El sector enfrenta una conjunción de factores que restan rentabilidad mientras las retenciones no se han reducido
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Aunque el inicio de 2025 trae consigo un clima más favorable que promete una buena cosecha, la realidad económica en el campo es menos alentadora. A pesar de los buenos rendimientos esperados, el sector agrícola enfrenta una caída en los precios internacionales de los granos, los más bajos en al menos cuatro años, lo que afecta gravemente las expectativas de rentabilidad. La situación de grandes cosechas en los principales países productores, como Brasil y Estados Unidos, además de la mejora en la Argentina, actuó como disparador. A esta situación se le suma la combinación de un tipo de cambio oficial casi estancado y el aumento de los costos en dólares. Además, las retenciones no se han reducido, lo que sigue presionando sobre los márgenes de rentabilidad de los productores, muchos de ellos negativos.
Esta “tormenta perfecta” de la que hablan los analistas se puso de relieve, más allá de los factores propios y del negocio que desencadenaron sus crisis, con los incumplimientos de pagarés en el mercado. La firma Surcos, proveedora de insumos, registró un default inicial de US$500.000, mientras que Los Grobo Agropecuaria y Agrofina, ambas parte del grupo Los Grobo, acumulan deudas impagas por US$100.000 y $400 millones, respectivamente. Además de la caída de los precios internacionales, el sector de insumos también se vio golpeado con la caída de los precios y muchas menores venta.
Sin lugar a dudas, lo que más impactó es la caída de los precios de los granos, especialmente de la soja. Las cotizaciones se sitúan en niveles mínimos de los últimos cuatro años en la operatoria de Chicago, principal plaza de referencia mundial. Eugenio Irazuegui, de Zeni, explicó que “en el año la soja ha retrocedido más de US$115 por tonelada, es decir, un 24,3% medido en dólares corrientes”.
La dinámica del mercado internacional influye directamente en la formación de los precios locales, dado que la mayor parte de la producción de soja tiene como destino el mercado de exportación.
A modo de ejemplo, el valor de la pizarra Rosario se encuentra en $285.000 por tonelada, apenas $20.000 por encima de lo negociado a fin de 2023. Esto representa una variación nominal (en moneda local) de solo el 7,5% en el transcurso de un año, quedando notablemente rezagada tras una serie de correcciones nominales. “Si nos abocamos a los precios a cosecha, los contratos con entrega a mayo en Rosario muestran valores de 270 dólares por tonelada, lejos de los 308 dólares por tonelada del año pasado”, comentó Irazuegui.
“A la caída del precio se sumó una disminución del dólar blend exportador, compuesto en un 80% por el dólar oficial y en un 20% por el contado con liquidación”, detalló Sebastián Gavaldá, presidente de Globaltecnos. Este dólar blend pasó de representar una diferencia de US$25 por tonelada de soja en julio a solo US$5 actualmente.
En tanto, los costos en pesos también se dispararon. Se observó un aumento en los costos que ajustan por inflación, como las labores, los fletes y el gasoil y, al tener un tipo de cambio casi fijo (2% mensual), se generó inflación en dólares. En cuanto a los costos en dólares, algunos insumos, como herbicidas e insecticidas, mostraron bajas en comparación con el año pasado. Los fertilizantes presentaron resultados mixtos: la urea bajó, pero el fosfato no.
En esa línea, David Miazzo, economista, señaló que la apreciación del tipo de cambio en lo que le impacta a los productores es en que les encarece los costos en pesos relativos a los granos. “Hoy necesitás 123 kilos de soja para transportar una tonelada de soja por 300 kilómetros, un 43% más que el promedio de los últimos cinco años. Para pagar un salario rural o un litro de gasoil necesitás 48% más soja que hace cinco años”, detalló Miazzo.
En tanto, Gavaldá afirmó: “Esa combinación de precios bajos, algunos insumos que bajaron y otros no, y un reacomodamiento que no se pudo dar en los alquileres que se mantuvieron más o menos a los valores del año pasado, da que los márgenes del año que viene son en líneas generales entre 0 y negativos. Hay que sacar un rendimiento por encima de la media histórica para cambiar la plata. No hay rentabilidad y, si todo sale bien, se va a salir hecho; así está planteado todo hoy”, dijo Gavaldá.
Cálculos
Según un cálculo de AZ Group para el sur de Córdoba, los productores de soja en campos alquilados pierden 93 dólares por hectárea con los precios actuales rondando los 268 dólares por tonelada. “El rinde de equilibrio para cubrir los costos es muy alto: 34 quintales por hectárea. Con esa producción recién no se pierde dinero”, apuntaron. En tanto, el precio de equilibrio que tendría que cobrar el productor para no perder dinero serían 298 dólares por tonelada, mientras que la posición mayo fluctúa alrededor de 268 dólares por tonelada, muy lejos de los 292 dólares por tonelada con los que se cosechó en el ciclo 2023/24 y de los 320 dólares de la campaña 2022/23.
En la zona núcleo (norte de Buenos Aires y sur de Santa Fe) el informe precisó que con 40 quintales por hectárea se obtiene un margen neto de solo 21 dólares por hectárea con la soja de primera, luego de haber invertido 898 dólares por hectárea en el cultivo, según la plataforma agbi.com. Daría una renta del 2,3% siempre y cuando siga lloviendo. El rinde de equilibrio son 39 quintales por hectárea.
En este contexto, la economista Lorena D’Angelo, de AZ Group, indicó que, si bien la caída de los precios en los últimos meses fue un factor importante, la presión sobre los precios se acentúa debido a las buenas perspectivas productivas y a una importante cantidad de soja retenida en manos de los productores. De manera que el productor se encuentra con precios más bajos, una mayor cantidad de mercadería sin vender, porque estaba a la espera de que mejoraran los precios o que el Gobierno redujera los derechos de exportación. Sin embargo, esa expectativa en el corto plazo “se diluyó”.
“El problema es que ahora el productor tiene que empezar a cancelar deudas, pero al no vender se ve obligado a pedir una refinanciación. Esto impacta en las empresas del sector de insumos, que se enfrentan a menores ventas y deben ofrecer financiamiento al productor. Terminan comportándose como bancos cuando no lo son, porque, para poder vender, tuvieron que financiar debido a que el productor no vendía”, analizó.
Para 2025, los analistas anticipan un escenario aún más complicado, con precios más bajos y márgenes de rentabilidad muy ajustados. Ramiro Costa, de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, señaló que durante el ciclo 2024/25 se esperan niveles de producción y exportación de 131,7 millones de toneladas y 93,5 millones de toneladas, ubicándose 4% y 7% por encima de la campaña anterior. En cuanto a los precios, para 2025 se anticipa un escenario de precios aún más bajos si se toman como referencia los precios futuros.
Por otro lado, se proyecta que las exportaciones agroindustriales de la Argentina para 2025 alcancen los US$44.820 millones, una caída de 710 millones respecto al último ciclo.
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