Con el descubrimiento de Cerro Rico, la antigua Villa Imperial de Potosí (hoy Bolivia), ubicada a más de 4000 metros sobre el nivel del mar, se convirtió en poco tiempo en una de las ciudades más pobladas y ricas del mundo, y en el centro de la economía del antiguo Virreinato del Perú.
Este cerro fue la fuente de plata más rica conocida. De sus entrañas salió cerca del 80% de toda la plata del mundo, que el imperio español utilizó para financiar su expansión en la América colonial. Potosí encendió la imaginación de los europeos. En 1596 Theodoor de Bry plasmó en el famoso grabado que ilustra esta nota una representación fantasiosa del proceso de extracción del precioso metal al interior del cerro.
La extrema abundancia de plata llevó al virrey Francisco Álvarez de Toledo a fundar en 1572 la Casa Real de la Moneda de Potosí, la que al poco tiempo de su creación ya acuñaba 4 millones de piezas por año.
En 1545 el pastor Diego Huallpa descubrió accidentalmente plata en el cerro cuando, al ir en busca de algunas llamas extraviadas de su rebaño, tuvo que encender fuego para repararse del frío durante la noche. Al día siguiente, notó en el suelo los hilos de plata que el calor de su hoguera había derretido. La veta afloraba en la superficie.
Tal fue la fama de riqueza de la Villa Imperial, que Miguel de Cervantes acuñó en su Don Quijote de la Mancha la expresión "vale un potosí", para indicar que algo vale una fortuna.
Potosí, al representar el poderío económico y financiero de la Corona en estas tierras, su posesión se convirtió en objetivo principal de los revolucionarios durante las guerras de la independencia en la segunda década del siglo XIX. En 1813, el ejército del general Manuel Belgrano, con la avanzada del general Díaz Vélez, logró entrar a Potosí y tomar la Casa de la Moneda. Al poco tiempo, las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma obligaron a Belgrano a retirarse hacia Potosí, y luego a Jujuy. Con las fuerzas realistas acosándolo, antes de su partida de la Villa Imperial Belgrano ordenó dinamitar la Casa de la Moneda, no sin antes cargar con todas las monedas del depósito. En sus Memorias, cuenta el general José María Paz -testigo de estos acontecimientos- que Belgrano hizo colocar numerosos barriles de pólvora en el edificio y solicitó a los vecinos que se refugiaran en sus casas. Un oficial encendió una mecha lo suficientemente larga como para permitir la retirada de las tropas antes del estallido, que hubiera terminado no sólo con la antigua ceca sino con la ciudad.
Escribe el general Paz: "Deseando gozar en su totalidad del terrible espectáculo de ver volar en fracciones, un gran edificio y quizá media ciudad (?), durante el camino fuimos volteándonos para volver la vista a la Casa de Moneda, que dejábamos atrás (?), un cuarto de hora más tarde, ya era certidumbre de que la mecha había sido sustraída".
El motivo de la fallida hazaña fue la traición de un oficial de Belgrano, un mendocino llamado Anglada, que persuadido por una dama potosina con la que mantenía una relación sentimental hizo abortar la voladura y salvar a la ciudad de la destrucción.
Escribe Paz sobre el traidor: "Este se relacionó con personas enemigas de la causa, y particularmente con una señora muy realista, a quien se atribuyó principalmente el mérito de la conquista. Él, por su empleo, estaba en el secreto de la operación que se meditaba y la inutilizó quitando la mecha que debía servir para la explosión (?) Se ocultó y se presentó en seguida al enemigo, que lo acogió bien por el importante servicio que acababa de hacerle y lo empleó en el ejército".
Sorprendido, Belgrano buscó revancha, pero volvió a fracasar. Ordenó al capitán Juan Luna regresar a Potosí para volver a encender la mecha y garantizar la explosión, pero al llegar a la ciudad la férrea resistencia de los vecinos le impidió cumplir con su misión.
Este episodio muestra hasta dónde Belgrano estuvo dispuesto a llegar en guerra con las fuerzas realistas. Volar por los aires la Casa de la Moneda habría significado la muerte de buena parte de la población de Potosí pero, a su vez, habría debilitado seriamente la administración colonial al cortarse el normal abastecimiento de las monedas allí acuñadas con las que la monarquía española sostenía su presencia en América.
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