Iniciamos una nueva campaña de granos, la 2023/24, con la esperanza de avizorar un nuevo horizonte, que se traduce en el impulso necesario para aspirar a recuperar niveles de producción alcanzados en las últimas 5 campañas previas a la profunda seca que enfrentamos.
Los productores, luego de evaluar sus pérdidas y realizar la necesaria ingeniería financiera para reestructurar sus deudas, acudirán en mayor medida a los proveedores de insumos, cooperativas, acopios, familiares, mutuales y bancos para invertir un monto que superará los 15.800 millones de dólares, cifra un 13% inferior al récord invertido en la campaña que está finalizando.
La expectativa es que los planes canje adquieran una mayor relevancia en la financiación de esta campaña, pudiendo llegar a participar con el 40% de la financiación de la misma, ya que esta herramienta financiera se establece normalmente con los eslabones que poseen mayor fortaleza económica.
En un escenario de estas características, con la certidumbre que la crisis macroeconómica, política y social no tiene solución en el corto o mediano plazo, la moneda que le da confianza al productor son los granos. Esto significa que, para tratar de asegurarse la obtención de los insumos estratégicos necesarios para continuar en el circuito productivo, tratará de consolidar los planes canje.
La patada inicial la da el trigo, acompañada con la cebada y la avena, que con disponibilidad de agua mediante en el perfil en diversas regiones productivas, a excepción del sur de córdoba y norte de Buenos Aires que siguen apostando a nuevas precipitaciones, los productores trigueros tienen la intención de superar los 6 millones de hectáreas para producir al menos 18 millones de toneladas, que brindarán 11 millones de saldo exportable.
Nuevo gobierno
Sembraremos con un gobierno y cosecharemos con otro, aportando nuevas divisas para afrontar la profunda crisis que estaremos transitando. Y, si bien el proverbio que se atribuye a Abraham Lincoln dice “No cambies de caballo en mitad del río” y que significa no alterar tu curso de acción, plan o líder en medio de un proyecto, en nuestro caso es necesario un nuevo plan económico, con un nuevo líder y tomar un nuevo curso de acción, hacia una Argentina responsable.
Luego vendrá la gruesa, con la soja, el maíz, el girasol y el sorgo, entre otros, que con sus áreas a sembrarse apuntan a producir unos 115 millones de toneladas, aspirando a superar los 133 millones de toneladas, levemente por abajo del récord del 2018/19, debido a la menor disponibilidad de recursos para adquirir la totalidad de los insumos estratégicos necesarios para alcanzar nuevos récords.
Estamos ante un escenario climático de transición entre una niña muy traviesa que se retira y un Niño travieso que, si bien lo esperamos con ansias, podría jugar con exceso de precipitaciones hacia fin de año.
La inversión del campo supera los US$60.000 millones si se consideran todas las producciones
Pero no solo el clima está en transición, también el escenario político, económico, financiero y social. Nuevos horizontes se avecinan e independientemente de qué nuevo gobierno asuma, no hay duda que se debe avanzar en forma consensuada con una política de Estado que implemente un plan de estabilización de la economía, modificar la carta magna del BCRA, unificar el dólar, realizar un ajuste real y efectivo del gasto público, impulsar las exportaciones para recuperar reservas y realizar una apertura inteligente de la economía. De esta manera se impulsará la inversión y se comenzará a combatir la inflación.
El sector agroindustrial es el que más invierte año tras año, la inversión anual casi duplica las reservas brutas del Banco Central (BCRA); supera los 60.000 millones de dólares si sumamos todas las producciones que se distribuyen en todo nuestro territorio. Solo se requiere de una visión de largo plazo y racionalidad macroeconómica para crecer en forma sustentable como lo vienen haciendo nuestros competidores.
El potencial es enorme, en los próximos años podríamos aumentar más de un 20% nuestras producciones de granos y carnes, favoreciendo el ingreso de divisas, impulsando la actividad económica, generando mayor empleo, dinamizando todos los pueblos del interior y brindando un mayor bienestar a toda la población.
La Argentina tiene una deuda moral con nosotros mismos y con el mundo; debemos volver a posicionarse como abastecedora de alimentos confiables, en cantidad, calidad y a precios competitivos, además de desarrollar en forma sustentable la energía renovable y la minería, conformando entre la agroindustria, la energía y la minería las bases para el despegue del país.
El agro comienza a invertir, con la esperanza de un nuevo horizonte; asumirá riesgos climáticos y de mercado, no la desaprovechemos.
Los empresarios rurales y la cadena agroindustrial tienen la oportunidad de generar sinergia innovadora. Basados en el conocimiento y la sabiduría adquirida, se potencia la oferta de alimentos, energía renovable y servicios en forma sustentable, en una relación muy amigable con el ambiente.
Históricamente éramos reconocidos como abastecedores de alimentos confiables, nos llamaban “el granero del mundo”. Nuestras carnes, cortes de alta calidad, siguen siendo la más apetecible en toda la Unión Europea. Nuestros vinos altamente reconocidos y las frutas con sus jugos deseados por nuestros países hermanos, y así, cientos de productos que realizamos con el esfuerzo a diario del productor y su agroindustria. Es tiempo de tener una política de Estado que nos reposicione en el mundo.
El autor es consultor en agronegocios
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