La Mesa de Enlace lo planteó sin rodeos antes de la reunión que tuvo con el presidente Alberto Fernández: "Pocas veces en la historia democrática se vio a un Presidente dirigirse tan injustamente a millares de argentinos por el solo hecho de llevar a cabo una actividad lícita y noble, como es la producción de alimentos".
La frase, plasmada en un comunicado y que incluso a muchos podría traer a la memoria momentos del conflicto de 2008 cuando Néstor Kirchner o la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner avanzaban contra el sector, fue en línea para devolver la velada amenaza de la suba de retenciones o poner cupos para exportar con la cual apeló el jefe de Estado.
Por más que la reunión entre el Presidente y la Mesa de Enlace tras los dardos contra el sector sirvió para devolverle una relativa calma al agro, lo cierto es que el Presidente cometió varios errores innecesarios que hacen que al productor que está en el lote, el que tiene que decidir qué hacer o no con un plan de inversión no termine de tener confianza. Un activo que es tan decisivo como recibir una buena lluvia o poner sobre el campo la mejor tecnología.
Fernández no solo tensó el vínculo, sino que puso a los productores en el lugar que muchos no quieren estar: el de tener que estar siempre a la defensiva, expectantes por dónde va a venir el castigo antes que una reparadora palmada en la espalda por la importancia central del agro para el país.
"Tenemos que dormir con las botas puestas porque no sabemos en qué momento tenemos que salir a protestar", graficó de esa manera esta semana Roberto Palomo, vicepresidente de la Asociación Civil de Productores Agrícolas y Ganaderos del Norte (Apronor).
Que en la charla entre Fernández y la Mesa de Enlace se haya puesto un freno a una tensión innecesaria es un dato alentador. También lo es la forma en que la agrupación ruralista se plantó ante el mandatario con respecto al tema de los precios, logrando que la lupa ahora se ponga sobre la cadena en sí como un todo, no en un actor particular. Habrá intercambio de información y reuniones con la participación de los dirigentes.
El del miércoles pasado fue el segundo encuentro de la Mesa de Enlace con Fernández como presidente. Más allá de un acercamiento que el jefe de Estado ya tuvo en 2020 con el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) y el efecto de la pandemia que por un buen tiempo pudo haber dificultado el vínculo cara a cara, con la irrupción de miles de encuentros virtuales tranquilamente la relación con las entidades gremiales merecía haber sido más estrecha. Para evitar cortocircuitos, para comprender en el caso de un Presidente que en campaña se mostró receptivo con el sector, diciendo incluso a la Mesa de Enlace que no iba a tomar medidas restrictivas.
Es cierto que, salvo el incremento de retenciones en soja, maíz y trigo -mientras se bajaron en economías regionales-, todavía no hubo un intervencionismo tal cual se lo conoció con cupos y ROEs en el anterior gobierno kirchnerista. Pero alcanzó la referencia de Fernández para reflotar los fantasmas.
Fantasmas que algunos ven con otras medidas. Por ejemplo, la resolución del Ministerio de Agricultura con la cual, si la secretaría de Comercio Interior le informa el incumplimiento de una empresa a una norma, laudo o arbitraje ligado al consumo interno, la cartera de Luis Basterra en el acto la podría suspender del Registro Único de la Cadena Agroindustrial (RUCA).
La norma está hecha a la medida para seguir de cerca a las firmas del fideicomiso aceitero. Salió el mismo día que también en el Boletín Oficial se formalizó el fideicomiso aceitero.
Su efecto se podría replicar con cualquier otro actor de la cadena agroindustrial. No por nada en empresas que tienen productos con precios congelados por Comercio Interior fue uno de los temas más conversados en la semana.
Alberto Fernández quizá podría haber evitado el cuadro de conflicto si desde el inicio de su gestión, quizá con otro nombre o de la forma que fuera, hubiera continuado con las Mesas de Competitividad durante la gestión de Mauricio Macri.
Esas mesas por sectores, más allá de que algunas tuvieron más actividad que otras, tenían algo fundamental: el Presidente, en ese caso Macri, estaba encima de ellas, las presidía.
El mismo jefe de Estado llevaba un seguimiento y hasta de algún modo les tomaba examen a sus funcionarios sobre si se había avanzado en algunos de los temas charlados en una reunión anterior.
Haber continuado ese trabajo, aunque sea de manera virtual por la pandemia en algún momento de 2020, sin duda hubiera evitado un clima de conflicto y brindado una cuota de confianza. Ahora el Presidente puede reperfilar el vínculo con el campo.
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