Región clave en la agricultura del vecino país, allí se proyecta un fuerte salto productivo para la soja y el maíz
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Dicen que si te vas de la Argentina 20 días cuando volvés cambió todo y, en cambio, si regresás en 20 años está todo igual. Eso claramente no está pasando con el agro en Brasil en general y con el estado de Mato Grosso en particular, que visité por primera vez hace 20 años. Recordemos que en este estado, basado en la producción de alimentos, su PBI está explicado en un 56% por el agro y tiene ciudades como Sinop o Lucas de Río Verde que fueron fundadas hace menos de 50 años y superan las 150.000 o 200.000 habitantes.
Ricardo, Invaldo o Nelson, productores que hemos visitado en estos días con el grupo Pie de Sierras, no imaginaban cuando emigraron del sur de Brasil a estas tierras que la productividad de soja iba a crecer todos los años hasta llegar este año a 3800 kg/ha en 12 millones de hectáreas, que el maíz de segunda que nació como cobertura (safriña, pequeña cosecha) termine consolidándose como un gran negocio con la llegada de las plantas de etanol y, sobre todo, que sus hijos ya no miraban otras tierras para tener un futuro mejor.
En Mato Grosso se siembran dos cultivos por año, pudiendo agregar un tercero en caso de contar con riego. El primero es siempre soja; sus siembras comienzan después del vacío sanitario que finaliza el 15 de septiembre cuando arrancan las primeras lluvias.
Luego viene la siembra del maíz, en los meses de enero y febrero de acuerdo a cuando sea la cosecha de soja. Después de esa fecha comienzan los riesgos ya que en abril se terminan las lluvias hasta la próxima primavera.
Lo que no se siembra de maíz en fecha óptima pasa en su mayoría a cultivos de cobertura o forraje para la hacienda. Llueven más de 2000 milímetros entre octubre y abril, es su gran ventaja. También tienen sus inconvenientes que son los costos de producción, por ejemplo el doble que la Argentina explicado por el uso de fertilizantes y fungicidas. Están muy lejos de los puertos y miran de reojo al nuevo gobierno que lo ven poco amigable con la producción agropecuaria.
Crecimiento
En Embrapa están desarrollando el sistema agrosilvopastoril, que es la combinación de agricultura, árboles sobre todo eucaliptos y ganadería. La producción de carne viene creciendo constantemente, entra en el ciclo cuando no se puede hacer maíz por fecha de siembra y se hacen especies como braquiaria para forraje de la hacienda. Algunos planteos realizan intersiembras con el maíz en planta para comer después de la cosecha.
De las usinas de etanol vienen los DDG para complementar la alimentación del ganado. El etanol cambió para siempre el presente y el futuro de este Estado; hizo que los precios suban y que el maíz sea rentable, antes ni pagaba el flete. El etanol se puede mezclar hasta 25% con nafta según la ley vigente o utilizar puro como es costumbre en Brasil. De los residuos de madereras sale la alimentación para las usinas que generan etanol y DDG. Todo se transforma, el ciclo se cierra.
En el cerrado de Mato Grosso solo se puede desmontar el 80% de la superficie, pero se puede utilizar el área de pastaje que totalizan 23 millones de hectáreas, de las cuales 15 millones tienen suelos aptos para la agricultura. De esta manera esperan llegar a las 16,5 millones de hectáreas de soja en 2032 desde las 12 millones actuales y producir 63 millones de toneladas de soja contra las 44 millones de hoy. En maíz el recorrido es parecido, esperando pasar de 46,4 millones de toneladas este año a las 80,7 millones en 2032.
Un Estado basado en la agroindustria donde se producen alimentos tanto para el mercado local como el internacional, ciudades que reciben inversiones e inmigrantes todo el tiempo en una naturaleza increíble. Un Estado que nos muestra a los argentinos hacia donde podemos ir.
El autor es director de Globaltecnos
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