A cualquiera que conozca la Argentina que existe más allá del AMBA, debería resultarle obvia una afirmación que a otros les parece contraintuitiva: la agroindustria es una actividad innovadora e híper tecnologizada. Seguro, en el campo no hay señal, el wifi se corta y los paisanos se comen las eses.
Pero la carrera por mejorar márgenes, disminuir costos y aumentar eficiencias es frenética y eso solo es posible con más y mejor tecnología. Soy un apasionado por el mundo del agro y también el de las startups y los emprendedores. Y siempre disfruto hablar y encontrarme con ellos. Entre tantos encuentros, hace poco tuve una charla con Juan Manuel Baruffaldi, fundador de Deep Agro, que me dejó fascinado.
Hay dos problemas que ocupan los primeros lugares en la cabeza de los productores durante la campaña: las malezas y el costo de los insumos para combatirlas. Pero ¿qué pensaría un productor si le dijera que es posible aplicar herbicidas en, por ejemplo, 30.000 hectáreas de soja, y reducir los costos en US$1.680.000? Baruffaldil me dijo que gracias a la tecnología que desarrolló esto es posible.
La empresa que promete revolucionar la aplicación de herbicidas en el agro es santafesina y nació en 2017, cuando este hijo de productores decidió volcar todo su conocimiento en Ciencias de la Computación con especialización en Inteligencia Artificial a los problemas que veía todos los días en su entorno. El propósito macro es mucho más que el uso de una tecnología: quiere hacer más eficientes las actividades de la bioeconomía, produciendo más alimentos y cuidando más el medio ambiente. Las dos ambiciones son compatibles entre sí.
Concretamente, la tecnología es un hardware que se incorpora a la pulverizadora cada dos metros a lo largo del botalón. El sistema cuenta con un módulo de distribución de energía, y una unidad central de cabina desde donde se controla.
Detrás del dispositivo está el conocimiento profundo de la fisiología de las plantas. Con inteligencia artificial, el software es capaz de identificar el cultivo, diferenciarlo de la maleza, y realizar aplicaciones selectivas de herbicidas para defenderlo. “De ahí que nuestros desarrollos se realizan para cada cultivo específico, y nos permite combatir todas las malezas”, cuenta Baruffaldi. Y anticipa que están trabajando para poder diferenciar malezas entre sí para hacer una aplicación selectiva de malezas en particular o grupos de malezas en particular, como ser entre gramíneas y de hoja ancha.
La aplicación de la solución de la firma ya tiene clientes en Chaco, Salta, Catamarca, Santiago del Estero y también en Uruguay, Brasil y Estados Unidos. Si bien los números que mencionamos al principio (y que seguramente entusiasmaron a más de uno) son aplicables a la soja, pronto estará disponible para combatir malezas en el maíz, maní y algodón.
“La satisfacción más grande de emprender en agtech es saber que estás enfocando tus mayores energías y esfuerzos, en las dos industrias más importantes de la Argentina, como son la industria del software y la del agro”, dice Baruffaldi. Sin duda, su entusiasmo nos hace pensar que pronto la firma estará llegando a más lotes y a diversificar su producción ¡Qué siga la carrera por la innovación!
El autor es socio de Barrero & Asociados
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