Genética, controles y manejo forman parte de las estrategias sobre las cuales están trabajando firmas de semillas y agroquímicos
- 6 minutos de lectura'
La expansión de la enfermedad Spiroplasma kunkelii transmitida por la chicharrita en zonas donde no era habitual se disparó en las últimas semanas y los reportes de productores sobre picos de severidad no paran de aumentar. Cada vez hay más maíces que muestran los signos de estar afectados por esta plaga, lo que resulta en una significativa caída en la producción. En el norte del país hay campos donde las pérdidas superan el 100% y los productores ya están hablando de una catástrofe. Además, en el centro del país los efectos también comienzan a ser graves. En este contexto, LA NACION conversó con empresas de semillas y de productos fitosanitarios para conocer sus estrategias para enfrentar la situación.
Ricardo Ortega, gerente de cultivos de maíz y girasol para Basf Argentina, señaló que ante este panorama se han intensificado los estudios para encontrar nuevas formas de combatir la enfermedad. “Estamos planificando varias estrategias en colaboración con diversas entidades para obtener más información y encontrar una solución lo antes posible”, comentó.
Señaló que actualmente en el mercado no existen productos registrados para combatir la enfermedad. “Están en fase experimental, entonces lo que se está haciendo es probar todos los diferentes manejos. El uso de terapéuticos, la elección de material, las fechas de siembra, entre otros”, dijo. “Hay que probar de todo porque nadie se hubiese imaginado que iba a explotar así, sobre todo en el centro del país”, agregó.
En rigor, antes esta enfermedad se presentaba en la Argentina en la zona subtropical debido a que su vector, la chicharrita, habita en regiones con temperaturas cálidas. Sin embargo, este año se está extendiendo hacia zonas de transición del área maicera y también a zonas templadas, donde es poco común en campañas tradicionales de maíz.
Este insecto actúa como vector de tres enfermedades que son fitoplasma, spiroplasma y virus de rayado fino, que presentan diferentes síntomas como nudos cortos, proliferación de muchas espigas, improductividad, menor peso en los granos. Para Ortega, la proliferación de esta enfermedad marca un “antes y un después”.
“Antes a la hora de elegir un material solía primarse el rendimiento y se dejaba más de lado el aspecto sanitario porque en la balanza pesaba más, pero después de este año no. Va a ser fundamental elegir un híbrido que no sea tan susceptible y resignar quizá un poco de rendimiento porque al fin y al cabo, la balanza va a ser negativa en este caso”, señaló.
En la misma línea, Manuel Areco, gerente de Producto de Maíz de Bayer para la región de Conosur, enfatizó la importancia de un enfoque integral para el control de la enfermedad. Esto implica, dentro de la zona, reducir al máximo la presencia de hospederos, trabajar en rotaciones, concentrar las fechas de siembra, tener un buen manejo de plantas voluntarias y utilizar genotipos con buen nivel de tolerancia.
“También estamos enfocados y explorando alternativas en el control químico. Si bien no hay productos registrados al día de hoy en la Argentina, se están evaluando diferentes opciones tanto en tratamiento de semilla como aplicaciones foliares. Diferentes principios activos de insecticidas para tratar de controlar un poco las poblaciones del vector”, dijo.
Hoy confirmamos presencia de enfermedad Spiroplasma con la fitopatóloga Belén Bravo (INTA Villa Mercedes).
— Nicolás RIOS CENTENO (@nicorioscenteno) March 20, 2024
Zona Fraga, Granville y Eleodoro Lobos.
Campo en zona Liborio Luna se vio chicharrita pero no enfermedad.
En el combo con sequía y golpes de calor... pic.twitter.com/OsfTjUOzE5
Respecto de la investigación y desarrollo, indicó que la firma tiene un programa de mejoramiento específico en la región norte donde se introduce germoplasma exótico de otras regiones para asegurar un buenos niveles de tolerancia y, a su vez, ensayos específicos donde se caracterizan todos los materiales templados.
Sin embargo, Areco aclaró: “Dentro de los materiales templados hay diferentes grados de tolerancia, pero en situaciones de media-alta presión de la enfermedad pueden presentar diferentes situaciones de incidencia y severidad que puede afectar significativamente el rendimiento como se está viendo en la campaña actual. Por eso, el manejo tiene que ser integral: híbridos con buen nivel de tolerancia dentro de lo que hay disponible en los portafolios de maíz, todo el paquete de prácticas culturales y, por último, seguir avanzando y explorando opciones de control químico”.
Los materiales templados, detalló, se evalúan en diferentes localidades y ensayos a lo largo del país. “Por un lado tenemos evaluaciones que llamamos oportunistas en ensayos de gran escala llevados a cabo con tecnología del productor, más de 200 localidades donde, si hay un buen nivel de presión de esta enfermedad, se evalúan los materiales tanto precomerciales y comerciales para entender la performance frente al achaparramiento y otros complejos de enfermedades. Y, a su vez, también en ensayos inducidos con el patógeno para asegurar altos niveles de presión y poder caracterizar a la genética en condiciones de alta presión”, precisó.
No obstante, indicó que uno de los principales factores abióticos de control del vector son las bajas temperaturas y heladas, por lo tanto es esperable que, si hay un invierno un poco más crudo, puede ser que el nivel de afección baje de una campaña hacia la siguiente.
“Eso, sumado a un buen paquete de prácticas culturales que tiene que ver con la concentración de las fechas de siembra, evitar el cultivo o plantas aisladas a la salida del invierno, un buen manejo de plantas voluntarias y rotaciones, va ser la principal clave de éxito para combatir la enfermedad de una manera integral. A futuro tenemos que trabajar de forma muy coordinada entre todos los sectores de la industria: productores, distribuidores, semilleros y la academia para reducir el impacto en el cultivo y lograr un buen manejo regionalizado”, remarcó.
En la misma línea, Julián Sudera, director de Marketing de Corteva, destacó la importancia del monitoreo y el control. “Estamos siguiendo el tema de cerca, evaluando la expansión inesperada, ya que era un complejo virósico concentrado en el norte argentino, y con focos muy marcados en algunas zonas. Seguiremos monitoreando los casos. En el norte ya había una cultura de manejo agronómico para esta virosis que es lo que vamos a evaluar para el resto de las zonas”, afirmó.
Sostuvo que trabajan en ampliación de etiquetas de productos para la protección de cultivos y en el desarrollo de estrategias de manejo del cultivo. “Entendemos que la estrategia de manejo debe contemplar el monitoreo (en cultivos y hospedantes), estrategias de control e híbridos”, dijo.
Por otro lado, señaló que el mejoramiento genético es un proceso de muchos años en el que se viene seleccionando materiales con características para este complejo virósico, pero también con otras necesidades puntuales de las zonas. “Es importante destacar que la genética no es el único componente de manejo de esta virosis. En zonas tropicales con alta incidencia queda demostrado que la genética es un componente más del manejo integrado”, concluyó.
Temas
Otras noticias de Actualidad
- 1
Nuevas tecnologías: un fondo del agro juntó US$2,8 millones e invirtió en 10 empresas
- 2
“Moderna y equilibrada”. Beneplácito en el agro de Entre Ríos por la nueva ley de aplicaciones de fitosanitarios
- 3
Opinión. Zonas de exclusión: no es el glifosato sino el asfalto el que mata la vida biológica de los suelos
- 4
Premio: un reconocido toro Angus argentino se coronó subcampeón del mundo