Caputo prometió una fuerte baja de impuestos hacia el final del gobierno y relativizó la suba del dólar
Dijo que cuando Milei termine el mandato habrá reducido el 90% de los tributos; “El tipo de cambio subió 10% en 6 meses. Al gobierno anterior se le fue de 60 a 1200 pesos”, comparó; también remarcó la importancia del equilibro fiscal y pidió confianza a los empresarios
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El ministro de Economía, Luis Caputo, prometió que el Gobierno bajará el 90% de los impuestos para el final del mandato del presidente Javier Milei y pidió a los empresarios que apuesten al modelo. “Para los devaluadores seriales: el camino no es devaluar, sino bajar fuertemente la carga impositiva. La Argentina necesita bajar el 90% de los impuestos: Ingresos Brutos, el impuesto al cheque, el doble IVA”, enumeró el jefe del Palacio de Hacienda.
Al clausurar la Convención de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco), que se realizó en el predio de La Rural, en Palermo, bajo el lema “Constructores de Diálogo”, Caputo también relativizó la suba del dólar blue de los últimos días que llevó la brecha con el oficial al 45%. “El tipo de cambio subió 10% en 6 meses. Al gobierno anterior se le fue de 60 a 1200 pesos. No hay más periodistas llorando en televisión; en esos cuatro años se les fue la sensibilidad social; a 1000 les alcanzaba la plata para ir con sus familias a Qatar al Mundial”, señaló el ministro sumándose a las periódicas críticas del Presidente a los medios.
“En este Gobierno jurás por Dios, por la Patria y el equilibrio fiscal”, definió uno de los hombres que supo representar al oficialismo y que en La Rural estrechó manos con el titular de Camarco, Gustavo Weiss. Precisamente él, mientras lo escuchaba Caputo, sostuvo que el control del gasto público y la consecuente parálisis de las obras provocaron “un duro y contundente golpe” al sector. Minutos después, el ministro no esquivó la crítica sobre “cuándo llega la recuperación” y recordó el punto de partida desde que comenzó su gestión: “Entendamos que cuatro años más de kirchnerismo no nos llevaban a Alemania, sino a Venezuela”.
En el evento que reunió a los principales empresarios de la construcción sobrevoló una dicotomía que, casi como un Boca - River, planteó: “obra pública o ajuste fiscal”. De ese debate participaron empresarios, gobernadores y el propio Caputo. En ese sentido, explicó que “había que tomar medidas muy importantes, dolorosas pero necesarias”. De esta manera, el ministro intentó transmitir la idea de que el equilibrio fiscal es “la base” para todo lo demás.
Una mirada similar expresó en un panel anterior el gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, quien dijo que “el equilibrio fiscal es condición sine qua non”. Aunque también advirtió que sólo con eso no alcanza para tener crecimiento.
A propósito de la necesidad de reactivar obras de infraestructura, el gobernador cordobés, Martín Llaryora, fue más taxativo: “Si vos creés que es posible desarrollarse sin obra pública, estamos en problemas”.
Esta multiplicidad de miradas alimentó a un auditorio empresarial ansioso de escuchar definiciones sobre la llegada de la recuperación. De hecho, el pasaje en el que más aplausos se escucharon fue cuando el sindicalista de la UOCRA, Gerardo Martínez, muy enfáticamente, pronunció: “Es el momento de demostrar que estamos en condiciones de llevar a cabo las obras que el país necesita en forma inmediata”.
En la previa, Weiss adelantaba que “la pregunta que se hace el sector es cuándo llega la recuperación”. Para la Camarco, la obra pública resulta indispensable en la búsqueda de dicha reactivación y eso necesita inversión del Estado. Un importante empresario, sentado en las filas de adelante, declaró que, según su visión, el discurso de Caputo dejó traslucir que “prioriza el equilibrio fiscal por sobre la obra pública”. En contraposición, otro representante del sector se mostró más comprensivo y describió que “el Gobierno se encuentra en su curva de aprendizaje”, en relación a la administración del impacto del ajuste.
Según enumeró Martínez, en el sector sindical contabilizaron 130.000 bajas de puestos de trabajo. Los números de Weiss indican 100.000, aunque aclara que dicho cálculo no contempla los empleos indirectos que genera la construcción.
Las palabras del ministro estuvieron teñidas por una cuota de realismo: “Milagros no se puede hacer, salir de esas macanas (en relación a las políticas kirchneristas) no es gratis”. Caputo le pidió al sector privado que confíe en el compromiso del Gobierno, en el cambio de país que impulsa y, a largo plazo, prometió la reducción del “90% de los impuestos” para el fin del mandato. “Ese es el camino”, definió.
Si bien el ministro hizo hincapié en ordenar la macroeconomía para que con el superávit se inicie el sendero de baja de impuestos, su discurso incluyó una mención al corto plazo directamente vinculada con el traspaso de obras en favor de las provincias.
En ese sentido, enumeró que el Gobierno trasladó a las jurisdicciones subnacionales unos 900 proyectos. Para el Ejecutivo, ese parecería ser el camino más próximo de reactivación. Para Weiss, “hasta que las provincias las ponen en marcha pasa un tiempo”.
El titular de Camarco fue duro al afirmar que “la falta de perspectivas ensombrece el panorama”. Pese a eso, los representantes del Gobierno defendieron la política de traspaso. Más temprano, el secretario de Obras Públicas, Luis Giovine, detalló que más de 2000 obras formaban parte de convenios entre Nación y provincias o municipios. Dichos proyectos, en palabras de los funcionarios, “son menores” y no ameritan el financiamiento del Ejecutivo. Giovine mostró fotos de ellos. Se trata de veredas, cunetas, techos de pileta, plazas, entre otros. “Eso no es obras, eso es política”, sentenció Caputo.
Por lo tanto, el ministro defendió el equilibrio fiscal y les pidió a los empresarios que no se dejen llevar por “el miedo” que, según su visión, generan el kirchnerismo y aquellos que “buscan entorpecer todo”. Consciente de eso pero víctima de la parálisis, aquel exmiembro del oficialismo que estrechaba manos con Weiss se retiró de La Rural con el “deseo” de que después de la Ley Bases cambie la agenda del Gobierno y “otras cosas también puedan arrancar”.
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