El pasado jueves, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) dio a conocer su habitual informe mensual de oferta y demanda mundial. Las expectativas estaban puestas en las proyecciones de este organismo para la producción de granos gruesos de Estados Unidos. Era la primera en el año con datos recogidos a campo por especialistas de la repartición gubernamental, ya que hasta aquí solo había mostrado cifras basadas en rindes acordes a la tendencia de los cultivos en los últimos años.
En la semana previa al reporte aparecen variadas estimaciones privadas, entre ellas empresas que tienen gente recorriendo lotes y realizando recuentos de plantas, espigas, nudos y demás indicadores. Otras que emiten sus cifras en base a modelos matemáticos y, seguramente, otras que simplemente emiten cifras sin detallar demasiado su metodología.
Quienes generan cifras basadas en modelos parten de la información que el propio USDA muestra semana a semana en relación al estado de los cultivos, data que surge, teóricamente, de la recorrida de sus funcionarios. Por ende, al ser recolectada por empleados estatales desinteresados e imparciales se supone que refleja la realidad.
Algunas jornadas antes de la aparición de los números estatales, agencias noticiosas reúnen datos que consideran confiables de unas 20 compañías privadas, las promedian y esto pasa a ser lo que se denomina “la expectativa del mercado”. No pocas veces éstas no se cumplen y fue esto exactamente lo que sucedió este mes. El USDA proyectó producciones de soja y maíz por encima de todos los valores mostrados por privados, dando como resultado una baja generalizada en las cotizaciones de los commodities agrícolas en las pizarras del Chicago Mercatile Exchange.
Asumido el trago amargo inicial, comienzan a aparecer algunas dudas, ya que en algunos casos no pareciera haber correlación entre la información suministrada semanalmente como estado de cultivos con los rindes finales estimados. Y no es la primera vez que se ponen en duda los fríos números de un informe mensual del USDA.
Tratando de no aburrir con cifras, simplemente citaré un par de ejemplos donde la producción tiene impacto a nivel nacional. En los que el clima no fue tan favorable durante las últimas semanas con reflejo en la situación del cultivo, pero no tanto en los resultados esperados.
En Nebraska, la soja en condiciones buenas y excelente a inicios de agosto de 2016 alcanzaba al 77% de la superficie. En esa fecha, la proyección oficial para ese año fue de 39,7 quintales, y el rinde final de 41 quintales. A principios de agosto de 2017, un 58% de la soja estaba en condiciones buenas y excelente, con un rinde proyectado de 39 quintales, y 2,3 millones de hectáreas sembradas.
En Illinois, el maíz en condiciones buenas y excelente a inicios de agosto de 2016 alcanzaba al 83% de la superficie. En esa fecha, la proyección oficial fue de 125,5 quintales y el rinde de 123,6 quintales. A principios de agosto de 2017 un 58% del maíz estaba en condiciones buenas y excelente, un rinde proyectado de 118 quintales, y 4,4 millones de hectáreas sembradas.
Cuando uno se pone a comparar año contra año, aparece la más variada diversidad de resultados, pero en general son más los casos en los que a simple vista la expectativa oficial es sospechosamente optimista.
Comenzaron a circular algunas versiones respecto a que en la soja, donde a esta altura del cultivo se pueden hacer recuentos de plantas y nudos, se estimaron la cantidad potencial de chauchas por hectárea complementando este dato con el número y peso de granos de tendencia, algo que claramente se define en las próximas semanas.
En el caso del maíz, algunos especialistas consideran que se pudieron haber usado el número de granos y peso habitual en cada mazorca, cuando en varios Estados las condiciones climáticas imperantes al momento de la floración generaron un número de aborto en las mismas superior a la media.
Está claro que todo es confuso y el USDA hizo su aporte a la confusión general, en un año como el actual donde las condiciones climáticas no solo no fueron ideales tal como sucedía en las últimas campañas, sino que fueron muy diversas en una región donde se siembran más de 36 millones de hectáreas tanto de maíz como de soja. Es demasiado complejo evaluar la situación y lograr una proyección que sea acertada. Esto probablemente provocará que la volatilidad generada por las producciones norteamericanas en las cotizaciones se extienda más allá de lo habitual.
El autor es analista de mercados
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