"Tigonbu nació por iniciativa de mi abuelo, Nelson González, un contratista rural que, con mucho trabajo, compró un campo en Córdoba en 1948. Varios años de buenas cosechas y de producción ganadera le permitieron expandirse adquiriendo otros campos. La segunda generación siguió el mismo camino agregando campos en La Pampa y en San Luis, y hoy la tercera dirige 13 campos ubicados en Córdoba principalmente en Laboulaye y en San Luis entre Villa Mercedes y Buena Esperanza que suman 30.000 hectáreas", rememora Gastón González, actual titular de la empresa.
Las actividades principales son agricultura de precisión, ganadería intensiva de ciclo completo con feedlot, cabaña de Angus colorado y producción de etanol, de biogás y de energía eléctrica y térmica.
Para producir alcohol, el maíz cosechado es llevado a una planta construida en Buena Esperanza, donde es sometido a procesos de fermentación y destilación que generan bioetanol, que se vende a las petroleras, y burlanda y vinaza, que se usan para la alimentación de la hacienda.
Por su parte, los desechos del feedlot, junto con maíz picado, son incorporados a biodigestores que generan gas que se utiliza para producir energía que se incorpora a la red nacional de electricidad. Los biodigestores también originan biofertilizantes como desecho, que se distribuyen en los lotes para disminuir las necesidades de fertilización mineral cerrando el circuito agroindustrial de manera sostenible.
"La idea de producir etanol en San Luis tuvo su justificación en la necesidad de evitar los altos costos de flete del maíz desde la estancia Huelucan, en Buena Esperanza, al sur de San Luis, hasta Rosario, que exige recorrer más de 600 kilómetros", explica González.
"Teníamos una explotación mixta que incluía un feedlot, pero el consumo anual de maíz era menor a la producción obtenida en 18.000 hectáreas agrícolas. Entonces, construimos una planta de producción de bioetanol en la que entra maíz y salen alcohol y suproductos", agrega.
El proceso industrial es así: el grano de maíz es molido y mezclado con agua caliente en un proceso de cocción. Luego esta "polenta" pasa a tanques donde se le agregan enzimas que fermentan el material durante 60 horas. Como resultado del proceso se produce alcohol y aceite, y dos subproductos: burlanda y vinaza.
La destilación del alcohol da un producto con una pureza del 95,5 por ciento, por lo que luego se pasa a una deshidratadora que elimina el agua y lo lleva al 99 por ciento, lo que lo convierte en bioetanol. Este es el producto del que se producen 18.000 litros diarios que se vende a las petroleras, que lo mezclan y comercializan nafta con el 12 por ciento de etanol en todo el país.
La burlanda (principalmente sólida) y la vinaza (principalmente líquida) se utilizan para alimentación de novillos en el feedlot y vacas de cría en el campo. La burlanda excedentaria se vende localmente a otras empresas ganaderas.
El precio del etanol no está correlacionado estrechamente con el valor de las naftas en el surtidor. Lo determina la Secretaría de Energía a partir de una fórmula polinómica que da actualmente 21,80 pesos por litro.
Inicialmente, el agua caliente que se utilizaba para producir bioetanol provenía de una caldera que consumía muchos metros cúbicos de gas por día. Entonces, surgió la idea de instalar biodigestores para producirlo a partir del estiércol del feedlot mezclado con maíz picado. Además, "se agregaron generadores para producir energía eléctrica a partir del gas, para la planta y para venderla a la red pública", apunta González. "Fue así que aprovechamos una adjudicación de un plan Renovar 2, que impulsa el desarrollo de energías renovables hasta que alcancen el 20 por ciento de la energía total del país en 2025. Por ese plan, el Estado se compromete a comprar ese tipo de energías durante 20 años con precio en dólares a quienes presenten proyectos que resulten adjudicados", explica.
Energía
El emprendimiento energético de Tigonbu apunta a producir dos megawatts por hora, que es un flujo que permite dar luz a una comunidad de 4000 habitantes aproximadamente. El proceso de producción de gas comienza con la incorporación de los residuos del feedlot y plantas de maíz picadas a los digestores, donde se descomponen y generan biogás en un ambiente anaeróbico. Posteriormente, este producto hace funcionar los motores que generan energía que alimenta la red de Cammesa. La bioenergía producida va directamente a los cables de alta tensión en los que contribuye a darle estabilidad al flujo proveniente desde La Pampa.
El pago de la energía aportada el sistema se realiza a partir de una factura que recoge los datos de un contador que va indicando cuántos megawatts se van aportando diariamente a los cables. El contador sería lo contrario de un medidor de consumo hogareño de luz.
Como subproducto de este proceso se aprovecha el calor generado por los motores. Este proviene del agua que se usa para refrigerarlos y de los escapes, y se envía a la planta de bioetanol para reemplazar a la caldera. Así se cierra todo el circuito agroindustrial y se ahorran 60.000 pesos por día de gas", cuantifica González. Los desechos del digestor también se utilizan como biofertilizantes y permiten ahorrar 800.000 dólares por año.
En síntesis: Tigonbu produce energía verde, limpia, cuidando el ambiente mediante la innovación tecnológica y una gestión sostenible. Desarrolló un círculo virtuoso que se abastece inicialmente de recursos naturales y finaliza devolviendo lo obtenido al ambiente en forma de biofertilizantes, con sentido conservacionista.
Ganadería de ciclo completo
Tigonbu produce carne para exportación con marca: T beef y Gonbu. A partir de una ganadería de ciclo completo se producen novillos muy pesados Angus colorados. Los cortes de la res se envían a China gracias a su gran calidad carnicera y a la garantía de trazabilidad. El sistema productivo arranca con los rodeos de cría, que aportan los terneros para engorde a corral desde el destete hasta los 600 kilos. Sucede que el producto demandado por los consumidores chinos es un novillo muy pesado, con mucho marmoreo y sabor, muy parecido al Wagyu.
Para alcanzar ese objetivo, los terneros destetados permanecen 270-300 días en el corral con alimentación basada en concentrados energéticos. Una vez llegados al peso objetivo, los novillos son enviados a frigorífico y toda la carne resultante se vende a un precio de 9500 dólares por tonelada a un importador chino. Ese precio es consecuencia de la calidad y de la trazabilidad del producto.
Por ejemplo, todos los animales de la empresa tienen caravanas electrónicas, que funcionan como la cédula de identidad de cada uno. Así se puede saber quienes fueron los progenitores de cada individuo, cuál fue el aumento diario durante el engorde, cuánto rindió en el frigorífico y otros datos que permiten establecer la trazabilidad, un aspecto clave para los consumidores. Las caravanas electrónicas también permiten establecer diferentes dietas para cada corral de engorde en función de la edad de los animales, del consumo y de las condiciones en cada localidad. En poco tiempo más, en Tigonbu utilizarán jeringas conectadas a un software que permitirá registrar los datos de las medicaciones que se le dieron a cada animal a lo largo de su vida.
El consumidor podrá conocer todos estos datos escaneando un código QR en el envase de la carne. "La trazabilidad, la mejora genética obtenida a través de 30 años perfeccionando la raza Angus colorado con una cabaña propia, el ciclo completo que incluye corrales de engorde con piso de hormigón y techo para alimentar 12.000 animales, han permitido ubicar el producto en restaurantes chinos en categoría premium", relata Gastón González, actual titular de Tigonbu. La colocación del producto vino luego de conversaciones con importadores, visitas a China para posicionar el producto y presencia en el SIAL y en otras ferias internacionales.
Resultado económico del emprendimiento
Inversión
La inversión total del emprendimiento de Tigonbu será del orden de 24 millones de dólares. No obstante, da un alto retorno económico. Según su presidente, Gastón González, transformar la cosecha de maíz en bioetanol permite multiplicar por 2,5 veces el importe que se cobraría como grano comercial.
Conversión
A su vez, convertir el maíz en carne a través del feedlot permite multiplicar por 1,8 su valor. Cuando se considera el paso del maíz por el biodigestor se triplica el valor original. Expresado de otra manera: a precios de mercado, entre gas, energía eléctrica y biofertilizantes se ahorran dos millones de dólares por año en la empresa.
Impacto
Para la región, el emprendimiento genera un movimiento importante en empleo de calidad, mano de obra para construcciones y mayor flujo de consumo desde proveedores y clientes.
Camionetas
Con un desarrollo de Oreste Berta, las camionetas del campo ya funcionan con 40 por ciento de bioetanol. También se presentó un proyecto similar para la flota de las provincias de Córdoba y San Luis.
Certificación
En 2019, en Tigonbu están empezando a normalizar procesos para certificar normas ISO 14.001 y ser Empresa B por el triple impacto económico, social y ambiental.