Soluciones mágicas e inmediatez son dos conceptos que no tienen mucha correlación con la innovación y la generación de nuevas herramientas para enfrentar problemas actuales del agro. En efecto, el desarrollo de una nueva tecnología que soporte a la producción agropecuaria puede demorar una década de trabajo y requerir algunos cientos de millones de dólares de inversión.
Debido a esto, es indudable el efecto positivo de un correcto manejo agronómico sobre la sustentabilidad de los rendimientos de los cultivos agrícolas, ya que de esta manera se logra minimizar el impacto de los factores limitantes como lo son el agua y los nutrientes.
Muchos trabajos científicos y técnicos nos muestran el impacto del estrés hídrico sobre el rendimiento y calidad de los cultivos, y la campaña agrícola 2017/18 ha sido un ejemplo de ello. En menos de un año, algunos productores debieron enfrentar eventos de inundación, seguidos de fuertes sequías.
No obstante, durante los últimos meses pudimos ver lotes linderos mostrando situaciones contrastantes en términos del estado de sus cultivos a pesar de tener como factor común fuertes restricciones hídricas. Claramente, existieron diferencias en el manejo implementado entre lotes que permitió que en algunos casos lo cultivos completen su ciclo de una manera más exitosa a pesar de atravesar el mismo ambiente hostil.
Es por ello, que cada año es más importante enfocarnos en la mitigación de riesgos sobre aquellas variables que podemos controlar, y que nos garantizan generar las mejores condiciones para explotar el rendimiento potencial de los cultivos. El cultivo antecesor y un correcto manejo de malezas antes y después de la siembra, nos garantizan un buen comienzo, el cual, acompañado de una correcta elección del genotipo, fecha de siembra y diagnóstico nutricional, será el primer escalón para optimizar rendimientos.
Del mismo modo, lograr una rápida implantación y cobertura del suelo será crucial para garantizar un uso eficiente de los recursos como el agua del suelo, la luz y los nutrientes; y para ello, la definición de la densidad de siembra y el tratamiento preventivo de semillas será de vital importancia, ya que el concepto de "una semilla, una planta" siempre es importante, pero lo es aún más en condiciones inciertas respecto de futuros eventos de estrés bióticos o abióticos.
La protección del cultivo durante todos los estadios fenológicos en términos de malezas, insectos y enfermedades es el otro escalón a enfrentar para alcanzar esa ambiciosa meta de máximos rendimientos.
Es cierto, hasta hoy no podemos manejar las variables ambientales que impactan sobre los cultivos agrícolas, pero también es verdad que actualmente tenemos disponibles múltiples innovaciones tecnológicas que nos permiten mitigar el impacto del clima que no podemos controlar, para proteger cada kilo de rendimiento de nuestros cultivos. En definitiva, al no haber recetas mágicas y generales, la clave de éxito es el manejo.
El autor es doctor en Ciencias Agrarias de la UBA y gerente de Investigación y Desarrollo de BASF