Soy gerente de producto de FMC Argentina. En esta campaña se presentaron condiciones ambientales y situaciones de manejo diferentes de las anteriores y quizá más complicadas.
Las precipitaciones predispusieron a un escenario diferente del que esperábamos para esta campaña (esperábamos más neutro o Niña), aparecieron orugas que años anteriores se habían visto poco y, obviamente, se armó el escenario para las chinches y las enfermedades de fin de ciclo.
Las plagas orugas en años anteriores estaban muy tranquilas, pero en esta campaña hemos aplicado muchos lotes por oruga medidora y oruga bolillera, al menos en la región central del país. Son plagas que debemos controlar a tiempo y de manera eficiente, porque dependiendo el estadio del cultivo los daños pueden ser importantes.
Otra de las plagas que dio pelea esta campaña son las chinches. Por las poblaciones de las campañas pasadas sumado a que se les dieron las condiciones para subsistir durante el invierno, se presentaron en gran número en los cultivos estivales nuevamente.
Las chinches son las causantes de los mayores daños fisiológicos y económicos por plagas de la campaña pasada, no solo por el efecto sobre los cultivos, sino que las reiteradas reinfecciones motivaron a hacer mas de una aplicación para esta plaga a quien quería cuidar sus cultivos.
Igualmente que para las demás plagas, hay que estar muy atentos y monitorear el avance y crecimientos de las poblaciones de chinches, y principalmente atentos a las apariciones tempranas de esta plaga, tomar decisiones inmediatas de aplicaciones tempranas con insecticidas con volteo y residualidad, para mantener a estas poblaciones controladas y por debajo de los umbrales.
Una recomendación para estas aplicaciones podría ser una combinación de bifentrin un piretroide para el volteo e imidacloprid, un neonicotioide, para la residualidad. Existe en el mercado formulaciones banda azul de esta combinación de activos que nos proporcionan seguridad a la hora de usarlos y manipularlos.
No podemos dejarnos estar con esta plaga porque ataques severos pueden reducir los rendimientos hasta en un 25% a 35 por ciento.
Algo que ya aprendimos es que las chinches aumentan la incidencia de algunas enfermedades de fin de ciclo como fusarium spp. y bacteriosis. Por tal motivo, muchas veces el umbral de daño económico no es el mejor indicador para el manejo de las plagas, porque dependiendo la plaga termina siendo mucho mas importante conocer la dinámica poblacional y los efectos secundarios que estas provocan y actuar a tiempo manteniendo estas poblaciones controladas.
No podemos dejar de lado los problemas de las lluvias excesivas, situación que complica el ingreso a los campos para ser monitoreados. Caminos colapsados, lotes de producción con pérdida total y en general los cultivos comprometidos por anegamiento temporario. Ya se están viendo problemas sanitarios, principalmente enfermedades vasculares, como consecuencia de la saturación de los suelos y las napas altas.
La correcta implementación y toma de decisiones evita ineficiencias que cuestan el doble de caro que una decisión bien tomada y a tiempo.