"Fierro encarna la legión / de los paisanos de ayer / que en el rudo padecer / templaron su corazón". Asegura Fernando Sánchez Zinny, en un artículo aparecido hace tiempo en la nacion , que la "genialidad poética" del Martín Fierro desencadenó "una tensión expresiva" que habría de dar frutos en el siglo XX, "cuando se asumió por completo la dimensión lírica que esa forma dialectal admitía", gracias a la obra de autores como, entre otros, Yamandú Rodríguez.
Oriental, de Montevideo, Yamandú Rodríguez (1891-1957) ha dejado una gran producción literaria. En teatro, los poemas dramáticos 1810 (exaltación de la patria argentina), El matrero y Fraile Aldao . Como cuentista puede juzgárselo en Bichito de luz, Humo de marlos, Cansancio y Cimarrones. Sus libros de poemas, La cifra y Aires de campo, fueron recogidos en un volumen. Los grandes temas universales el coraje, el amor, la amistad, el desamor, la muerte son allí tratados en cantos de alto vuelo, magistrales en sus sentencias. También, como no podía ser de otro modo, aparecen la poesía patriótica ("Artigas"), los escenarios de la guerra civil y, discípulo de José Hernández, el elogio de la condición de ser gaucho: "Raza que con férreo puño / y a encuentros de redomón / hizo de la tradición / la cartilla del terruño" (Raza gaucha". En "De la estirpe" se ufana: "Aunque en los tiempos no ceso / en ir cambiando de forma, / si obedezco a la reforma / necesaria del progreso, / no dejo de ser por eso / acero de buena ley". "El remate" no es sino un ejemplo más de una nobleza que a nadie deja en la estacada: "Todos compramos sus pilchas, / pa salvárselas, agüelo. / Aquí tiene sus espuelas. / Aquí tiene su azulejo".
"Romance de los pumas" conmueve por las escenas del fusilamiento del general Lucero quien, no obstante encontrarse a merced de los tiradores enemigos, sigue conservando en su interior "un tigre tapao": "Y los sacude un bramido. / Y se transforma aquel viejo, / y cimbra como una lanza / cuando se clava en el suelo".
Su compatriota Elías Regules, otro notable exponente de la musa popular, escribió: "Yamandú Rodríguez ha sentido esa raza y la ha cantado con brillantez y empuje, porque ya tienen raíz en su cerebro las combinaciones de su sangre oriental con el laurel que dejaron los abuelos".
Presente en su poemario el mítico cantor Santos Vega ("Santos Vega es la tristeza / del crepúsculo campero"), Yamandú se empeñó también en el elogio de las canciones y bailes criollos. De la cifra expresó: "Cuando tras el combate el cantor se apeó del caballo / la vigüela jadeaba, la pulsó? y así nació la Cifra / con su latido apresurado por la fatiga de la carga". Para la vidalita rimó: "De sus pupilas oscuras / nace clara la promesa, / lo mismo que un alba azul / sale de una noche negra / y los desaires conocen / el camino de su trenza, / atada con una cinta / de horizonte o de vigüela".
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