En las distintas regiones, el ciclo triguero tuvo una gran variabilidad de rindes, en función de la humedad disponible al momento de sembrar y de la afectación o no por heladas tardías y exceso de lluvias durante la cosecha
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Una campaña atípica. Así se puede calificar al ciclo triguero 2023/24, que exhibe rendimientos muy variables entre zonas y dentro de ellas por cuatro factores principales: arranque de la siembra con humedad muy justa en el suelo, lluvias acotadas/insuficientes durante el ciclo, heladas muy dañinas en octubre y noviembre, y exceso de lluvias durante la cosecha, por la transición de un evento La Niña a El Niño. Muy pocos productores pudieron aprovechar, con altos rendimientos, los precios – de hasta 240US$/t- que se ofrecieron en el invierno y primavera de 2023. El volumen final superó al de la paupérrima campaña 2022/23, pero se ubicó en el segundo lugar del ránking de cosechas más bajas de los últimos ocho años.
“El trigo 2023/24 arrancó con los perfiles muy justos de humedad en el norte de Buenos Aires: tenía 60-70% de agua útil al momento de sembrar. Luego siguió recibiendo precipitaciones, pero en dosis muy acotadas”, recuerda el consultor Julio Lieutier.
Un factor positivo fue la gran disponibilidad inicial de nitrógeno en los suelos. Junto con el aplicado por los productores, mantuvo hojas muy verdes durante todo el macollaje, encañazón y espigazón, sin ataques importantes de insectos ni de hongos.
Pese a la humedad justa durante la mayor parte del ciclo, los cultivos prometían rendimientos de tendencia o superiores en algunas zonas por ausencia de adversidades, alta radiación y temperaturas benignas. Pero octubre fue fatídico. El 13 de ese mes hubo una helada que tomó la mayor parte de los cultivos en floración, particularmente en pre antesis o antesis, con las anteras expuestas, un momento crítico en la susceptibilidad a bajas temperaturas. Como consecuencia de este fenómeno, a la cosecha se notó enorme variabilidad de rendimientos en función del estado fenológico en que se encontraban los cultivos en esa fecha. Así, “hay lotes de 20, 35 y de 60qq/ha separados por pocos kilómetros”, observa Lieutier. En casos extremos, de gran afectación, los trigos se dieron de baja y se sembró soja en una época que se pudo considerar como de primera. En otros menos severos, la helada estimuló la aparición de una nueva oleada de espigas que atrasó la cosecha y complicó la trilla por el material verde, al tiempo de comprometer la calidad de la mercadería y retrasar la siembra de soja de segunda.
En el terreno económico, Lieutier no duda en caracterizar a la campaña 2023/24 como “la más cara de los últimos 10 años”, principalmente por el encarecimiento de los fertilizantes: en muchas empresas se pagaron 1300 dólares por tonelada de fosfato, “gracias” al encarecimiento de los valores FOB y a las trabas impuestas para la importación, más los adelantos de impuesto a las ganancias que debieron pagar las terminales. De esta forma, el ciclo que culminó recientemente duplicó el costo de implantación y protección respecto del promedio de los últimos cinco años, un nubarrón que puede convertirse en tormenta en la campaña 2024/25, sobre todo si se aplica el recargo del 17,5% en las importaciones y los precios del trigo siguen bajando.
Con referencia la comercialización de la cosecha, Lieutier recuerda que casi no hubo forwards en la primavera por la inminencia de las PASO y de las elecciones generales, por lo cual la mayoría de los productores llegó a la cosecha “descalzado”. La decisión de vender de inmediato o retener mercadería estuvo muy asociada da a la condición financiera individual: la mayoría de los productores viene con deudas importantes luego de tres años de bajos rindes por La Niña, que se suman a los altos costos de insumos que se deben pagar a cosecha, ante lo cual serán pocos los que puedan retener trigo, de cara a un mercado con muy bajos pases entre las distintas posiciones.
Oeste y sur de Buenos Aires
En América, el cultivo de trigo sufrió un recorte de superficie del 30 al 50% por falta de humedad al momento de sembrar, tras lo cual recibió lluvias muy justas. “Los mejores lotes rindieron 40qq ha y los peores, 16-18, con pérdida de superficie por helada y falta de lluvias”, enumera el consultor Jeremías Battistoni, al hacer un repaso de los ocurrido en el oeste de Buenos Aires.
“Los seguros respondieron por los daños por heladas y permitieron atemperar el perjuicio económico provocado por el clima”, añade. Los productores de la zona comprometieron muy poco volumen de ventas previo a la cosecha, por las malas condiciones de los cultivos y por la expectativa de modificación del tipo de cambio oficial.
Los cultivos de General Villegas fueron los más afectados por la falta de agua en el oeste bonaerense. Hubo muy poca superficie sembrada y los mejores rindes apenas alcanzaron 30qq/ha por escasez de lluvias y bajas temperaturas.
En General Pico, La Pampa, hubo recortes de superficie del 20 al 50%- con mejores condiciones para el cultivo que en el oeste de Buenos Aires. Muchos productores habían comprado anticipadamente los insumos para aprovechar las buenas relaciones con el trigo. “Muy pocas empresas vendieron anticipadamente y los rendimientos fluctuaron entre 12 y 30qq/ha, golpeados por heladas. La calidad resultó superior en los lotes de menores rindes”, apunta el técnico.
El sur de Buenos Aires es la región triguera por excelencia. En la zona costera los cultivos evolucionaron bien durante la etapa vegetativa y reproductiva, pero se complicaron a la cosecha por repetidas lluvias. “Algunos cultivos sembrados en fecha, que debían haber sido trillados en diciembre, todavía están en pie, ante la falta de piso para ingresar con cosechadoras”, observa Juan Balsategui, productor del CREA Necochea.
Algo parecido nota el consultor Agustín Bilbao, quien dice que “hubo buenas lluvias en mayo, que permitieron las siembras de trigo en tiempo y forma. Luego, en invierno, transcurrieron bien las etapas vegetativas, con lluvias de 30 a 60 mm por mes”. En octubre y noviembre los registros fueron menores a los del promedio, sin ataques de insectos y con una sola aplicación de fungicidas. En noviembre ocurrió una helada con los cultivos en floración-principios de llenado del granos, que provocó pérdidas promedio del orden del 5-10% del rendimiento, con extremos del 25%. La trilla se complicó a partir del 10 de diciembre, cuando comenzaron a alternarse los días secos con lluviosos, lo que generó “la cosecha de trigo y cebada más larga que he visto”, según Bilbao.
El atraso en la recolección provocó perdidas de rinde por caída de granos de cebada. Los cultivos cosechados temprano, que escaparon a las interminables lluvias, rindieron 7000 kg/ha; los que se atrasaron una semana perdieron 1000kg/ha y complicaron la siembra de soja de segunda, además de encarecer el servicio de cosecha.
En la comercialización del trigo hay distintas situaciones empresarias: “algunos productores están vendiendo para pagar créditos tomados o facturas del comercio. Quienes no enfrentan esos compromisos, esperarán para vender porque no hay gran disponibilidad para comprar insumos 2024/25 o están muy caros”, distingue Bilbao.
Córdoba es una de las provincias donde la falta de agua pegó más fuerte. En muchos departamentos de la provincia los trigos sufrieron mucho la sequía y dieron rendimientos de 10, 15 y 20qq/ha, en lotes que se había aplicado tecnología como para llegar a 50qq/ha. En Calchín Oeste, por ejemplo, cerca de Villa María, los rindes corrientes fueron 16-18qq/ha. El rinde promedio de la provincia, según la Bolsa de Comercio de Rosario, se derrumbó a 18,9qq/ha.
Cebada complicada por helada y lluvias
La cebada está ganando superficie en muchos campos del sur de Buenos Aires. “En Azul-Tandil, las cebadas arrancaron con buena humedad a la siembra y no sufrieron limitaciones hídricas durante todo el ciclo del cultivo. Pintaban muy bien, pero una helada muy fuerte el 1° de noviembre dañó los cultivos con espiga visible y afectó los rendimientos de algunos lotes”, afirma Hernán Francois, productor de la zona. Los lotes sin daño de helada rindieron 15% por encima del promedio de los últimos años, mientras que los afectados se ubicaron 20-25% por debajo del rinde del año. Los extremos fueron 72 y 50qq/ha.
En la zona, la cosecha se atrasó mucho por las luvias de diciembre. “Hasta esta semana pude cosechar el 70% del área implantada, a diferencia de un año normal, cuando la recolección termina alrededor de Navidad”, diferencia Francois.
Algunas partidas que no sufrieron daño por helada dieron granos con mucho contenido de almidón y bajo porcentaje de proteína, por lo que no fueron aptos para recibo por parte de la industria cervecera. “El 30% de lo cosechado no alcanzó calidad para malteria y fue vendido como forrajera. El retraso de la cosecha también generó mercadería con esa condición: en algunos lotes hubo que cosechar con 15% de humedad y ese grano también debió ser clasificado como forrajero.
Las claves
- Según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario, la producción de la campaña 2023/24 alcanzó los 14,5M/t, a partir de un área sembrada de 5,5M/ha y un rendimiento nacional de 28,3qq/ha
- La producción fue 26% mayor a la del ciclo previo 11,5M/t, pero se ubica como la segunda peor de las últimas ocho campañas, con Córdoba y Santa Fe con muy bajos rindes. 18,9 y 23qq/ha, respectivamente
- La cosecha 2023/24 esta muy lejos de la que se puede obtener en un buen año. Por ejemplo, en el ciclo 2021/22 se llegó a 23M/t; en el 2019/20, a 19,5; en el 2018/19, a 19,3; en 2016/17, a 18,2M/t
- La cadena triguera es el quinto complejo exportador, detrás de la soja, maíz, petróleo, petroquímica y automotor. Las principales provincias productoras son Buenos Aires, Córdoba , Santa Fe y Entre Ríos
- Esta cadena genera el 12% de los puestos de trabajo del agro (400.000 empleos) y permite un consumo de casi 100 kilos de harina por habitante y por año. La molienda alcanzaría 6M/t en la campaña 2023/24
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