Un día afirman una cosa y al siguiente es probable que digan exactamente lo contrario. Así de certero es el Gobierno. Hace diez días, el ministro de Economía, Martín Guzmán, dijo que el Gobierno no pensaba incrementar los Derechos de Exportación (DEX) al trigo porque el país necesita dólares, tres días después el presidente Alberto Fernández expresó que él era partidario de aumentarlos, pero unas pocas horas más tarde, lo desmintió el ministro de Agricultura, Julián Domínguez.
Esta semana, Fernández volvió a la carga como si fuera un comentarista y no un presidente en ejercicio para insistir en que había que desacoplar los precios internacionales de los locales con un incremento de las retenciones al trigo. En esas declaraciones puso al desnudo su escasa capacidad para resolver una situación más profunda (la inflación) porque dijo que la medida no se podía llevar adelante debido al rechazo de la oposición.
Además del trigo, Fernández apuntó contra la carne. “Los ganaderos le quieren cobrar a los argentinos la carne al mismo precio que a los chinos”, dijo como si los cortes que se consumen en el gigante asiático fueran iguales a los locales.
“El principal motivo que conlleva al menor consumo de carne de nuestros compatriotas en la historia proviene del poder adquisitivo de los argentinos que se encuentra permanentemente corroído por los efectos de la inflación”, respondió la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap), en un comunicado. Y recordó: “Solo con políticas que amplíen el stock ganadero y que incentiven la inversión para aumentar la oferta se va garantizar la ‘mesa de los argentinos’ y generar un volumen importante de exportaciones que mejoren los ingresos de divisas por el comercio exterior”.
Acaso las palabras de Fernández hayan estado destinadas a provocar una cortina de humo tras la renuncia del secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, tras la ineficacia de las políticas de control de precios.
En todo caso, tanto las referencias al trigo como a la carne, las palabras del Presidente significan una señal de desaliento a cualquier intención de aumentar la inversión para que crezca la producción y, en definitiva, que haya más exportaciones e ingreso de divisas.
Aunque en valores nominales los valores de los granos están en niveles elevados, no pocos especialistas advierten que también han subido los costos de producción y cualquier cambio en el escenario de las cotizaciones haría revertir rápidamente la ecuación. “Si se compara la situación de precios esperados a cosecha en mayo 2022 versus las expectativas que había en mayo 2021, en promedio hoy el mercado de futuros ofrece precio promedio de los cuatro granos principales un 24% más altos. En esa misma comparación, los costos directos por hectárea subieron un 59%”, señala el último informe de la consultora Zorraquin+Meneses. Esta suba es promedio ya que algunos costos no tuvieron el mismo incremento. “No todo es lo mismo y eso muestra lo complejo del escenario”, añade.
Esa catarata de declaraciones presidenciales, a la que anteayer se sumó la portavoz Gabriela Cerruti, se contradice con otras medidas que adoptó el propio Gobierno, como alentar la declaración de exportaciones de trigo para la campaña 22/23 y la presentación del Plan GanAr, para incrementar el stock vacuno, del Ministerio de Agricultura. También, con la intención del ministro Domínguez de lograr una cosecha de trigo de 25 millones de toneladas.
El desacople con la realidad es tan profundo que el Presidente ni siquiera tuvo en cuenta que el trigo comenzó a sembrarse y que no pocos productores decidirán volcarse a la cebada frente a la posibilidad de una mayor intervención oficial. Y el riesgo es aún mayor porque los climatólogos están señalando que hay probabilidades concretas de un tercer episodio Niña en forma consecutiva. Hay una demora de 4,8 puntos porcentuales en la siembra de trigo respecto de la campaña pasada, según informó anteayer la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
Hay otro desacople de la realidad por parte del presidente Fernández: cuando la demanda está ajustada, el mundo necesita que la Argentina produzca más trigo, no menos trigo. Los organismos internacionales recomiendan que frente a la tensión en el mercado no se tomen medidas para restringir las exportaciones. Los mensajes son claros, solo hace falta entenderlos.
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