LDC promueve la expansión de la camelina, que sirve como biocombustible de segunda generación
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“Hace poco que, drásticamente, la forma en la cual hacíamos el negocio está cambiando y, como grandes actores de la Argentina, tenemos la obligación de acompañar en ese cambio al productor”. Con estas palabras, Juan José Blanchard, CCO Global y líder de Latinoamérica de Louis Dreyfus Company (LDC), destacó la importancia de que las empresas se adapten y anticipen a esta creciente tendencia hacia la descarbonización, la sustentabilidad, la descomoditización y la trazabilidad.
“El cambio climático es una realidad, por lo que es una suerte de obligación por parte de las empresas tomar medidas al respecto y respaldar a los productores en ese proceso”, afirmó el ejecutivo, quien participó de la charla “Sustentabilidad e Innovación, de la Teoría a la Práctica” durante Expoagro edición YPF Agro. El ejecutivo dio detalles sobre cómo la compañía trabaja en la adopción de prácticas sostenibles, como el enfoque hacia la agricultura regenerativa y, en esa línea, la promoción del cultivo de camelina.
“Claramente, a nivel de tendencia, lo que estamos viendo es un claro cambio en la línea de la descarbonización de la sustentabilidad, de la descomoditización, la trazabilidad”, expresó.
Por esa razón, Blanchard indicó que la firma se comprometió a reducir las emisiones de carbono hacia 2030 en un 33,6%. Y, también, al igual que la Unión Europea, a partir de 2025 no recibirán ningún producto de zonas que hayan sido deforestadas desde enero de 2021.
“Es un compromiso muy firme que estamos teniendo. Vamos mucho más allá de acompañar al productor en ese proceso de descarbonización, nos descarbonizamos nosotros mismos”, expresó Blanchard. Agregó: “Soy un productor de Pergamino y en mi vida nunca vi la laguna de Gómez en Junín secarse así. Es un cambio muy fuerte; entonces, si no nos comprometemos nosotros a ese cambio, nada cambia. Por eso consideramos que tenemos la obligación de acompañar al productor en ese cambio”.
Destacó que la firma está orientada hacia un enfoque de agricultura regenerativa. Este enfoque implica una gestión integral de las tierras agrícolas, con el objetivo de mejorar la salud y la fertilidad del suelo, restaurar los ecosistemas y fomentar la biodiversidad, al mismo tiempo que garantizar una producción de alimentos sostenible.
En ese marco, a mediados del año pasado la empresa firmó un convenio con Global Clean Energy Holdings, Inc. Acordaron promover conjuntamente el cultivo sustentable de camelina sativa (camelina) en la Argentina, Paraguay y Uruguay.
“La camelina encaja bien en la Argentina, porque tiene una baja huella, porque gran parte de los suelos argentinos no han sufrido deforestación, porque durante el invierno argentino, muchas hectáreas no se cultivan y porque, además, tenemos una industria de molienda gigante instalada con una capacidad de molienda excedentaria. Puede recibir una cantidad impresionante de camelina sin que la demanda sea un problema. Aquí no estamos hablando de un techo de demanda, la demanda es muy grande”, dijo.
Señaló que esa demanda también está traccionada porque esta oleaginosa es un cultivo que cada vez se usa más para la producción de biocombustibles debido a su bajo impacto ambiental, su adaptabilidad y su capacidad para ser utilizada en sistemas agrícolas sostenibles.
“En Estados Unidos existen incentivos a la producción de biocombustibles. A partir del próximo año, esos incentivos que hoy favorecen principalmente a los biocombustibles de primera generación, más vinculados a la soja, comenzarán a favorecer a lo que se conoce como los combustibles de segunda generación, y el nivel de incentivo estará muy conectado al nivel de huella de carbono que tengan esos biocombustibles”, expresó.
“Ahí es cuando la camelina, junto con, por ejemplo, los aceites usados, es perfecta porque tienen la menor huella de carbono en comparación con otros cultivos como la soja, por ejemplo, o la palma. En esa línea, lo que estamos viendo en Estados Unidos es una revolución, porque dentro de los compromisos de carbonización, vemos anuncios prácticamente semanales de refinerías de petróleo que anuncian que se convertirán en biorefinerías, que transformarán ese aceite vegetal en diésel renovable”, agregó.
Yuri Herreras, director y socio fundador de Camelina Company, explicó que en estos momentos en la Argentina concentran la producción de la camelína en Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba y el este de La Pampa.
Herreras destacó que la camelina tiene una característica que es relativamente única y es que tiene un ciclo muy corto. Esto permite introducir el cultivo dentro de la rotación que ya tiene el productor, sin desplazar ningún otro. “Esto es muy importante en el caso de la Argentina porque lo que estamos proponiendo es que el productor haga una siembra en invierno y que sea capaz de cosecharla lo suficientemente rápido como para introducir una soja de primera o un maíz tardío. Esto implica que no pierda rendimiento”, afirmó.
Remarcó que lo que están intentando es asegurar que el productor pueda cosechar siempre en una fecha que le permita sembrar una soja de primera o un maíz tardío.
“En el cultivo de camelina existe una oportunidad real de consolidarse como un actor importante en el cambio hacia la agricultura regenerativa. El motivo por el que lo consideramos es que creemos que permite abordar tres desafíos muy importantes. Primero, el ambiental, relacionado con la captura de carbono. El segundo, el agronómico, que implica tener un cultivo de servicio, actuando como un puente verde hacia la agricultura regenerativa. Y tercero, no hay que olvidar que es un cultivo con rentabilidad y un margen”, concluyó.
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