En los llamados "corrales de piedra" o "de indios", aledaños a la casa, los investigadores encontraron interesantes testimonios del pasado de la zona
BARKER.- Siempreverde, ubicada en las sierras de Barker, en el sudeste bonarense, no sólo se destaca por el particular servicio que ofrece como establecimiento turístico. Hoy es centro de la investigación de la vida de los primeros pobladores que pisaron el sitio.
Propiedad de los descendientes de Leonor Uriburu de Anchorena, hace ya más de quince años que un grupo de arqueólogos e historiadores ha desarrollado diversas expediciones para analizar una "estructura lítica", comúnmente conocida como "corral de piedra" o "corral de indios", denominaciones que los científicos prefieren no utilizar porque suponen un prejuicio sobre su uso y su construcción.
La estancia primero perteneció al español Armando Valdivieso y Vela. En 1891 pasó a manos del francés Juan Biset, que modificó el casco para darle la apariencia actual. En 1911, el establecimiento fue comprado por Celia Bilbao de Molina y en 1943 pasó a manos de Leonor Uriburu de Anchorena, quien la anexó a otra estancia de su propiedad, llamada La Azucena.
En 1963, cuando se realizó la subdivisión de estas tierras entre sus descendientes, la familia se radicó en el campo. Entonces, se plantaron 10.000 árboles de distintas especies, formando un bosque que rodea la casa principal. Le cuida sus espaldas el cerro Los Angelitos, que con el conjunto de sierras de Barker forman parte del sistema de Tandilia, el más antiguo del continente americano, que tuvo el privilegio de contemplar los inicios de la vida sobre la tierra.
La vivienda, que se alza en dos pisos, es blanca, de techos verdes y una amplia galería. La planta baja sigue asentada sobre bloques de piedra sin ligadura con cemento sino con arena, que correspondería a una formación muy elemental de la misma época que la estructura lítica que oficia de escudo protector desde el frente.
Rastros históricos
Fue en 1988 cuando la estructura lítica de Siempreverde se convirtió en el espacio de interés para un grupo de científicos.
Mariano Ramos, docente e investigador de la Facultad de Arqueología de la Universidad Nacional de Luján y de la UBA, inició, junto a su colega Gladis Ceresole, el proyecto de investigación arqueohistórica acerca de las construcciones líticas del sistema de Tandilia.
El objetivo es determinar quiénes y cuándo construyeron este tipo de estructuras y las características de las ocupaciones posteriores que, además, han ido provocando transformaciones en el registro arqueológico. Tienen conocimiento de que hay más de 20 en las sierras.
Según el registro arqueológico obtenido en Siempreverde, se estima que las primeras ocupaciones de la estructura de piedra oscilarían entre 1650 y 1750. Se han hallado objetos metálicos vinculados a sistemas de alambrado, que si bien existían con anterioridad, se utilizaron en el siglo XIX. Además, se encontró un freno para caballo; proyectiles de avant-carga de arma corta; un revólver Lafucheux de mediados del siglo XIX y fragmentos vítreos de botellas de sección cuadrada, como la de ginebra marca Hoytema & Co., modelo fabricado entre 1823 y 1842.
"Me da mucha alegría haber podido empezar a fechar este tipo de construcciones. Es muy difícil encontrar carbones en la región pampeana, porque las condiciones del sedimento, es decir, con mucho humus, descompone elementos como la leña, el carbón, o el hueso, desintegrándolos. Y además, en esta zona no había eucaliptos; por lo tanto, los fogones se prendían con hueso fresco o bosta, lo que no perdura", puntualizó Ramos.
Con respecto al uso de las estructuras líticas, se estima que no todas tuvieron la misma función. Algunas habrían servido como infraestructura de apoyo para las grandes recogidas de ganado en pie para ser llevado a Chile.
En cuanto a la construcción, se barajan dos hipótesis: habrían sido realizadas por los españoles criollos, o por mano de obra indígena bajo su dirección, en relación con el comercio de ganado hacia el Noroeste.
Se supone que las piedras que se usaron para edificarlas provenían de los cerros. "En esa época, los caminos de indios eran rastrilladas y mover carretas era muy costoso; por lo tanto, es probable que hayan movido el material directamente a mano, montando bloque sobre bloque y con mucha gente", puntualizó el arqueólogo.
La campaña que realizaron en febrero de este año ha sido la última en Siempreverde. No obstante, Ramos rescató el aprendizaje adquirido en esta estancia, porque su estructura lítica ofició de prototipo para desarrollar a futuro el trabajo en otros corrales.
Y los propietarios de la estancia comentaron: "No se puede negar a los profesionales que están estudiando el pasado la posibilidad de estudiar este hallazgo tan importante".