En una recorrida de LA NACION por la localidad de Moctezuma, los vecinos indicaron que “la planta aporta desarrollo” a la comunidad y que es una fuente de trabajo clave para ellos
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MOCTEZUMA, Carlos Casares. -Después de una semana desde que Lácteos Vidal viera paralizada sus operaciones con la presencia de la gente de Atilra en la planta local por un conflicto gremial, los habitantes temen que la situación empeore y los dueños tomen una decisión drástica que pueda afectar al pueblo.
En un recorrido que hizo LA NACION por la localidad de 450 habitantes se percibe la tensión y el desconcierto. Las fuentes de trabajo de alrededor de 35 familias están en juego por un reclamo por recategorizaciones y una presunta falla en una caldera, entre otros pedidos que hacen los afiliados al gremio lechero.
“La empresa para el pueblo es algo importante porque genera mucho trabajo para que la gente esté y viva acá y no se tenga que ir a otro a otros lugares. Esto genera desarrollo”, dijo Agustín Lence, un productor tambero y apicultor de 40 años de la zona. Si bien el joven explicó que no podía tomar partido ante la situación porque no conoce bien la interna de lo que sucede en la empresa, había cosas que eran inobjetables.
“No estoy de acuerdo con cortar, pero tampoco lo estoy con que se termine así la fuente de trabajo y que se pare toda una fábrica. Por eso creo que le tienen que buscar la vuelta para solucionarlo de otra forma”, afirmó y sostuvo que el diálogo entre ellos en este momento es fundamental para que no se corte la fuente de trabajo y que tampoco se paralice la fábrica.
El joven contó que tienen un tambo familiar en Carlos Casares y que hace 18 años le proveían leche a Lácteos Vidal. “Hace rato que no tenemos comunicación o relación con los dueños”, añadió. La planta “aporta, desarrollo y fuentes de trabajo”, puntualizó el joven que estaba en compañía de Julián Menéndez, de 33 años, un amigo y socio con quien realiza tareas de apicultura en la zona.
Moctezuma tiene alrededor de 450 habitantes; de ese total, alrededor de 35 familias viven del trabajo que genera la planta láctea y según explicaron los vecinos es la única fuente importante de trabajo después del campo.
En medio de la charla, Julián interrumpió para dar una dimensión de lo que significa Lácteos Vidal para Moctezuma. “Todos los empleos son directos, que son muchos para el pueblo tan chiquito y, además, para el que hace desde la herrería hasta el que arregla los camiones. Es importante porque los relaciona. La planta mueve todo directa o indirectamente. Esto también conmueve mucho y mueve a la gente que vive acá, y al ser un pueblo tan pequeño para ellos la planta es muy grande”, describió.
Horacio Rengach, de 67 años y María Andrea Colasso, de 47 años, salen del fondo de su almacén, uno de los pocos de la zona. Ambos tienen toda la predisposición de hablar con LA NACION. A ella la invaden las dudas porque dice que es nueva en el pueblo: llegó hace 10 años, mientras que su marido nació y se crio acá. “La planta es muy importante para la vida del pueblo porque es una industria muy grande y genera un montón de movimientos, como los mecánicos o los proveedores”, dijo el hombre.
El almacenero explicó que vio prácticamente nacer la fábrica, donde tuvo la oportunidad de trabajar en 1978. “Si a la planta le pasara algo esto va a complicar la vida en el pueblo, se va a achicar un montón del movimiento y la gente que se va a quedar sin trabajo si cerraran, o sea, ¿dónde más podrían trabajar? ¿En qué lugar se podrían ganar ese dinero? ¡No hay un lugar acá en el campo donde puedan ganar esa plata! Los sueldos rurales son de 40 a 50 mil pesos tampoco estoy en el lugar de los empleados como para saber cuál es el problema que tienen ellos”, dijo Rengach.
Horacio y Andrea, aparte del almacén que atienden, hacen comida para las empresas proveedoras de Lácteos Vidal y la gente que visita el pueblo. “Siempre se genera movimiento, camioneros que pasan a buscar comida, personas que vienen a hacer trabajos acá y hay que darles el almuerzo o la cena”, narró.
En estos días, pese al conflicto, explicó el hombre, no hubo una diferencia en la cantidad de pedidos. “Esta semana tenía que venir una empresa y no vino. Están entrando máquinas con equipos de frío o que ponen otras cámaras, vienen con distintas máquinas para probar, traen especialistas del tema, por ejemplo, cuando pusieron la planta atrás de energía solar pusieron mucha gente para dar de comer continuamente. Los pedidos los hacen a través de la empresa, los proveedores”, señaló tímidamente Andrea. “Vienen y piden y vamos haciendo de a poco; todas las comidas son por pedido. Se va pidiendo y haciendo”, añadió la mujer.
Horacio añadeque “sería muy triste si llegara a pasar algo más en la empresa”, y que como en todos los pueblos circulan comentarios sobre alguna decisión que pueda afectarlos a todos: “En realidad, se habla tanto, pero la verdad no la tenemos nosotros”. En tanto, su esposa analiza que sería una pena que el conflicto se profundizara y lo comparó con una situación que se vivió en Cadré, un pueblo a 18 km de Carlos Casares. Si bien ahí no fue por problemas gremiales, la fábrica láctea cerró y se la tuvieron que llevar a otro lado.
Una parte, contó, la debieron trasladar a Santa Fe, para poder seguir en funcionamiento a donde se llevaron solo seis empleados. “El pueblo pasó de tener 500 habitantes, dar empleo a 200 personas, a quedar solo 100 habitantes. Todos se tuvieron que ir. Hoy no hay nada de trabajo fuera del campo. Hoy hay una panadería, una carnicería y un almacén, el resto empezó a caerse solo”, comparó.
El problema que ven ahora los vecinos es que los campos son pequeños y no generan tanta demanda laboral, capaz de soportar una cantidad de empleos semejantes a la fábrica.
“De algo me interioricé, pero algo de razón tienen los muchachos de Atilra. Aunque estoy neutral porque como no trabajo, soy jubilado, no sé bien cómo es el problema que tiene adentro”, dijo Evelio Ferraro, de 80 años, quien tiene un hijo que trabaja en uno de los camiones que entran y salen de la pyme familiar.
Evelio explicó que cuando era laboralmente activo trabajaba con un camión que dejó hace diez años y proveía insumos para la planta. “Sería un gran golpe si la empresa llega a tomar una decisión como un cierre o algo más profundo, porque en el pueblito este la mayoría vive de la fábrica. La planta es una fuente de trabajo muy buena, pero desconozco el tema que hay adentro”, subrayó.
Además, el jubilado explicó que en su momento conoció a Vidal Bada Blanco, el fundador de la compañía. “Tuve relación con él, aunque poca, cuando estuve en el trabajo, porque yo andaba en mis cosas”, sostuvo. Además, indicó que en la fábrica “hacen beneficencia en el pueblo” y que ayudan al progreso de la gente.
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