El hecho ocurrió en la zona rural de Hipatia, en el departamento Las Colonias, de Santa Fe, cuando tres delincuentes encapuchados y portando armas de fuego llegaron hasta el establecimiento de Danilo Perassi
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SANTA FE.- Un matrimonio de 64 y 62 años y una abuela de 92 fueron asaltados en un tambo por tres delincuentes encapuchados y portando armas de fuego que les propinaron golpes, cortes con armas blancas y dejaron inconsciente al hombre mientras les gritaban que querían el dinero apoyando las armas de fuego en sus cabezas.
Los asaltantes, que se llevaron 33.000 pesos, la mayoría ahorros de la abuela que vive con los tamberos, ingresaron a los tiros al pequeño tambo cuando el matrimonio comenzaba a realizar las tareas de ordeño. Los disparos, que impactaron en un galpón, provocaron el desbande de las vacas allí alojadas, con los lógicos destrozos en esas instalaciones.
Los hechos se registraron el domingo último, al alba, en la zona rural de la localidad de Hipatia, departamento Las Colonias, 90 kilómetros al centro norte de esta capital, una zona dedicada casi exclusivamente a la actividad láctea. Se encuentra a 50 kilómetros al norte de Esperanza, la cabecera departamental.
Totalmente consternado, “mal anímicamente”, como apuntó, Danilo Perassi (64), el propietario del tambo y el que más fue golpeado esa madrugada, dialogó esta mañana con LA NACION. Su relato revela la impotencia que siente un trabajador que de pronto vivió la peor hora de su vida.
“Con mi mujer –Norma Melgaratti, de 62- nos levantamos a las 3 de la madrugada a encerrar las vacas para luego ir al tambo. Cerca de las 3.45 mi señora vio que se acercaban tres tipos encapuchados, con armas, y me pegó un grito. Habíamos hablado que en cualquier momento nos entraban. Apenas se acercaron dispararon tres veces contra el tambo. Las vacas que estaban en el lugar salían como podían de ese lugar, lógicamente rompiendo las instalaciones. A partir de allí comenzó la odisea. A mi mujer la encañonaron y le pusieron una pistola en el cuello; y a mí me redujeron, me pegaron varios culatazos y otros con una varilla en la pierna y puñetes en la cara, hasta que me tiré al piso y siguieron golpeándome. La mayoría de los golpes los recibí en el rostro y en la cabeza. Tengo varios moretones y algunos dientes flojos”, expresó.
Y prosiguió: “Estaba medio inconsciente de tantas patadas, nos tuvieron ahí varios minutos; dispararon otros tiros, uno de ellos estaba muy violento. Nosotros tenemos un tambo pequeño y por eso les decía que les pasaron mal el dato. No entendían que no encontraran la plata. Por eso nos tiraron en una habitación. Me hicieron abrir una vieja caja fuerte de mi abuelo, que solo tenía monedas y billetes viejos, y 3000 pesos que se llevaron. Pero antes de irse rompieron un montón de cosas. Ellos repetían que querían más plata. Yo les di lo poco que tenía y hasta los tres celulares que había en la casa”, amplió el tambero.
En la búsqueda de más dinero, Danilo, maniatado y bajo amenaza de cuchillo con la intención de cortarle los dedos de la mano, casi desmayado por la tortura, fue llevado hasta la habitación donde vive su madre, Romilda, viuda de Perassi, de 92 años, a quien le sustrajeron 32.000 pesos que era lo que le quedaba de la jubilación que había cobrado.
Con violencia
“Luego de amenazarnos violentamente quisieron poner en marcha los automóviles que estaban en la casa, todos antiguos, como un Ford Falcon, una Ford F que es de mi hijo y un Renault Megane de varios años que tenemos para ir a ver los hijos o de compras a pueblos de la zona. Se ve que no sabían mucho porque no pudieron hacerlos arrancar. Se fueron y seguramente alguien los estaba esperando en el ingreso al tambo”, añadió la víctima del ataque.
“Estos malvivientes estuvieron cerca de una hora en mi casa golpeándonos, amenazándonos. Hasta un tiro pasó cerca de mi. Querían plata. Y lo peor, me gritaron que no los denunciara porque si no iban a volver. Eso es lo que hoy nos angustia. Por eso pedimos a las autoridades políticas que hagan algo porque la próxima vez puede ser peor”, subrayó.
Finalmente, Perassi agradeció la solidaridad de sus vecinos, amigos y familiares. “No puedo decir lo mismo de los que gobiernan. No tenemos respuestas. Este no fue el único caso, ya hubo otros y van a suceder muchos más si no hay quienes investiguen y apresen a los delincuentes”, remarcó.
Radicó la denuncia en la policía de Progreso, “porque Hipatia es un pueblo muy chico (de 550 habitantes) y no hay policía. Tuvimos que ir al médico. Yo me estoy recuperando de los golpes, pero anímicamente estoy mal. Nunca pensé vivir esta situación. Esa hora que estuvimos en manos de estos delincuentes no se la deseo a nadie. Me robaron la paz, la tranquilidad y la esperanza. Vivo bien, pero laburando y con lo que me dejó mi padre de herencia”, concluyó.
Por su parte, Martín Perassi, hijo de la pareja víctima de robo, denunció además que ya hubo otros tres hechos similares en la zona con el mismo modus operandi. Todos los casos fueron oportunamente denunciados ante la policía pero hasta el momento no hubo ningún avance en las investigaciones. “Es un verdadero flagelo que deja a nuestros adultos mayores a merced de delincuentes violentos y asesinos”, manifestó.
La explotación se encuentra entre Hipatia y Grutly. Se arriba al lugar por un camino de tierra que a diario es transitada por la producción regional: leche, granos y vacunos a frigoríficos. Esa zona no posee energía eléctrica.
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