André Nassar es el presidente de Abiove, la Asociación Brasilera de Industrias de Aceites Vegetales, y en una entrevista con LA NACION sostuvo que la Argentina “tiene que solucionar primero sus problemas”
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En 1999, Brasil producía poco más de 31 millones de toneladas de soja, sin embargo, en este tiempo las políticas macroeconómicas lo llevaron a convertirse en el principal productor de poroto de soja a nivel mundial, con una proyección estimada para este año de 152 millones de toneladas. La capacidad agrícola y evolución industrial que ha tenido el país vecino llevaron a tomar una serie de decisiones que les ha permitido crecer económicamente, y hoy ven con cierto desdén la idea de unificar la moneda con la Argentina.
Antes de responder las preguntas de rigor, André Nassar, el presidente de la Asociación Brasilera de Industrias de Aceites Vegetales (Abiove), explicó que en su país también hizo mucho ruido el concepto instalado en la agenda pública, cuando Lula Da Silva viajó para la cumbre de presidentes de la Celac, de tener una moneda en común con la Argentina. Incluso, se habló de “una moneda digital”. “Es difícil hacer una integración de una moneda entre Brasil y la Argentina hoy porque la Argentina tiene el problema de la alta inflación; no tienen un solo tipo de cambio, disponibilidad de dólares y de moneda fuerte que Brasil no tiene”, sostuvo con una leve sonrisa.
El exdirector del Instituto de Negociaciones Comerciales Internacionales (Icone) observó que para hacer una sola moneda, la Argentina “tiene que solucionar primero sus problemas”, como sucedió en Europa, donde Grecia, Italia y Portugal tuvieron que resolver los temas macroeconómicos para adherirse al euro. “Esto es más político, para indicar que Brasil ahora quiere cooperar con la Argentina, porque somos países hermanos: tenemos fronteras grandes y hacemos muchas cosas juntos, y así se ha sentido aquí, de integrar a la Argentina. En ese sentido es positiva esa integración, pero para tener una moneda única lo veo complicado”, aclaró.
Entre ambos países existe una estrecha relación comercial; según el último informe del Indec, de noviembre de 2022, Brasil fue el principal socio comercial de la Argentina, pero los vecinos han ganado terreno ampliamente en la producción y exportación de soja en estos últimos 20 años, donde la Argentina se ha quedado atrás. En 1999, de acuerdo con los datos de Abiove, los vecinos exportaron 8,9 millones de toneladas del poroto y la proyección para este 2023 es que ese volumen llegue a los 92 millones. El principal socio-comprador es China, que ha motivado el crecimiento productivo de la oleaginosa brasileña.
“Hay una demanda de importación que creció mucho desde China, y los norteamericanos no tienen mucho espacio para aumentar su producción. En Estados Unidos cuando logran crecer en soja reducen en el maíz y viceversa, porque el área sembrada está más o menos definida, por esto, los norteamericanos no lo han logrado crecer en la misma escala y suplir la demanda que tiene China”, explicó Nassar.
La mayoría del crecimiento se ha dado en la producción de la oleaginosa, pero no ha pasado lo mismo en la molienda. “Nuestro principal mercado son los chinos que importan el poroto: compran poco aceite y no tanto expeller. Ellos prefieren procesarlo internamente. La molienda empezó a crecer cuando Brasil comenzó el programa de biodiésel, que ayudó mucho para volver a crecer porque estaba estancada. Brasil todavía procesa solamente un tercio de toda la soja que produce, porque el resto es exportado como grano”, puntualizó.
Cómo está Brasil frente a la Argentina
Para el experto en negocios internacionales, la Argentina pudo haber crecido en el mismo ritmo. En la campaña 2005/06, de acuerdo con un informe del INTA, la Argentina produjo 40,5 millones de toneladas, mientras que Brasil, indicó la autoridad de Abiove, cosechó 52,5 millones de toneladas, con un punto de quiebre en 2010. “En la Argentina tienen un problema con las retenciones y eso es muy grave para los productores. El país tiene las condiciones físicas para crecer, pero las económicas son malas. Paraguay ha crecido y no es un país tan grande como Brasil o la Argentina”, ejemplificó.
Los números actuales de Brasil son apabullantes: de los 128,5 millones de toneladas producidas el año pasado, se prevé que pasen a 152,6 millones de toneladas en este 2023. De ese total, Brasil tiene estimado exportar 92 millones. “Estamos creciendo rápido, porque hemos respondido con mucha rapidez. Por eso, es que hemos tenido un gran crecimiento en la demanda donde nuestros competidores no han logrado crecer. Es un espacio que Brasil ha logrado ocupar y aprovechar. La soja tiene mucha liquidez, tiene todo un sistema de compra con anticipación, financiamiento privado o el intercambio de soja por fertilizantes”, especificó. La Argentina, en cambio, cosechó 43,3 millones de toneladas en la campaña 21/22, según datos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
Hace 20 años, la oleaginosa que se produce mayormente en la ecorregión del Cerrado tenía que salir por los puertos de Río Grande del Sur, Santa Catarina, Paraná y San Pablo, pero a raíz de una inversión que hizo el gobierno federal en infraestructura, rutas [BR163], tres ferrocarriles y la privatización de los puertos, tras la aprobación de una ley en el Congreso, para sacar la mercadería de manera eficiente, se vivió un fuerte crecimiento. Mato Grosso, Mato Grosso del Sur, Paraná y Goiás son los principales estados donde se produce la oleaginosa. “Durante este periodo, la soja del Cerrado permitió el desarrollo esa la salida por el Norte, por el estado de Pará. Hoy más o menos el 50% de la soja producida en Cerrado es exportada por el Norte y ahora es muy baja la salida por los puertos del Sur”, narró.
Este movimiento en la logística significó una reducción en los costos de transportes y aumentó los precios para los productores, como parte de las variables del crecimiento. “Cuando esto sucede, por supuesto que se produce mucho más porque los productores invierten. Esto ayudó mucho a generar incentivos económicos para la expansión de la producción. Lo que también jugó a favor es el tipo de cambio, porque al ver 20 años atrás en Brasil teníamos un tipo de cambio valorizado comparado con el dólar, y en los últimos 10 años el real se devaluó, pero no ha habido una gran devaluación que paralice los incentivos para la exportación; por eso es una combinación de factores”, extendió.
—¿Qué ejemplo se toma de la Argentina sobre la producción agrícola?
— Hace 25 años Brasil tenía impuestos para la exportación, pero los ha eliminado; eso fue muy importante, porque se toma en cuenta el ejemplo de la Argentina: los impuestos a la exportación son muy malos para los productores. Para explicar el crecimiento de Brasil, desde el lado de la oferta, hemos aprovechado que nuestros competidores no han crecido. La Argentina pudo haberlo hecho mucho más. Nosotros tenemos los factores cíclicos y la disponibilidad de tierras, pero también ha habido mejoría en la logística y la inversión en maquinaria. Los productores en Brasil son como los argentinos que tienen una gran tecnificación y hacen la rotación de cultivos. A partir de esto, aumentó mucho la renta por hectárea, por la combinación de los dos cultivos.
Los vecinos también tienen Estados, cuyos gobiernos locales cobran una tasa interna de producción. No es una retención como sucede de este lado, es mucho menor el impacto en la renta agrícola. “Desde lo político, el gobierno federal ha ayudado mucho porque no hay impuestos que graven sobre los cultivos, esto es muy bueno para la competitividad de los productores. No hay restricciones ni impuestos sobre la importación de fertilizantes”, manifestó.
Antes de finalizar, Nassar analizó el primer gobierno de Lula y el rol con los agronegocios en ese país, y cómo se lo ve ahora con la vuelta al poder. “En términos generales fue importante por las cuestiones macroeconómicas: cambió la deuda brasileña de dólares a reales. Eso fue muy importante, porque no se sufre con las variaciones del tipo de cambio; creó un ambiente de seguridad. Esto permitió que Brasil se asegurara de muchas inversiones. El primer gobierno de Lula no fue muy importante desde la producción agrícola, sí en la macro. Hoy, la producción de Brasil no tiene mucho soporte en la política, porque se financia y se mueve por los mercados. Ahora, no lo veo ayudando o creando problemas para producir”, extendió.
Los vecinos, al igual que la Argentina, están muy enfocados en los temas medioambientales para cumplir con las exigencias de los mercados internacionales, donde los exportadores tienen que aggiornarse a las nuevas reglas y pedidos de licencias de cero deforestación.
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