Sin la baja de derechos de exportación, el trigo mantendrá la superficie sembrada, según las estimaciones; todavía no se verifica un salto productivo
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Expresiones de apoyo por la evolución de las cuentas públicas y de advertencias por la persistencia de la elevada presión impositiva fueron las reacciones del ruralismo frente al anuncio del presidente Javier Milei respecto del logro del superávit fiscal del primer trimestre del año.
En su discurso por cadena nacional, el Presidente mencionó al campo como uno de los primeros sectores que, junto con la minería y la energía, podría aportar al crecimiento económico del país por la “corrección de precios relativos”. Milei expresó que “la única manera de sacar al 60% de los argentinos de la pobreza es con crecimiento económico”.
Además, explicó que “cada peso que le sobre al Estado Nacional, lejos de aumentar el gasto, será devuelto a los argentinos a través de reducciones de impuestos”. Esta definición, para el campo, puede sonar como música para los oídos. Sin embargo, esa melodía todavía no comenzó a ejecutarse.
Más allá de las simpatías con la gestión libertaria que puedan tener no pocos productores, la realidad de los números es la que manda. Esto se puede comprobar si se cumplen las estimaciones de área sembrada de trigo para la campaña 2024/25 que a nivel nacional sería igual a la de la campaña pasada, 5,9 millones de hectáreas, de acuerdo con una primera proyección de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Si esa cifra se confirma habría una situación de estancamiento, no de salto productivo.
Aunque el actual gobierno dejó atrás la política de “volúmenes de equilibrio” para el mercado, que no eran otra cosa que cupos a la exportación, y comenzó a corregir el valor del tipo de cambio, pese a que sigue el cepo, mantiene intocables los derechos de exportación (DEX) que, en el caso, del trigo, tienen una alícuota del 12 por ciento. De no haber cambios en el corto plazo con el tributo, se perderá otra oportunidad.
No obstante, hay variables que han mejorado en las últimas semanas. Según explicó Daniel Miralles, coordinador técnico de “A Todo Trigo”, la verdadera cumbre del cereal que se celebrará el mes próximo en Mar del Plata, las condiciones climáticas y las reducciones de costos de algunos insumos son favorables para el cereal. “Hoy tenemos una ventaja: en la mayor parte de las zonas trigueras del país partimos de una situación hídrica muy distinta a la del año pasado. El agua en la siembra explica entre el 50% y el 80% del éxito del cultivo. Si seguimos de la manera en que arrancamos, tenemos la oportunidad de lograr rendimientos récord y una alta rentabilidad debido a esto”, dijo el docente de la Fauba e investigador del Conicet.
Además, recordó que “hace dos semanas, la tonelada de urea estaba a casi 900 dólares y ahora está en 560 dólares” y destacó que “en el último mes ha mejorado notoriamente la relación insumo/producto”. Esto podría incentivar a una mayor siembra en las zonas menos tradicionales para el trigo.
Como se sabe, las comparaciones son odiosas, pero la evidencia demuestra que cuando no hay impuestos distorsivos y hay libertad de comercio, la reacción del campo es automática. Alcanza con recordar que cuando en diciembre de 2015, el gobierno de Mauricio Macri decidió llevar de 23% a 0% los DEX para el trigo, además de terminar con los ROE y el cepo al dólar, la producción del cereal creció un 40% en cuatro años. Es cierto que más adelante Cambiemos reimplantó los DEX por el descalabro económico desatado en 2018, pero las pruebas están allí para que cada uno saque sus conclusiones.
La presión impositiva también la ejerce el gobierno bonaerense mediante la suba astronómica del inmobiliario rural. No hubo optimismo de los dirigentes rurales que se reunieron con el gobernador Axel Kicillof en La Plata el lunes pasado, unos días antes que los ruralistas anunciaran una ronda de reuniones con legisladores provinciales para advertir que los aumentos superan el 200% votado como tope para actualizar el inmobiliario rural.
Según fuentes del gobierno bonaerense podría haber alguna reducción vía el restablecimiento de las bonificaciones por pago en tiempo o en modalidad electrónica. Suena a poco para un gobernador que dice estar interesado por apoyar a los sectores productivos.
En definitiva, la persistencia de la presión impositiva distorsiva no hace otra cosa que quitarle recursos a la inversión, lo que se traduce en menor producción y en menor posibilidad de generar puestos de trabajo y actividad económica. Es cierto que los desequilibrios de la macroeconomía son profundos, pero hay trenes que no conviene dejar pasar.
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