Es cierto que a un organismo recaudador no se le puede pedir que tenga sentido del tacto y la oportunidad. Pero las notificaciones enviadas por ARBA (Agencia de Recaudación de la Provincia de Buenos Aires) al inundado partido de General Villegas que informan de un reajuste de la valuación fiscal de las partidas rurales superan todos los límites conocidos. La situación parece una broma, aunque de mal gusto. ¿Qué ejercicio de yoga, o de meditación debería realizar un productor que perdió toda la cosecha, y por lo tanto los ingresos del año, para mantener la calma mientras lee la carta donde lo notifican de un aumento de la valuación fiscal del 35% y un incremento del impuesto del 130%?
En las últimas semanas, ARBA envió cerca de 14.000 notificaciones a los partidos de la provincia con el nuevo cálculo de revalúo con un plazo de diez días hábiles para presentar el descargo y evitar que quede firme el incremento. En definitiva se le propone al productor una carrera de obstáculos contra cronómetro. Para salir airoso de la prueba se debe: 1) encontrar cuál es el procedimiento de cálculo utilizado por ARBA; 2) comprenderlo y evaluarlo; 3) formular una respuesta.
Las entidades de productores han pedido al gobierno de María Eugenia Vidal prorrogar el plazo para presentar los descargos a por lo menos 60 días y que se envíen los respectivos formularios 960 donde se determinan los porcentajes de la valuación fiscal de sus hectáreas de campo. Vale mencionar, como muestra del anacronismo del sistema, que la mayoría de los productores de la provincia no tienen la más pálida idea de la existencia de estos formularios que fueron completados en los años cuarenta y cuyo formato fue traído de Italia.
Las notificaciones enviadas por ARBA con los cambios en las valuaciones fiscales de los campos no son nuevas, sino que se vienen repitiendo en los últimos años. No son otra cosa que parches que detectados por el Departamento de Metodología Valuatoria del organismo intentan ajustar el valor fiscal de los campos. Pero el sistema está obsoleto. Con buen criterio las entidades de productores vienen reclamando al gobierno provincial la discusión de un nuevo esquema fiscal en lo que hace al impuesto inmobiliario. Hasta el momento no han tenido éxito en la iniciativa. Las urgencias en recaudar superan cualquier planteo de mediano plazo.
La ausencia de voluntad política en reformular el inmobiliario rural bonaerense se puede trasladar al resto de los impuestos provinciales y nacionales. Desde la Fiesta del Ternero en San Luis, Dardo Chiesa, presidente de CRA, manifestó: "No podemos esperar a que el debate por una reforma impositiva integral se postergue hasta 2018 o 2019 por estar en una año electoral". Esta inquietud viene creciendo en todas las actividades productivas, sobre todo las que pueden crecer en exportaciones. En la comitiva que acompaña al presidente Mauricio Macri en su gira por China y Japón debe estar flotando una pregunta mientras se abren nuevos mercados: ¿es posible vender y ser competitivos con el actual sistema impositivo?
El actual retraso cambiario deja aún más al desnudo un combo insostenible de impuestos y tasas nacionales, provinciales y municipales. Hoy cualquier alimento carga con un 50% de impuestos.
Ante esta evidencia el gobierno se contenta con patear la pelota para adelante. Una decisión que pone en riesgo muchas posibilidades que hoy hacen soñar a la producción. Como las que se vivieron esta semana en el SIAL Shanghai, la feria de alimentación más importante del continente asiático, donde la Argentina fue la invitada de honor.
La presencia del presidente Macri en el pabellón de 800 metros cuadrados del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (Ipcva), el doble del stand de Brasil, fue un espaldarazo para las 24 empresas exportadoras que estaban presentes. Si bien despertó entusiasmo el cierre de negocios por 4000 dólares la tonelada de cortes de inferior calidad de la vaca compuestos por el cogote, el garrón y el brazuelo que el mercado chino consume en abundancia, quedó bien claro el liderazgo de Australia en los cortes premium. A los australianos es difícil competirle por la cercanía y por el posicionamiento que tienen como carne de calidad. Y en este segmento nuestra carne todavía sufre de un gran desconocimiento. China demuestra que abrir mercados no es lo mismo que ganarlos. Un objetivo muy complicado con estas condiciones.