Se deben tener en cuenta diferentes aspectos, además de la conformación y de los registros productivos ofrecidos por el vendedor
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Se acerca la época de compra de reproductores para reponer los que salen de servicio por edad o por incapacidad funcional. Antes de comenzar a revisar catálogos de cabañas y precios, conviene tener una hoja de ruta para no cometer errores en la elección.
Según Santiago Debernardi, gerente comercial de Select-Debernardi “la búsqueda de un reproductor para rodeos comerciales de cría vacuna exige varias etapas, que no conviene saltear”. La primera comienza definiendo los objetivos por alcanzar, al entender que el toro es el embajador de un rodeo porque es el instrumento por el cual se traen nuevos genes para alcanzar mayor eficiencia ganadera, ya sea por obtener mejores madres y terneros más saludables, por imprimir mayor velocidad de engorde a los novillos, etc.
Una vez que se definieron los objetivos por alcanzar en la empresa, el paso siguiente del comprador debe ser elegir al proveedor de genética. El reproductor por incorporar debe ser un “atleta sexual” y debe tener mucha salud, resistencia y fortaleza para cubrir muchas vacas durante varios años.
Una vez decidido el origen de donde provendrá el toro, se debe elegir, por padre y madre, el que más se parece al animal buscado en función de los objetivos planteados. En esta etapa es muy importante analizar la performance de la madre.
El 90% de los criadores busca animales que se preñen fácilmente y que se mantengan en producción durante muchos años. Esas características se ven en la madre del toro por seleccionar: si tiene buena conformación y si parió 10 terneros y se mantuvo en buen estado, esa genética es preferible a la de una vaca que sólo tuvo tres partos y quedó vacía luego del cuarto servicio.
“De nada va a servir traer el mejor atleta sexual, con las mejores capacidades reproductivas, si los genes que tiene no son los que nosotros estamos precisando en la empresa. Es como enfocarse en lograr una excelente siembra de maíz, calibrar la mejor máquina y ponerle todo el fertilizante, pero no darle la debida atención a la elección de la semilla correcta”, alerta Debernardi. Por eso es fundamental que el productor defina muy bien cuál es su objetivo y sus prioridades en el rodeo, y cuál es el tipo de animal que va a hacer su sistema mas rentable.
“Una vez definido el objetivo, hay que ir a buscar vendedores de toros que estén seleccionando para los mismos objetivos que la empresa”, agrega. Un ejemplo: si para un criador es fundamental seleccionar vacas fértiles y longevas, tiene que buscar cabañas que, durante muchos años, hayan tenido como exigencia que toda la vaca que no se preñó se elimine del sistema. Y la que no presentó ternero al destete, se vaya del campo.
Requisitos
Después de la anterior comprobación, el paso siguiente es verificar si el reproductor cumple con los requisitos obligatorios y deseables.
Entre los requisitos obligatorios, Santiago destaca la conformación y la salud del toro por comprar. En la conformación hay que revisar lomo, patas y manos. El lomo debe ser firme y lo más recto posible porque la columna vertebral tiene un rol fundamental durante la estocada del servicio. Se deben evitar las curvaturas hacia abajo (“lomo sillón”) y hay que verificar estas características con el toro quieto y caminando sobre pasto corto.
Los aplomos deben tener una angulación correcta: ni demasiado recta ni excesiva. Vistos desde atrás, los garrones deben ser paralelos. De costado, con el animal quieto, la punta de la cadera debe estar en la misma línea de las pezuñas. Hay que revisar estos caracteres con detenimiento porque defectos en las patas pueden afectar la vida productiva del toro.
Las manos también deben tener un correcto aplomo de frente y de perfil. Un defecto común son las manos abiertas como si fuera la posición de 10 y 10 del reloj. También hay que verificar el ángulo de las pezuñas. Los toros con talón demasiado bajo, con muy poco ángulo con la pezuña, se pueden lastimar al pisar con los talones en vez de hacerlo con las pezuñas. Es decir, en animales con talones bajos tienden a ser más frecuentes los problemas de pezuñas.
Asimismo, hay que considerar los datos de circunferencia escrotal y el Apto Reproductivo expedido por un veterinario. En un toro Angus de dos años, su circunferencia escrotal no debería ser menor de 38 centímetros.
No obstante, no solo el diámetro es importante; es de suma relevancia que los testículos sean simétricos, de buen tono y con las colas de epidídimo bien marcadas, también conocidas como “perillas”, que es donde se almacenan los espermatozoides.
Reproducción
También hay que verificar la ausencia de cuestiones adquiridas. Por ejemplo, un toro que tiene buena conformación puede ser descartado por un garrón hinchado a raíz de un golpe. O por tener lesiones irreversibles en las pezuñas a raíz de una alimentación excesivamente energética que le produjo acidosis. Otro ejemplo son las afecciones que pueden disminuir su capacidad de trabajo, como problemas en los ojos.
Entre los requisitos deseables aparece una muy buena musculatura. Por ejemplo, un toro con lomo estrecho y poco músculo puede cubrir muchas vacas pero no va a cumplir su función de mejorador del rodeo.
Otra cuestión por considerar es el tamaño del reproductor, que debe ser acorde con las posibilidades del campo donde producirán sus hijas. En un ambiente con restricciones, no se pueden incorporar toros de gran tamaño corporal, sino que serán preferibles animales con menores requerimientos metabólicos, que permitan a sus hijas mantener una buena performance en años desfavorables.
También se puede tener en cuenta la calidad racial, aunque no es un carácter imprescindible. Por ejemplo, una buena cabeza es deseable, pero es un rasgo de relativa importancia y es más importante que el toro pueda cumplir con su función reproductiva.
Registros genéticos
El último elemento por considerar para decidir la compra de un toro es la información genética que presenta el vendedor. En este punto hay dos categorías de datos: los propios del animal y las diferencias esperadas entre Progenies (DEP).
Entre los datos propios del animal figuran el peso al nacer, el peso al destete, el peso al año, la altura de la grupa, la circunferencia escrotal, etc. “Estos datos son útiles para tomar decisiones, pero pueden estar influidos por cuestiones ambientales”, alerta el empresario. Por ejemplo, el peso al nacer depende de si el toro es hijo de una vaquillona o de una vaca, de la época de nacimiento, etc. Y eso no necesariamente va a ser lo que un reproductor le va a transmitir a su descendencia que, en definitiva, es lo que al criador le importa.
Las Diferencias Esperadas entre Progenies, en cambio, muestran lo que el animal es y lo que trasmite. La definición es: “un DEP es un indicador numérico que predice la calidad genética de las futuras crías de un toro respecto de una base de comparación”. Los hijos/as de un toro pueden tener una diferencia negativa o positiva respecto de sus padres y pueden ser inferiores o superiores. Es decir, es un método que le permite al criador determinar si un animal tiene las características para producir terneros con las cualidades deseadas.
Las DEP miden rasgos de producción tales como el peso al nacer, el peso al destete, el peso al año, la producción de leche materna, la facilidad de parto, el peso de la carcasa, la docilidad, la circunferencia escrotal y el grado de marmoreo de la carne, entre otros.
Se expresan en unidades de medida: por ejemplo, kilogramos de peso corporal o centímetros de espesor de la grasa. Con estos datos se pueden comparar ejemplares para identificar individuos genéticamente superiores.
“En la práctica, la utilización de los DEP depende del tipo de empresa”, diferencia Debernardi. Por ejemplo, para un criador que vende terneros al destete, las prioridades son producir terneros pesados y generar terneras que se transformen en buenos vientres. Para ese caso, habría que buscar toros que muestren, a través de los DEP, que no elevan demasiado el peso al nacer (se sitúan en el promedio o por debajo) e imprimen buen ritmo de crecimiento hasta al destete (en el promedio). También sería conveniente ver los datos maternales, como el peso y la altura de la vaca adulta (que no sean muy elevados) y la habilidad para producir leche (con un nivel intermedio).
Para un productor que desarrolla el ciclo completo, en cambio, habría que ser más exigente en los registros de peso al año, con menor énfasis en el peso de la vaca adulta. Sí sería importante evaluar los datos de la carcasa -básicamente el área del ojo del bife- y los registros de eficiencia de conversión del alimento en carne, que tienen un rol importante cuando el maíz interviene con un peso significativo en el sistema de producción.
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