En Verónica, provincia de Buenos Aires, un voraz incendio desvastó unas 320 hectáreas de campo y monte, pero se logró sofocar antes de que las llamas alcancen una plantación de pecán en la zona
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La gran sequía que atraviesan vastas zonas de la Argentina hace que, cualquier chispa, cigarrillo mal apagado o hasta un papel metalizado al sol, puedan convertirse en los causantes de un incendio capaz de devorar en poco tiempo amplias hectáreas de campo y monte.
A lo que sucede en Entre Ríos, en Córdoba, en la Patagonia y en Corrientes; la provincia de Buenos Aires no es ajena a estos desastres ambientales. El martes pasado, cerca del mediodía, en Verónica, a la vera de la ruta 36 se inició un pequeño foco pero que a los pocos minutos se convirtió en enormes llamaradas que atravesaron el asfalto y continuaron su marcha campo traviesa. En general, las rutas suelen convertirse en cortafuegos, pero el viento fuerte de ese momento hizo que el fuego se vuelva incontrolable.
A dos kilómetros de allí, en el final de un camino rural está el establecimiento Dos Robles de la familia Steinwald. Allí viven y trabajan Florencia Steinwald y su marido. En cinco de las siete hectáreas y media que tiene la finca, llevan adelante desde el 2005 una producción de nueces de pecán.
Ese mediodía, mientras por teléfono le contaba las novedades a Juan Carlos, su padre, que estaba en Buenos Aires, Florencia vio a través de la ventana que a lo lejos un humo, minuto a minuto, tomaba una dimensión cada vez más importante. Inmediatamente cortó con su padre y buscó a su marido para acercarse lo más posible y ver de qué magnitud era el fuego que se aproximaba a la finca.
“Enseguida llenaron una cisterna con agua, agarraron el tractor y fueron a tratar de apagar las llamas, pero también se sumaron vecinos productores que también buscaban achicar el frente del incendio que cada vez se hacía más grande”, cuenta a LA NACION Juan Carlos Steinwald.
También llegó la dotación de Bomberos Voluntarios de Verónica para sofocar los focos ígneos que se multiplicaban por segundos. Y, cuando parecía que lo tenían controlado, un cambio repentino del viento hizo reavivar las llamas y la situación se tornó más que complicada.
Así fue que el cuartel de bomberos local debió pedir ayuda a otras dotaciones de ciudades aledañas, como Bavio, Magdalena y Berisso, que enseguida se hicieron presente en el lugar con tres autobombas. Asimismo, más vecinos se siguieron sumando para aplacar el fuego cada vez más descontrolado.
Un vecino de apellido Ferradás fue con su tractor y, sin temor a nada, se metió dentro del foco para armar los cortafuegos. Otro productor de nombre Rusnak también anduvo con su tractor y discos, casi con el fuego encima.
“Se jugaron todo esos hombres. Podría haber sucedido que en ese momento cambie de nuevo el viento, cosa que pasa en una zona costera, y hubiesen quedado dentro, sin poder salir. Mucha gente del pueblo fue y con baldes ayudaban a contener el fuego. El trabajo conjunto de los vecinos y de los bomberos hizo que el incendio no llegue a las plantaciones”, detalla.
Mientras tanto, otros vecinos regaban con baldes de agua los alambrados y la tierra en el límite, cosa que, para que cuando el fuego alcance ese lugar, la humedad del suelo y de los postes amengüe su intensidad.
Cerca de medianoche, los focos estaban controlados. Si bien las dotaciones vecinas partieron a sus localidades, la de Verónica siguió recorriendo toda la zona afectada para verificar y comprobar que todo estaba bajo control. En total se quemaron 320 hectáreas y el fuego no llegó a las 2500 plantas de pecán.
No hubo peritajes, pero se barajaron dos causas posibles: una es que el fuego se originó en una tosquera que hay a la vera de la ruta, donde en general la gente tira basura, ramas y después prende fuego; la otra es que las altas temperaturas hicieron que unos cables de electricidad de la ruta se calentaran por demás y así se diera inicio al fuego.
Para Cristian Ríos, bombero voluntario de Verónica desde el 2011, hace más de una década que no se vive en la zona una situación similar. “Somos 22 bomberos en esta dotación en una localidad que tiene unos 13.000 habitantes pero ahora no damos abasto. Estos meses de sequía complicaron el panorama en la zona. En general, en la región llueve bien para esta época por lo que el trabajo era poco, pero en estos tiempos no hemos parado y debemos estar en alerta permanente”, detalla.
Como reflexión final, Steinwald está agradecido por el apoyo que tuvo tanto de vecinos como de los bomberos, pero hay una cuestión que lo preocupa. “Más allá de la voluntad de la gente, hoy existe un riesgo permanente por lo que debemos estar más precavidos”, finaliza.
El emprendimiento
Los Pecanes es el nombre que eligieron los Steinwald para comercializar su producción de nueces. En plena crisis económica del país, en 2002, se les dio una oportunidad para comprar una quinta para fin de semana. Aprovechando la posibilidad de comprar con un dinero que tenían ahorrado y que se había quedado en el corralito adquirieron esa pequeña chacra en Verónica a la que llamaron Dos Robles, por los dos enormes árboles europeos que vestían el casco.
En un principio y al venir de otro sector, Juan Carlos, que es ingeniero civil y tiene su estudio en Bernal, les prestaba las hectáreas para que unos vecinos larguen a pastorear sus vacas. Pero a los pocos años, comenzaron a analizar varias alternativas productivas. Fue así que optaron por ese fruto seco, por no ser una actividad intensiva, de árboles rústicos y que uno puede recoger sus frutos, que no se pudren si no los comercializa al instante.
Dividido en cuatro etapas, en 2005 comenzaron a poner las primeras plantas, con una densidad al doble de lo que se acostumbra: 500 plantas por hectárea. En el mientras tanto, toda la familia comenzó a estudiar sobre el tema, a la vez que se asociaron a la Cámara Argentina de Productores de Pecán (CAPP) para tener contacto y compartir experiencias con otros productores. “El intercambio con otros colegas fue algo muy enriquecedor”, dice Juan Caralos, con 63 años.
En 2014, tuvieron su primera buena cosecha y esperan seguir creciendo. En la actualidad, toda su producción la comercializan en el mercado interno.
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