cayó por años el kirchnerismo fue la falta o la insuficiencia de actualización, en un contexto inflacionario, de las bases para calcular impuestos personales, como Ganancias y el monotributo, algo que permitió elevar la recaudación a partir de cargas más altas al contribuyente. En los últimos años se aprobaron mecanismos de ajuste anual con parámetros predefinidos. Eso es valorado, aunque se advierte que las modalidades no son suficientes, porque están atadas a lo que pasa con los salarios formales y la movilidad previsional. Son variables que pueden quedar (y que este año quedan) por debajo de la inflación.
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