Tras un mal año: llegarán US$7500 millones extra, pero al país le siguen faltando más de US$14.000 millones
El Ieral calculó en US$33.025 millones el ingreso por exportaciones agropecuarias, por encima de los US$25.493 millones de 2023, año afectado por la sequía, pero aún por debajo de los US$47.463 millones de 2022
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PARA LA NACIONGabriela Origlia
CÓRDOBA.- En los mercados de las principales commodities agrícolas continúa un proceso de convergencia de valores a medias históricas, después de la suba de precios observada entre el segundo semestre de 2021 y los primeros meses del año pasado. A eso se le suma que el clima no ayudó a que, en la Argentina, se cumplieran las expectativas de rindes para esta cosecha, con lo que un trabajo del Ieral, de la Fundación Mediterránea, estima que las exportaciones netas de todo el complejo agropecuario aportarán US$7500 millones más este año que en el 2023: la expectativa previa era del orden de U$S10.000 millones.
Los economistas Franco Artusso y Lautaro Sibilla calculan que las exportaciones netas de los productos agropecuarios se aproximarían a los US$33.025 millones en 2024: en 2022 fueron US$47.463 millones -con altos precios internacionales- y el año pasado US$25.493 millones. Se trataría de una mejora de US$7.532 millones interanual, pero quedaría US$14.438 millones por debajo del 2022. Además de granos, en la proyección se incluyen envíos de carne bovina y de productos lácteos.
La proyección es suponiendo una campaña no récord, pero sí buena en producción: 55 millones de toneladas de maíz, 50 millones de toneladas de soja, 2,5 millones de toneladas de sorgo, 4 millones de toneladas girasol.
El escenario base sobre el que trabajan es de exportaciones netas, ya que descuentan las importaciones de soja, suponiendo una fuerte reducción en las compras externas de la oleaginosa, de 10,3 millones de toneladas a 5 millones de toneladas en este nuevo ciclo.
Por supuesto, si los precios internacionales revirtiesen su tendencia y se revalorizasen y/o si los volúmenes de granos producidos superasen los niveles definidos, el valor de las exportaciones será mayor. Si se profundizase la baja y/o las condiciones climáticas deteriorasen los volúmenes producidos, el aporte de divisas de los principales complejos agroindustriales del país será menor al estimado.
En lo que hace precios internacionales, en el caso de la soja, el mercado de Chicago pasó de pagar más de US$550 la tonelada a comienzos del 2023 a US$479 en diciembre pasado y US$455 en enero. De acuerdo a las cotizaciones futuras, la oleaginosa volvería a caer en febrero, marzo y septiembre, para cerrar a US$413 la tonelada hacia fines de este año.
Este escenario de precios, de confirmarse, implicaría una pérdida del 18% del valor real de la oleaginosa en 2024 (en relación a 2023) y del 24% al 28% comparado con los picos 2021 y 2022.
Por otro lado, en el arranque del ciclo agrícola 2023/2024 las expectativas respecto de los rindes de los cultivos de verano se habían instalado en niveles muy altos, de la mano de un contexto macro climático favorable (la irrupción de la fase El Niño del ciclo ENSO) y el regreso de lluvias importantes hacia fines del 2023.
Por las “muy elevadas temperaturas y la ausencia de precipitaciones en el arranque de este año, la condición de los cultivos se ha deteriorado en términos de una situación óptima, generando incertidumbre y dudas respecto de los volúmenes finales del ciclo”, dicen los economistas. Como referencia, el área sembrada con soja en condición regular/mala, que era prácticamente cero hasta mediados de enero, pasó a ubicarse en el 21% en la segunda semana de febrero; en maíz este último porcentaje llegó al 14%.
Así, la soja debería aportar por lo menos 20 millones de toneladas adicionales a las que se lograron en la campaña 2022/23, mientras que el maíz tiene un piso de aumento de unos 15 millones de toneladas. El sorgo podría tener una recuperación similar, mientras que el girasol aparece como el único cultivo cuya producción estaría retrocediendo en el ciclo.
Por Gabriela Origlia
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